1953, 13 años
Recién hablo de mis padres; a los 13 años porque antes no tenía una noción muy clara de ellos. En Gorbea casi no los recuerdo (3-5 años) y antes de mis 13 años era una sensación distante con ellos, yo vivía en otro mundo sin tener una relación padre-hija.
Todo me lo guardaba y callaba, hacía todo lo que ellos querían, sin opinar como fue mi cambio de colegio por ej.: donde jamás se me preguntó si yo quería cambiarme.
Yo tenía siempre mucho miedo de contarles mis cosas a mis padres, solamente confiaba en mi nana María y en mi hermana Alicia para contarles los acontecimientos más importantes que me ocurrían. Yo diría que vivía como en el limbo, defendiéndome como podía de lo que no entendía: “Mi Soledad”.
Temía a mi padre y no entendía a mi madre. Es muy poco lo que puedo hablar de ellos, trataré de recordar la visión que de ellos tengo…
MI PADRE
Recuerdo a mi padre físicamente; en siglo XX, a partir de los 6 años. Era un hombre de facciones finas, buenmozo, tenía un cabello castaño claro, también muy fino, muy vanidoso de su persona, como todos sus familiares que por herencia eran muy bien parecidos.
Tenía una piel muy blanca y delicada, siempre se enorgullecía de la belleza de sus pies y manos. Eran manos y pies de caballero, decía; no de gañán, hasta decía que él nunca transpiraba y que sus pies jamás daban mal olor, que eso, era de rotos.
Vestía con elegancia dentro de sus posibilidades y era muy admirador de sus parientes de Concepción, eran verdaderos “ídolos” para él.
Le encantaba la buena mesa, comer bien, así se lucía con sus parientes de Concepción con los exquisitos platos de mi buena nana María y también con mi madre que era una gran cocinera.
Era un gran conversador, muy sociable y le gustaba tener siempre alojados en la casa. No recuerdo ya la cantidad de alojados que vivieron por años en nuestra casa; familiares, personas que él acogía por necesidad, era muy hospitalario, parecía una casa de pensión.
Las visitas eran más importantes que los hijos, a ellos se les daba siempre lo mejor, había que servirlos como reyes y la mesa se ponía de mantel largo, el disfrutaba con ellos de largas y amenas charlas; se divertía mucho. Hacía que mi mamá tocara el piano para que el tío Rafael cantara con ella, estas era una de las pocas veces que le pedía a mi Mamá que tocara.
Entonces Mamá se lucia...
Mi papá tenía también un gusto por la belleza que yo heredé. El se la pasaba pintando la casa, arreglándola, reparándola, le gustaba vivir en un lugar bonito y acogedor.
Hacía de todo; carpintería, pintura, arreglaba cualquier cosa que le pusieran por delante. Tapizaba muebles, ponía plantas y además amaba mucho a los animales, eso también yo lo heredé.
En casa yo recuerdo haber tenido: perros, gatos, caturras, loros, canarios amarillos y rojos, tortuga, zorzales, etc... Mi padre era muy trabajador, siempre estaba ocupado en su tiempo libre, con un sinfín de quehaceres domésticos. Llegaba del trabajo muy elegante y luego se ponía su ropa de trabajo, era muy hogareño.
Pero el mayor sueño de mi padre era ser “MÉDICO”.
Mi padre habría sido muy muy feliz si hubiera sido Médico, siempre estaba leyendo sobre medicina: tratamientos, remedios, primeros auxilios y tenía mucha paciencia con los enfermos, los cuidaba con esmero. Admiraba a los médicos profundamente, los consideraba como “seres superiores, llenos de virtudes, muy inteligentes y buenas personas”.
Nada lo hubiera hecho más feliz que alguno de sus hijos fuera Médico. Pero por desgracia ninguno nació con esa vocación.
¡¡¡¡ESA ERA SU GRAN FRUSTACIÓN¡¡¡¡
Yo no recuerdo en mi infancia haber sostenido, ni tampoco en mi juventud alguna conversación de padre e hija. No había una comunicación, más bien, un respeto. En algunas excepciones el compartía alguna cosa que le hacía gracia de mí.
