Mi tío René, hermano de mi papá, vivía en Concepción y cuando venía a Santiago, lo único que le interesaba era divertirse, le encantaba ir al “Club Hípico”, al “Bim-Bam-Bum”, la vida nocturna, ir a Restaurant etc.
Tenía un amigo que lo acompañaba en todas sus salidas: Don Humberto Duvauchelle, padre de los actores de la “Compañía de los cuatro”, ellos eran franceses.
Esa familia eran amigos nuestros, la esposa de Don Humberto, Sra. Nina, amiga de mi mamá, los 3 hermanos Duvauchelle, amigos de Alicia y María Elena y Tito, amigos míos.
Cada vez que ellos iban a nuestra casa nos divertíamos mucho y cuando venía a visitarnos el tío René, casi siempre, él y Don Humberto, tenían alguna historia divertida que contar.
Un día contaron que salieron juntos de “farra” y cuando volvían del Club Hípico, medio mareados a las 5 de la mañana, venían felices cantando, a plena voz, que habían ganado150 pesos, en los caballos.
Los dos amigos abrazados caminando con dificultad cantaban:
“Platónico, platónico, gracias por el billetito caballito bendito” y mostraban el billete, felices.
De pronto, dos hombres, los atajan en una calle obscura y los apuntan con un cuchillo: "A ver, a ver, muéstreme el billetito angelitos benditos" y se reían.
Los dos curaditos, se detuvieron sorprendidos y pararon bruscamente el cantito. Don Humberto, que siempre fue muy conciliador les dijo: “¿Cual es el problema amigo? Si todos podemos compartir, alcanza para todos”
“Pero es que a mí no me gusta repartir, dijo, el delincuente con el cuchillo, saltarín el billetín no más, si no quieres que te corte el paño” amenazó, poniéndole el cuchillo en el rostro.
Don Humberto aterrorizado respondió: “Está bien, está bien, aquí lo tienen” y se lo pasó, de inmediato.
“Hasta luego” Dijo el tío René, que lo único que quería era, arrancar, pero el tipo se le acercó más y le dijo: “Espera, espera canario, sabís que no está nada malo este ternito, te lo vay sacando nomás” y el pobre tío comenzó en plena calle a desvestirse, hasta quedar en calzoncillos, hasta los zapatos, se los quitaron a los dos.
Cuando se vieron solos, se miraron a pata pelada y en calzoncillos, tiritando de frío. Pensaron un momento y el tío dijo a Don Humberto:
“Hagamos que somos deportistas compadre, vámonos trotando, por el medio de la calle”
Eso hicieron y se fueron trotando hasta llegar a casa de Don Humberto, tocaron el timbre apurados, Don Humberto gritó: “¡Nina, Nina!”
Se asomó la Sra. Nina por la ventana y al verlos sin ropa exclamó:
¡“Dios mío, lo que me faltaba”! Salió de la ventana y al revés de lo que ellos esperaban que les abriría la puerta, ella fue a buscar frazadas y se las tiró del segundo piso por la ventana y dijo:
“Para que no se congelen, par de sinvergüenzas” y cerró la ventana con furia.
Ante tal ruido y alboroto, Humberto y Héctor, se levantaron a averiguar qué pasaba y se asomaron a la ventana, viendo a su Padre, al tío, en calzoncillos, lo mejor que se les ocurrió hacer es largarse a reír como locos.
Don Humberto suplicaba que les abriesen la puerta, pero conociendo el carácter de su mamá ninguno de los dos, se atrevía a desobedecer sus órdenes.
“Ábreme Humbertito por favor, decía don Humberto, nos estamos congelando”
Le suplicaba a Humberto hijo porque sabía que era más débil de carácter. ¡Era un espectáculo ridículo!
Humbertito conmovido fue a abrirles la puerta, en puntas de pie, los hizo entrar en silencio, los escondió en un closet, para que su mamá no los viera, les trajo vino y sándwich y les rogó que no hicieran ningún ruido para que la señora Nina no se diera cuenta, que él había desobedecido sus órdenes.
Al día siguiente la señora Nina los pilló durmiendo en el closet, comprendió que Humbertito, los había hecho entrar. Los despertó y les dijo:
“Levántense de ahí, par de idiotas, vayan a bañarse y vengan a tomar desayuno”
Y regañando por el pasillo advirtió:
"Y no me cuenten ninguna historia, ni me hagan ninguna promesa"
Los dos curaditos, se detuvieron sorprendidos y pararon bruscamente el cantito. Don Humberto, que siempre fue muy conciliador les dijo: “¿Cual es el problema amigo? Si todos podemos compartir, alcanza para todos”
“Pero es que a mí no me gusta repartir, dijo, el delincuente con el cuchillo, saltarín el billetín no más, si no quieres que te corte el paño” amenazó, poniéndole el cuchillo en el rostro.
Don Humberto aterrorizado respondió: “Está bien, está bien, aquí lo tienen” y se lo pasó, de inmediato.
“Hasta luego” Dijo el tío René, que lo único que quería era, arrancar, pero el tipo se le acercó más y le dijo: “Espera, espera canario, sabís que no está nada malo este ternito, te lo vay sacando nomás” y el pobre tío comenzó en plena calle a desvestirse, hasta quedar en calzoncillos, hasta los zapatos, se los quitaron a los dos.
Cuando se vieron solos, se miraron a pata pelada y en calzoncillos, tiritando de frío. Pensaron un momento y el tío dijo a Don Humberto:
“Hagamos que somos deportistas compadre, vámonos trotando, por el medio de la calle”
Eso hicieron y se fueron trotando hasta llegar a casa de Don Humberto, tocaron el timbre apurados, Don Humberto gritó: “¡Nina, Nina!”
Se asomó la Sra. Nina por la ventana y al verlos sin ropa exclamó:
¡“Dios mío, lo que me faltaba”! Salió de la ventana y al revés de lo que ellos esperaban que les abriría la puerta, ella fue a buscar frazadas y se las tiró del segundo piso por la ventana y dijo:
“Para que no se congelen, par de sinvergüenzas” y cerró la ventana con furia.
Ante tal ruido y alboroto, Humberto y Héctor, se levantaron a averiguar qué pasaba y se asomaron a la ventana, viendo a su Padre, al tío, en calzoncillos, lo mejor que se les ocurrió hacer es largarse a reír como locos.
Don Humberto suplicaba que les abriesen la puerta, pero conociendo el carácter de su mamá ninguno de los dos, se atrevía a desobedecer sus órdenes.
“Ábreme Humbertito por favor, decía don Humberto, nos estamos congelando”
Le suplicaba a Humberto hijo porque sabía que era más débil de carácter. ¡Era un espectáculo ridículo!
Humbertito conmovido fue a abrirles la puerta, en puntas de pie, los hizo entrar en silencio, los escondió en un closet, para que su mamá no los viera, les trajo vino y sándwich y les rogó que no hicieran ningún ruido para que la señora Nina no se diera cuenta, que él había desobedecido sus órdenes.
Al día siguiente la señora Nina los pilló durmiendo en el closet, comprendió que Humbertito, los había hecho entrar. Los despertó y les dijo:
“Levántense de ahí, par de idiotas, vayan a bañarse y vengan a tomar desayuno”
Y regañando por el pasillo advirtió:
"Y no me cuenten ninguna historia, ni me hagan ninguna promesa"
JAAJJAJAJA
ResponderEliminarME REI MUCHO CON ESTE CAPITULO
¡¡¡GENIAL EL PAR DE AMIGOS!
MUY BUENO EL BLOG
CADA DIA MEJOR
LOS DIBUJOS GENIALES
FELICITACIONES