jueves, 24 de junio de 2010

CAPITULO 30: “Mi hermana Alicia, La Confesión”

1952, 12 años

   Miles son las anécdotas de mi hermana Alicia en el Colegio Compañía de María. Me referiré a una de ellas, para dar solo una pincelada de su personalidad peculiar.
   Mi hermana cada vez que las monjas iban a la sala de clases a preguntar quién se quería confesar en clases de Matemáticas, ella era la primera en salir a confesar sus pecados.

   Luego, llegando al Confesionario el Padre decía: “ave María Purísima”, respondía ella: “Sin Pecado Concebida”
   “¿Hace cuánto tiempo que no se confiesa?”
   “Hace como tres meses”
   “Bien, diga sus pecados”

   Entonces mi hermana, que quería escapar el mayor tiempo posible de la clase de matemáticas, no hallaba de donde inventar tantos pecados y no se le ocurrió mejor idea que leer el MISAL y enumerar todos los pecados que figuraban allí de los mandamientos:

Me acuso Padre de:
1º “No amar a Dios sobre todas las cosas”, porque me gusta mucho mas pasarlo bien que venir a misa.
2º “Santificar las fiestas”, yo tampoco voy nunca a misa, me aburro con el curita que dice “orate frates”

“Pero niña”, dice el Padre, “¡Así no se habla de un consagrado y de la Santa Misa!”

3º “No jurar su santo nombre en vano”, yo paso jurando en vano y digo puras mentiras pero cruzo los dedos no más.

¡Eso es muy grave, te puedes condenar!
¡En penitencia rezaras un rosario!

Tampoco honro Padre y Madre.

¡Y tampoco honras a tus padres!

“¡No porque mis padres no me honran a mí y mi madre dice puras mentiras!”

“Los hijos no juzgan a sus padres”, dice el Padre indignado.
“¡Además los padres no honran a sus hijos!”

“¿Padre, qué es Honra?”

“Respetar, los padres te tienen que educar, no respetar a ti, ¡Mira que idea!
“Qué mas”

No Mentir (5º mandamiento)
“¡Yo miento mucho Padre, porque es mucho más entretenido, como en las NOVELAS!”

¡Las novelas son puras mentiras!
“¡Que cosas tienes en la cabeza!

“¡Además yo soy adúltera!”

¿Adúltera?, responde el Padre asombrado
¿Pero qué dices niña, estás loca?

¡Sí, yo he adulterado un montón de veces!
Responde Alicia con orgullo.

   Entonces el Padre saca la cabeza del Confesionario, para ver, quien era la niña que se estaba confesando y exclama:    “¿Alicia eres tú?”
   Debí imaginarlo, vas a ver.
   “¡Ándate a tu clase, de matemática, chiquilla de porquería!”
   "¡Y sacando la mano, le dé un buen palmazo en la cara!"

Se acabo la confesión.






“MI HERMANA ALICIA; EL CLAUSTRO”

1953, 13 Años

   Mi hermana en el Colegio “Compañía de María” tenía 2 grandes amigas con las que hacía toda clase de locuras, del mismo ingenio que ella.
   Era una Turca, Musalem, bien gorda y Soledad Lataste, compañeras de curso, bien flaca.  Alicia, en el Colegio también era gorda, se la pasaba comiendo con las Internas en los patios.

   Un día la Madre Paz, para intimidar a las alumnas, de no entrar jamás al CLAUSTRO, por si acaso, alguna tuviese curiosidad, les contó al curso de Alicia, la historia de las “MONJAS SIN CARA”, para causarles temor. Ella decía que en el “Claustro”, había unas “MONJAS SIN CARA”, que se aparecían a cualquiera que se metiera al “Claustro”.

   Alicia y sus amigas, igual de imaginativas y curiosas que ella, comentaban en el patio, como serian esas “MONJAS SIN CARA”. Y aunque les asustaba, que alguna “MONJA SIN CARA”, se les apareciese, era mayor que el miedo, la “CURIOSIDAD”.