Por ej.: siempre que se echaba a perder el tiempo y hacia frio, yo me entristecía y le decía; "Papá no me gustan los días inflados "(nublados: 6 años). Y él se reía mucho de mí con eso de los “días inflados”, le hacía mucha gracia la expresión.
También cuando yo le respondía a mi tía Marta que; “yo necesitaba pensar”. Eso le hizo siempre mucha gracia y decía: “¿qué vas a pensar tú? “, y se lo contaba a todos sus parientes.
Con mis hermanos mi padre tampoco conversaba, la hora de almuerzo se convertía en “puras reglas de etiqueta”, sobre todo con mi hermano Osvaldo. No recuerdo ninguna conversación de familia, solo correcciones: “baje los codos de la mesa”, “la sopa no se sorbe”, “anda a peinar esa chasca”. etc.
Recuerdo que María todos los días le hacía a mi padre leche asada porque tenía úlceras. Nunca olvidaré la eterna sensación de probar ese exquisito “flan de papá”.
María me decía “cuidadito con meter el dedo en el flan de su papá, ni se le ocurra”.
Ese postre se quedó grabado en mi memoria, como la “fruta prohibida”. El problema de mi papá para sanarse no era su régimen, porque eso no le costaba sino dejar “El Cigarro”, que le impedía curarse. Mi padre pasó toda su vida con la “leche de magnesia”. A veces se sujetaba el estómago con las manos de tanto dolor.
Con todo esto mi padre nunca quiso aceptar probar con “la hipnósis” que le ofrecía el doctor Maira, médico de la familia, que quería quitarle su adicción al cigarro. Recuerdo a mi padre toda la vida con acidez.
Mi papá era una persona muy aprensiva, nervioso, todo lo asustaba, se alteraba fácilmente, siempre andaba de mal humor por el dolor. Todas sus molestias iban a parar a su estómago.
Por otra parte el era una persona muy ordenada, precavida con el dinero. A pesar de ganar poco nunca dejamos de ir a veranear, salir a cenar a un restaurant en Año Nuevo o recibir juguetes para Navidad. Mi padre juntaba su dinero, con un año de anticipación, meticulosamente. Amaba en extremo lo bello; flores, cuadros, personas bonitas etc. Además también le gustaba ser “VETERINARIO”, atendía a todos los animales, los entablillaba, le hacía curaciones, le daba remedios, tratamientos a perros, gatos, pájaros, etc.
¡¡COMO ENFERMERO ERA INCREIBLE!!
Cuando mi hermano enfermó de tifus y bronconeumonía al mismo tiempo lo desahuciaron pero gracias a los cuidados de mi padre se sanó y salvó. El doctor Maira le decía a mi hermano; “el muerto resucitado”.
Lamentablemente mi padre este amor solo lo demostraba cuando nos enfermábamos, el resto del tiempo no era cariñoso ni demostrativo con sus hijos. Mi padre fue siempre un hombre extremadamente responsable con sus hermanos y familia.
El venía de una familia de pocos recursos y cuando murieron sus padres, el tenia 15 años y tuvo que enfrentarse con la responsabilidad de cuidar y educar a 4 hermanos menores (tío René, tío Lino, tía Anita y tía Teresa). No pudo continuar sus estudios ni casarse hasta ubicar a sus hermanos en algún trabajo. Pololearon con mi madre 10 años y solo se casó cuando todos sus hermanos ya tenían un trabajo y estuvieran casados.
Esta vida de mi padre con una juventud tan corta ya que tuvo que sostener una familia él solo no le permitió disfrutar ni divertirse prácticamente nada. Por eso era tan regañón y autoritario con sus hermanos; como un papá para ellos.
Luego se hizo responsable de la familia de sus hermanos fallecidos. Cuando falleció el tío Lino, el fue un segundo padre para mis primos y mi tía Lila siempre se apoyaba en él.
Ese fue mi Padre, un joven que se hizo hombre a muy temprana edad, que no recibió cariño ni apoyo solo asumió “responsabilidades “.
