Conmueve cómo Antonieta relata sus vivencias familiares desde el recuerdo de niña, desde la emocionalidad de una niña. Conmueve también cómo pese a que algunas de las experiencias que nos cuenta son tristes y dolorosas, el juicio implacable ante sus padres no está presente, al contrario, intenta rescatar lo mejor de ellos; sus cualidades, talentos y dones.
Este ejercicio para muchas personas no resulta tarea fácil, puesto que cuando pensamos en nuestros padres (o madres) nos cuesta mirarlos desde nuestra posición de adultos, generalmente los miramos desde la niña o el niño que estuvo a su cargo alguna vez, y que quizás no recibió todo el afecto o cuidados que requería, ya sea por ignorancia, por descuido o por problemas personales no resueltos que de alguna manera tiñeron todo el ambiente familiar impidiendo un contacto cariñoso.
“Nadie nos enseña a ser padres” es una frase muy común ampliamente difundida, que dice una verdad a medias, es cierto que no se enseña a ser padres ni a ser experto en el niño o niña que se está criando, pero también es cierto que todos tuvimos una madre o un padre, ya sea por la unión que da la sangre, por el amor que nos entregó un cuidador que sentimos tan intensamente que llegamos a otorgarle el nombre de padre o madre o por ver el hecho irrefutable de que tenemos vida y por ende provenimos de la unión de una mujer y un hombre. Y este hecho tiene la importancia de que sea como haya sido nuestra experiencia de hijo o hija, lo vivido deja un rastro en nuestro desarrollo como personas y por ende también en nuestra manera de imaginarnos la maternidad o paternidad y de vivirla.
Cuántas veces no se ha visto usted haciendo lo mismo con sus hijos, que su mamá o su papá hizo con usted, cuántas veces no dijo usted “no quiero ser como mi mamá” “nunca seré como mi papá” y al pasar de los años se va convirtiendo en la fiel copia. Algunos dicen que es la genética, otros dicen que es el ambiente, yo diré que vamos adquiriendo pautas de cómo ver y situarnos en el mundo, vamos aprendiendo en nuestra familia maneras de hacer las cosas, incluso vamos adquiriendo el tono emocional con el que se siente la vida, que a veces ni siquiera corresponde a nuestra verdadera esencia, a quien “siento realmente que soy”.
Por esta razón es importante revisarnos, tomarnos el minuto de preguntarnos ¿cómo me siento? Sin miedo a la respuesta, quizás si nos respondemos podremos tomar conciencia de nuestro sentir, de nuestros actos, de cómo nos afectan las cosas a nuestro alrededor y también de cómo nosotros afectamos a quienes nos rodean, quizás podremos descubrir cuánto de mi historia sigo cargando como un peso que me dificulta avanzar.
Nunca es tarde para reinventarse, para volver a empezar, para continuar un trabajo bien hecho, para cambiar.
Para finalizar le pregunto a usted que está leyendo ¿Cómo se Siente en este momento?
Estimada Fabiola:
ResponderEliminarmuchisimas gracias por este clarisimo aporte
Estoy confundida, por un lado encuentro toda la razon a los sicologos, pero por lo mismo que aportan no comprendo porque uno desde pequeña dice..¡nunca repetire lo de mis padre¡¡ Y luego uno repite el mismo comportamiento frente a todo¡¡
ResponderEliminarMuy bueno el aporte sicologico pero sigo sin comprender o como lograr no repetir el comportamiento de los padres.Que esta claro no tuvieron mala intencion en criarnos así..
solo no que no tenian un manual,
gracias por dejarme mas tranquila y no pensar que soy la unica que le ocurre.
POR OTRO LADO MUY BUENO EL CAPITULO, YO ME REI MUCHO
MUY VALIENTE TOÑI
BESOS
Y YA SALDRE DE MIS DUDAS
Estimadas amigas, estoy muy contenta que esta Biografia les este ayudando, pero me encantaria que algun varon tambien se intereszase conocer estos sufrimientos, preocupaciones, ansiedades, angustias que a veces escondemos las mujeres, muchas veces por miedo.
ResponderEliminarUna relacion llegara a ser mas plena, cuando nos complementemos mejor.
Inviten a sus esposos,pololos,amigos,a leer.