Un día decidieron, meterse a escondidas al CLAUSTRO, para conocer esas “MONJAS ATEMORIZANTES”. Las 3 fueron a escondidas, tapadas con la capa, pasaron por la Iglesia, se persignaron y abrieron la puerta que decía un letrero:
                              “CLAUSTRO, PROHIBIDA SU ENTRADA”

   Ese título de “PROHIBIDO”, era un, estimulo poderoso para las 3 investigadoras, que las llamaba con mayor fuerza a entrar. Una vez abierta la puerta, vieron una escalera caracol estrecha, se miraron, preguntándose tácitamente, quién iba primero. Después de un momento de meditación y temor, incertidumbre, la Musalem dijo:

Yo Subo primero, si veo algo, les aviso

   Las otras 2 asintieron con la cabeza, y partió la caravana, Musalem, delante, luego Alicia y al final Solange, que era la más tímida del lote. Había un silencio sepulcral, unos muros blancos, sin adornos, algo obscura la escalera, y los peldaños crujían. Subieron lentamente, muertas de susto, hasta llegar al 2º piso. No había nadie.
   Abrieron una puerta y había solo una pieza chica, con una cama, un velador, una silla, una Biblia y un crucifijo en la pared. ¡Un silencio total, ni un alma!  Se agarraban unas a otras, temblando.

“¡Aquí no hay nadie!”, dijo Musalem.
   De pronto aparece una monja con el rostro cubierto con un velo, que al verlas, dio un brinco de sorpresa y preguntó:
   “¿A quién buscan?”.
Se volvieron las tres investigadoras, al ver aquella aparición espantable.

“¡LA MONJA SIN CARA!”, ante ellas.

   Las tres, quedaron paralizadas de terror y Musalem toma la iniciativa y emprende la fuga, seguida por Alicia y Solange que por el susto, no se podía casi mover y se comenzó a hacer pichí. Musalem se tiró escalera abajo y como era tan gorda, no pasaba bien por la escalera caracol tan estrecha y se iba dando de porrazos y cabezazos contras los peldaños y la baranda de fierro y gritaba:
NO ME IMPORTA EL DOLOR, NO ME IMPORTA EL DOLOR”, y daba bote y bote, mientras se cabeceaba y golpeaba en cada peldaño al caer. Detrás de ella, se tiró Alicia de cabeza que también era gorda y bajaba los peldaños, encima de la guata de Musalem, golpeándose bárbaramente, la cabeza contra los fierros y azotándose contra los muros, piernas, cuerpo, cabeza, gritando, histérica hecho una bola humana rodando con Musalem.  Solange, parada en la escalera, arriba, sin reacción, paralizada de terror, no atinaba a bajar, parecía la mujer de piedra, desde lo alto, mirando la escena.

   De pronto, la “MONJA SIN CARA”, se acerca a mirar a las 2 que iban rodando y le dice a Solange:
   “¡Pero Dios mío, esas criaturas, se van a matar!”

    Al verla, y escucharla a su lado, Solange, reaccionó con tal pánico, que se lanzó escalera abajo, rodando velozmente y cayendo sobre Musalem y Alicia, mojándolas enteramente de pichí y gritando como histérica: “MAMA, MAMACITA
   Llegaron al fin, abajo, las tres, casi no se podían parar. Estaban todas aporreadas, chasconas, moreteadas, cochinas, con las rodillas rotas, los brazos moreteados y mas encima, “MEADAS” hasta más no poder.
   Se levantaron, secaron sus lágrimas, se acomodaron, se limpiaron lo mejor que pudieron y sin hablarse, entraron a la Iglesia por donde habían venido, vieron a una monja, pero no se detuvieron, se cubrieron con las capas y salieron en fila india, por el pasillo central de la Iglesia, ni siquiera se inclinaron.
   Llegaron al patio y se fueron tiritando al baño a lavarse, peinarse, limpiar las heridas. Todo en absoluto silencio.  Luego de terminar de asearse Alicia preguntó: “¿Qué haremos ahora?”   Solange, estaba blanca como un papel.
   Musalem dijo: “Tenemos que meternos en la clase a escondidas, que no nos vean, que nadie note, que no estábamos, porque seguro, van a buscar a las alumnas que fueron al “Claustro”
   “Si”, respondió Alicia, “Nadie lo tiene que saber, vamos a la sala y entramos gateando no más”.
   “¿Oíste Solange?”, dijeron.
   “Si”, respondió Solange, tiritando como un pollo entumido.