Yo agradezco a mi padre todo lo que me dio en la vida, el me dio “todo lo que me podía dar”
Algún día en el cielo nos conoceremos más
GRACIAS PADRE POR TODO LO BUENO QUE ME REGALASTE
Los Alojados de Papá
Año: 1949-1953, Edad: 9-13 años
Desde que yo tengo memoria en la casa de papá, siempre había alojados, difícil es nombrar la larga lista que yo recuerdo de pequeña:
Carlos Basaletti, tío Bagolini (el fantasma pianista), Berenice Rivas y su hermano, Carmen Montecinos, Cabo Lier, ect. Pero yo me voy a detener solo en dos, que tuvieron mayor relevancia para mí; Raquel y mi Tía Zulema que nombraré más adelante.
“Raquel, mi amiga Secreta”
Raquel fue una alojada de la casa por varios años. Yo tenía 9 años cuando llegó. Era una mujer humilde, sencilla, joven, de una familia de obreros de Concepción, que se vino a Santiago a trabajar en la fábrica de ampolletas Phillips como obrera. Ella ganaba muy poco, salía muy temprano a su trabajo y volvía tarde, cansada la pobre, por tantas horas de trabajo minucioso, agotador, armando ampolletas. Apenas comía rápidamente, luego tenía que lavar todas las tardes sus medias para el otro día y su ropa interior porque tenía muy poca. Luego que zurcía su ropa, planchaba su uniforme, lustraba sus zapatos, no le alcanzaba el tiempo para ninguna entretención, se acostaba y al otro día, lo mismo, era una vida extraordinariamente sacrificada, solitaria y rutinaria para obtener un sueldo miserable
Pero ella, tenía una “dignidad”, siempre impecable, correcta, educada, discreta, trabajadora, era toda una dama, aunque usaba todos los días la misma ropa, parecía que su ropa era nueva.
Mi padre la recibió en la casa, porque conocía a la familia que eran muy pobres pero dignos.
Raquel, era bajita, delgada, facciones agradables, tez blanca, muy tímida, callada, muy organizada con su poco dinero, tendría unos 25 años. Jamás nunca nadie en la casa tuvo ningún problema con ella, era de buen carácter.
La menciono en forma especial a ella, porque yo la admiraba mucho, su discreción para vestirse, su buen gusto, siempre lucia elegante, tenía lo que se dice: “Don de gente”.
Yo siempre la observaba, desde que llegaba y entraba a la casa, lo primero que hacía era ir al baño, lavarse las manos, arreglar su peinado y ponerse un poco de labial, luego se cambiaba los zapatos del trabajo, por unos para la casa, más cómodos, una ropa sencilla, pero correcta y luego se presentaba a saludar a mis padres.
Yo siempre quería entrar a su dormitorio, cuando llegaba, pero ella cerraba la puerta con llave, yo la escuchaba que hacia ruido en el ropero, como de paquetes, ella a veces llegaba con algún paquete pequeño.
Yo siempre quedaba curiosa por saber, qué traía en los paquetes y que tanto guardaba, pero nunca podía entrar.
Pero un día, Raquel salió al baño y yo me metí a su pieza a escondidas y quedé impresionada: ¡Había sobre la cama una muñeca y ropa de guagua rosada! Fui a tocarla y viene Raquel y me dice: ¡“No Toñi, no la toque”!. Yo me asusté, pregunte intrigada: ¿Para quién es esa muñeca? Ella como pillada en algo malo, respondió:
¿Juras que no se lo vas a decir a nadie?
“Lo juro”, respondí inquieta.
“Es para mi hija”, respondió.
¿Tienes una hija? Respondí asombrada, pero si ni siquiera tienes novio.
“No tengo, pero algún día lo voy a tener, me voy a casar, voy a tener hijos y como mi novio tampoco va a ser rico, yo lo estoy ayudando de a poco a formar nuestro hogar.
¿Ves todos esos paquetes?
“Todo eso lo he ido comprando de a poco para mi futuro hogar”
Yo menos mal, estaba sentada, sino me caigo al suelo de la impresión, me quedé boquiabierta. ¡Nunca imaginé que alguien hiciera una casa así, tan adelantada!
