Pero esta vez, la pelea tuvo consecuencias imprevistas, porque cuando yo llegué a mi casa, nadie me abrió la puerta, mi nana había ido a comprar pan y eso le dio a Silvia ventaja para alcanzarme.
Yo me metí a la casa del lado, para que creyera que yo había entrado a mi casa, pero ella me descubrió, se abalanzó sobre mí y me golpeó un bolzonazo, con tal mala suerte, que me dio en la cabeza con un estuche de madera, lleno de porquerías que ella andaba trayendo y me dejó sangrando.
En eso llegó mi nana, la María, agarró una escoba y la echó a escobazos.La acusó a mi papá y él me curó la herida, me hizo acostarme, me aplicó hielo y llamó por teléfono al Sr. Goyeneche y le contó lo que había hecho
El doctor vino de inmediato, trayendo a Silvia con él. Me dio unas pastillas antiinflamatorias. Me dejó un día en cama con hielo, porque tenía tremendo huevo y me ofreció regalarme unos lápices Prismacolor.
Luego obligo a Silvia a pedirme perdón, cosa que a Silvia no le costaba nada, yo desconfiaba de sus perdones. Ella lloraba, asustada, porque ella no pensó que fuera a ocurrir eso.
Además, ella podía ser muy ruda, pero al Dr. ella lo adoraba y tenía mucha pena de mortificarlo. Y que haya tenido que pedir disculpas a mi papá y a mí, por la falte de ella.
Eso le dolía más que cualquier castigo.
Se sentía muy arrepentida. Prometió a su papá y a mi papá, que nunca volvería a ocurrir. Lloraba de verdad. Fue un accidente decía, “¡cómo iba a querer hacerle esto a mi mejor amiga!”. Y pedía perdón.
Al fin el Dr. dijo: “Aunque tú lo digas, tengo que ver hechos. Si esto se vuelve a repetir, te enviaré a un Colegio de Monjas.” “Y tendrás igual 1 semana de castigo. Tendrás que quedarte en tu pieza, sin salir, hasta que medites tu conducta” dijo, “no se puede andar agrediendo a los niños así no más, te vas derecho a la casa y de ahí no saldrás en 1 semana”.
Pasó la semana, yo ya estaba de vuelta en el Colegio, cuando llegó la Silvia a prometerme, que nunca más me iba a pegar, que volviéramos a ser amigas.
A mí, me costó perdonarla, porque eso me lo decía todos los meses e igual, rompía sus promesas.
-“No te creo” le dije, “Me has mentido muchas veces, ya no quiero seguir siendo tu amiga”
- Ella siguió jurando y rogando, pero yo no le hablé más.
- Estuvo una semana yendo a mi casa, para jugar y María, le decía “La Toñi no va a salir, eres una niña muy mala, no vuelvas más”
- Pero ella, no se daba por vencida, volvía y volvía hasta habló con mi papá y pidió mil perdones.
Al final, yo también me aburrí de estar una semana sin jugar y nos volvimos a poner en la buena.
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