   Así lo hicieron, entraron por la puerta de atrás de la sala gateando y se sentaron en clase.
   ¡Aquí no ha pasado nada!
   Pasado un rato, apareció MADRE PALMA, PREFECTA del Colegio, entró en la clase y preguntó: ¿“De aquí son las alumnas que entraron al CLAUSTRO?, levántense”
   Había un cerrado silencio en la sala, todas se miraron, nadie dijo nada.
   La madre, de Labores, ni se dió cuenta de nada.
   MADRE PREFECTA esperó, luego se fue.
   Todo quedó en el más absoluto silencio.
   “¿Supo la Prefecta quienes eran o no?”
   “¿Guardó silencio y no quiso echarlas?”

MISTERIO….




Mi Hermana Alicia; “Muerte de San Francisco Javier”

1953, 13 años

   Un día mi hermana Alicia cuando ella tenía 16 años las monjas del colegio le contaron la historia de la muerte de San Francisco Javier; jesuita que fallece de una enfermedad cuando estaba catequizando en China. Fue una muerte muy impresionante para mi hermana, que no se le ocurrió ninguna idea mejor, que representarla teatralmente en su curso, ante sus compañeras.


   Se compenetro tanto del personaje que para caracterizarlo mejor, hasta se cortó su lindo cabello rizado y se hizo tonsura como jesuita.
   Se cortó el cabello como basenica con un hoyo al medio y se puso un traje café con un cordel de cinturón, chalas y un rosario.

   Todas las compañeras estaban fascinadas, muertas de la risa, ante la representación dramática de la muerte del santo por Alicia, que tiritaba, ponía los ojos blancos, se desmayaba, se iba cayendo al suelo, el santo parecía que tenia epilepsia.

   Era todo un espectáculo ver a Alicia con ese corte de pelo espantoso y toda aquella indumentaria. En eso, aparece la Madre Paz, en la puerta de la sala, que no sabía qué estaba pasando y se encuentra con la actriz en plena actuación. Se quedó paralizada, muda en el umbral, viendo la actuación de mi hermana.  No podía creer el extremo que había llegado Alicia, de cortarse el pelo para burlarse del santo.
   Cuando llegó al límite de la tolerancia, interrumpió a la dramaturga con un grito: "¡Alicia, usted otra vez, falta de respeto sin nombre!", “¡a la prefectura! “

¡Y se acabó abruptamente la magistral interpretación!

   ¡Uhhh!, reclamaron las compañeras mirando a la Madre Paz, desaprobándola. Alicia se levantó del suelo, sorprendida infraganti, no le quedó más remedio que seguirla a la prefectura.
   Era Prefecta del colegio: la Madre Palma; una religiosa que había ayudado muchas veces a mi hermana a librarse de castigos, pero esta vez, Alicia iba asustada, se había pasado de la falta de respeto. Entró Madre Paz a la Prefectura primero, le explicó indignada a la Prefecta, la burla de Alicia a un santo tan importante. Gritaba; “! Échela, échela, esto es el colmo ¡”

   Madre Palma escuchó todo lo que la Madre Paz gritó y muy seria respondió: “haga pasar a la alumna, usted puede retirase”. Salió furiosa, farfullando Madre Paz: ¡estos malos elementos hay que eliminarlos! Alicia parada en la puerta, agachó la cabeza en actitud arrepentida. Esperó que saliera la Madre Paz y la Prefecta dice: “pase Alicia, cierre la puerta”. Entró Alicia muy cabizbaja.

