lunes, 10 de mayo de 2010

CAPITULO 8 “Mi Casa siglo XX”



1946, edad 6 años.

Nos cambiamos de casa, a la calle Siglo XX, actual Ernesto Pinto Lagarrigue, “Barrio Bellavista”.
Cerca del cerro San Cristóbal, con su funicular a la Virgen, y también, muy cerca, estaba el Parque Forestal y el Río Mapocho.

 

Mi padre compro esta casa a unos ingleses, que incluso, se lo vendieron con losa inglesa y el comedor completo, ingles, también las lámparas.

La casa era antigua de un piso, con una gran terraza, casi igual a la otra. Tenía dos ventanales a la calle, cubiertos de mármol, para sentarse.

Un pasillo largo central, cortado por una puerta. Al fondo, después de la puerta había una gran galería con techo de vidrio, que era muy iluminada, dejaba pasar el sol. También estaba al fondo, en la galería, la cocina amplia, cómoda y una pieza para el servicio con baño, otro dormitorio para alojados y una despensa grande, con un subterráneo, también había un lavadero y un mueble para el basurero.

Al comienzo, alrededor del largo pasillo, había un living a la calle, un dormitorio matrimonial al frente, un baño con tina, amplio. Luego dos dormitorios, uno para nosotras y uno para Osvaldo.

Al frente del dormitorio de Osvaldo estaba un gran comedor, con un pequeño patio de luz.

Para subir al segundo piso, donde estaba la terraza, había que subir una larga escalera de madera, un tanto peligrosa para los niños.

Arriba, una gran terraza embaldosada que daba al techo de la casa, donde se divisaban las claraboyas de nuestro dormitorio y el de nuestro hermano.

Nuestra nana, que vivía al fondo con su hijo, Luis, era madre soltera, se llamaba MARÍA RIQUELME.

Era morena, baja, cariñosa, cocinaba estupendamente, cuidaba a su hijo y hacia todo en la casa.
Era del campo, pero un Carabinero la dejó embarazada y nunca más volvió.

 

En esta casa transcurrió mi infancia, a partir de los 6 años, hasta casarme a los 30 años. Allí pase mi infancia, juventud, mi adolescencia.

A mí, me encantó la casa, los dormitorios recibían sol. El living tenia unos muebles muy elegantes y más adelante, tuvimos un maravilloso piano “Steinway & Sons”, alemán, una joya que mi padre le compro a la tía Alicia Guerra. El living tenía una lámpara inglesa, como araña con 5 capelinas inglesas. Tenía una hermosa chimenea bordeada de madera con una madera arriba para poner adornos. Era negra de un material muy elegante. Alrededor tenía unos ladrillos acostados, bordeando la chimenea.

Era un inmenso cambio de esa casa, lúgubre, poca luz y vida, a esta más iluminada, más hermosa y elegante con techos altos.

Además el barrio era diferente, más bonito, más limpio, en cada casa en la vereda había un árbol, el vecindario era mucho mejor y no había que caminar tanto para encontrar un almacén, había muchos.

También había casas algunas más grandes y hermosas que la nuestra. La más grande pertenecía al Dr. Goyeneche.

Así, es que todos estábamos contentos, había colegios cerca, locomoción en la esquina.



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