martes, 11 de mayo de 2010

Capitulo 12: “Mi amiga Silvia Goyeneche, el trato roto”


Así, comenzó nuevamente mi carrera habitual de fin de mes, con el agravante, que estaba más furiosa de lo común, porque yo le había ganado con sus lápices “PRISMACOLOR”, que ella había despreciado por el amor.

Pero esta vez, la pelea tuvo consecuencias imprevistas, porque cuando yo llegué a mi casa, nadie me abrió la puerta, mi nana había ido a comprar pan y eso le dio a Silvia ventaja para alcanzarme.


Yo me metí a la casa del lado, para que creyera que yo había entrado a mi casa, pero ella me descubrió, se abalanzó sobre mí y me golpeó un bolzonazo, con tal mala suerte, que me dio en la cabeza con un estuche de madera, lleno de porquerías que ella andaba trayendo y me dejó sangrando.

En eso llegó mi nana, la María, agarró una escoba y la echó a escobazos.La acusó a mi papá y él me curó la herida, me hizo acostarme, me aplicó hielo y llamó por teléfono al Sr. Goyeneche y le contó lo que había hecho





El doctor vino de inmediato, trayendo a Silvia con él. Me dio unas pastillas antiinflamatorias. Me dejó un día en cama con hielo, porque tenía tremendo huevo y me ofreció regalarme unos lápices Prismacolor.
Luego obligo a Silvia a pedirme perdón, cosa que a Silvia no le costaba nada, yo desconfiaba de sus perdones. Ella lloraba, asustada, porque ella no pensó que fuera a ocurrir eso.
Además, ella podía ser muy ruda, pero al Dr. ella lo adoraba y tenía mucha pena de mortificarlo. Y que haya tenido que pedir disculpas a mi papá y a mí, por la falte de ella.
Eso le dolía más que cualquier castigo.
Se sentía muy arrepentida. Prometió a su papá y a mi papá, que nunca volvería a ocurrir. Lloraba de verdad. Fue un accidente decía, “¡cómo iba a querer hacerle esto a mi mejor amiga!”. Y pedía perdón.

Al fin el Dr. dijo: “Aunque tú lo digas, tengo que ver hechos. Si esto se vuelve a repetir, te enviaré a un Colegio de Monjas.” “Y tendrás igual 1 semana de castigo. Tendrás que quedarte en tu pieza, sin salir, hasta que medites tu conducta” dijo, “no se puede andar agrediendo a los niños así no más, te vas derecho a la casa y de ahí no saldrás en 1 semana”.
Pasó la semana, yo ya estaba de vuelta en el Colegio, cuando llegó la Silvia a prometerme, que nunca más me iba a pegar, que volviéramos a ser amigas.
A mí, me costó perdonarla, porque eso me lo decía todos los meses e igual, rompía sus promesas.
-“No te creo” le dije, “Me has mentido muchas veces, ya no quiero  seguir siendo tu amiga”
- Ella siguió jurando y rogando, pero yo no le hablé más.
- Estuvo una semana yendo a mi casa, para jugar y  María, le decía “La Toñi no va a salir, eres una niña muy mala, no vuelvas más”
- Pero ella, no se daba por vencida, volvía y volvía hasta habló con mi papá y pidió mil perdones.
Al final, yo también me aburrí de estar una semana sin jugar y nos volvimos a poner en la buena.

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