“Así tenemos que hacerlo los pobres, Toñita, juntar nuestras cositas de a poco, para el mañana”
Llena de curiosidad le pregunté; “¿Y puedo verlas?”. Dudó un instante, como quien muestra un gran tesoro, SU gran tesoro.
“Ay, Toñita, me dijo indecisa, nunca se las he mostrado a nadie, para que no se rían de mí”
Yo con vehemencia le dije: “¡Yo jamás me reiría de ti ¡ ¡Estás loca¡ Te juro que no se lo diré a nadie, te juro por Dios”
“Bueno, ya, te los mostraré, pero acuérdate que Dios castiga a quien jura en falso, si hablas, Dios te castigará”
“Lo juro, lo juro”, repetí
Nadie sabrá “nuestro secreto”. Bueno dijo, te voy a creer y empezó a sacar paquetes.
¡Quiero verlos todos! Exclamé, ansiosa. Está bien, pero ten cuidado, porque algunas cosas son muy delicadas. Fui abriendo los paquetes cuidadosamente, uno por uno. No podía creer, lo que veían mis ojos. Unos ajuares maravillosos de guagua, rosados, celestes, mamaderas, loza, vasos, panera, un mantel, una olla, un sartén, jarro para el agua, sábanas, servicios, un cubrecama de dos plazas precioso y una frazada.
¡Todo tan bonito, con tan buen gusto! Yo no salía de mi asombro,
¿Cómo había podido comprar todo eso, con su sueldo de obrera tan pequeño? La abracé con emoción y admiración y le dije:
“¡Te felicito, eres una hormiguita!”
Era la primera vez que yo vi llorar a Raquel, luego me besó y me abrazó.
“Gracias, yo quiero tener una hija como tú, será nuestro secreto, nadie más lo sabrá”
Y nos fuimos juntas, me abrazaba una y otra vez.
Pasó varios años Raquel, juntando cosas para su hogar, en secreto, solo yo entraba en la tarde y conversábamos, me mostraba todo lo que iba comprando. Estas visitas se transformaron en un verdadero ritual.
Un buen día, la vi salir muy perfumada, con su mejor vestido, arreglada y nerviosa. No me dijo nada, yo quedé intrigada para ¿donde iría?, pero pasaron muchos días y ella periódicamente salía y no me contaba dónde.
Hasta que un día, me enteré, que tenía un novio y se quería casar con ella. ¡También era obrero y muy trabajador y así fue, se casaron, ella tenía casi todo para su futuro hogar como había soñado, todas sus ilusiones se realizaron.
Se fueron a vivir cerca del lago Llanquihue, él consiguió trabajo en una granja y ella cuidaba la casa, daba de comer a los animales. Nos enviaron una foto con el lago al fondo y ella con una guagua en brazos, sonriendo feliz, junto a su esposo buenísimo que le tocó. Yo pensaba, que ella trabajó tanto para salir adelante, todo el sacrificio fue premiado en gran medida. Tuvo casa, familia, hijos y trabajo en un lugar maravilloso. Todo ocurrió como en los cuentos.
Yo le estoy muy agradecida a Raquel, por enseñarme que con perseverancia, Fè, todo se puede alcanzar, hasta lo más imposible.
Ella fue una de las personas que yo mas admiré en mi infancia: “Mi amiga secreta”
Un papá genial, muy inteligente, un orgullo no?
ResponderEliminarsiguiendo siempre
Fran
Hola yo aqui nueva, me parece extraordinaria esa mujer;Raquel, todo un ejemplo para uno que vive reclamando y no saca provecho de lo que tiene.¿que suerte que la tuviste cerca tuyo!
ResponderEliminarun real angel como tu dices.
Tu padre me parecio muy comico era como maestro para todo jajaja,
el blog esta genial , los dibujos muy lindos y coloridos,
felicidades
Agradesco todos los comentarios que han puesto en el blog,me animan a continuar con sus felicitaciones y entusiasmo con que lo siguen
ResponderEliminarEl grupo: mi esposo James, mi hija Kathleen y mis sicologos Fabiola y Miguel
¡GRACIAS!=)