1948, 8 años
Una noche, estábamos solos, sin nuestros papas y de pronto escuchamos que sonaba el Piano. Mi mamá que tocaba el Piano, no estaba y nadie más sabía tocar, yo todavía no estudiaba Piano. Cuando escuchamos con mi hermana tocar el Piano, nos despertamos, nos miramos asustadas.
“¿Quién toca el Piano?”, dijo mi hermana.
Apareció mi hermano, asustado, a preguntar lo mismo. La casa estaba obscura y el living donde estaba el piano, también. Nos levantamos corriendo, despavoridos a la pieza de MARIA, que se había puesto la bata, también intrigada por el hecho.
Alicia dijo: “Es el Fantasma del Tío Arquímedes, esa música él la tocaba”.
El tío Arquímedes era un concertista en Piano, que vivió en el Siglo XX unos años, y después se murió. MARIA, dijo: “Qué Fantasma ni que cuento, vamos a ver, que pasa”.
Y tomó la escoba, prendió la luz del corredor y salimos todos tiritando detrás de ella.
“Vamos, alguien quiere hacer una broma pesada”, dijo.
“¿No le tienes miedo, Preguntó, Osvaldo a los fantasmas?”.
“Qué fantasmas ni ocho cuarto”, dijo MARIA, “Yo no creo en fantasmas, son cuentos”.
“Vamos a ver ese fantasma”, y salió ella decidida hacia la sala del Piano, nosotros agarrados a su pollera. Prendió la luz del living. Cuál no sería nuestra sorpresa, pues el Piano estaba cerrado, no había nadie y la música, se escuchaba igual. María, quedó perpleja, pero como era valiente y decidida y no quería asustarnos, fue y con decisión abrió la tapa del Piano. ¡Y vimos algo impresionante!, las teclas se hundían como si alguien las tocara.
“¿Viste?”, dijo Alicia, es mi tío Arquímedes Bagollini, que está tocando esa Polonesa, que siempre tocaba en Gorbea. Nos quedamos como clavados, mirando fijamente las teclas, sin poder creer.
María, dijo: “Entonces vamos a rezar por él, para que su alma pueda descansar”.
Nos pusimos a rezar y se acabó la música. Cuando nuestros padres llegaron y nos encontraron en la pieza de María, todos acostados en su cama. Le contamos todo.
Mi mamá dijo: “¡Dios mío, hay que rezar mucho por él!, eso nos está pidiendo”.
Mi papá que era incrédulo, dijo: “¡Pamplinas!, ¡Mire que los muertos van a venir a tocar el Piano!”. Se rió y nos dijo, “Lo habrán soñado y ya vayan a acostarse a sus camas. No molesten a María”.
Al otro día, mi mamá nos juntó para rezar por el tío, durante varios días. Y trajo al Padre Alvear para que bendijera el Piano.
Yo me acordaba vagamente de ese tío en Gorbea, casi nunca lo veía, pasaba tocando el Piano y siempre estaba como enojado y encerrado en su pieza. Lo único que recuerdo de él, es que una vez Alicia y Osvaldo entraron a su pieza a robarle pastillas de menta y él los salió persiguiendo, para pegarles.
Yo le tenía miedo a ese viejo gruñón, que siempre estaba encerrado tocando, y no hablaba con nadie. No recuerdo nada más de él. No sé porquè ni siquiera recordaba el Piano.
¿Y para colmo, venía a penarnos?
Existen diversas perspectivas en relación a las experiencias paranormales. En lo personal, creo que los seres vivos tenemos un alma. y que al morir el cuerpo dicha alma continúa existiendo. De allí que el alma de algunos tiene la capacidad de permanecer en ciertos lugares con los que siente un apego particular. Siendo el tema demasiado complejo como para tratarlo aquí, me limitaré a comentar que los niños y niñas tienen completa apertura a estas energías, siendo incapaces de diferenciarlas de alguien vivo. Es por eso que este elemento, si bien no es siempre la causa, es un elemento a considerar en el caso de terrores nocturnos y mal dormir anormal en niños y niñas.
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