Siéntese”, dijo la Madre muy seria. Se sentó mi hermana nerviosa, mirando apenas a la Madre y dijo:

disculpe Madre, no fue mi intención burlarme del Santo, es solo que estaba impresionada”, dijo afligida.

La Madre dijo muy seria: “Mire Alicia, usted me ha dado miles de veces la misma disculpa; no fue mi intención…, pero continúa dando problemas, sin medir las consecuencias de sus actos.

¿Qué puedo hacer con usted?

   La Madre se sujetó la cabeza pensando, mirando a Alicia y moviendo la cabeza.  Yo no quiero hacer sufrir a su madre, expulsándola del colegio por estas conductas suyas pero le daré una última oportunidad, no sé qué pasa con usted Alicia mire qué ha hecho con su pelo, dijo moviendo nuevamente la cabeza y sujetándosela.
   Mire, vamos a hacer algo, usted repita aquí lo que usted estaba haciendo en la sala tal cual, yo la veré actuar y si me río, le daré una segunda oportunidad. Vaya a vestirse como estaba, yo la espero.
   Alicia no podía caber en su asombro y partió a disfrazarse al baño y volvió donde la Madre a repetir su actuación.

   La madre la miró, sin poder contener su asombro, se ubicó en su asiento y le dijo: “comience”. Comenzó Alicia a hacer su actuación de la muerte del santo. La Prefecta se tapó la boca para no reírse, porque ella además de profesora de Psicología era muy joven y tenía mucho aprecio a Alicia, la conocía muy bien. Ella sabía la cabeza fantástica que tenía mi hermana y la comprendía, de hecho la había perdonado muchas veces.

   Pero ahora su falta de respeto estaba siendo mal ejemplo para sus compañeras, además Madre Paz era una monja a la antigua, ¿Qué podría entender? Era un verdadero escándalo para ella.

   En la escena final de la muerte, la Madre Palma no se contuvo y se sonrió tapándose la boca para disimular. “Ya basta” le dijo. Está bien, trataré por última vez de perdonarla, no sé cómo voy a salir de este problema por su causa pero que le quede claro: “será la última vez que usted me dá problemas, ¿entendido?”. Si Madre, respondió Alicia presurosa. “¡Gracias Madre, yo le prometo que esto no volverá a pasar! “.
   Al levantarse Alicia, Madre Palma le dijo: “usted debería ocupar su talento en algo relacionado con Artes, no andar burlándose de los santos, me oyó?”
“Si Madre, si Madre” respondió Alicia y salió rápido.

Nota: Mi hermana a los 17 años, entro al Conservatorio a estudiar CANTO, tiene una maravillosa voz.




6 comentarios:

  1. Que importante resultan a veces los hermanos, Alicia fue muchas veces un apoyo y guía invaluable. Sus consejos y su capacidad de infundir valentía y arrojo, demostrada en sus travesuras de niña que tanta admiración causaron a su hermana, hicieron que Antonieta consiguiera movilizarse y aprovechara algunas de las más cruciales oportunidades que por miedo no se atrevía a tomar. En los capitulos posteriores iremos observando como la personalidad de Alicia parece opuesta y complementaria a la de Antonieta. Asi como en la caída del caballo, Alicia tendía a la rabia y a defenderse, mientras que su hermana tendía al temor y a replegarse. Este tipo de polarizaciones se da a menudo en las familias, los niños y niñas asumen roles, con los que se delinean poderosamente sus posibilidades y actitudes dentro de la familia. En general es importante comprender y superar esas posiciones, pues al trascenderlas se logra integrar la personalidad y ser una persona completa. Con los años y las diferentes terapias Antonieta incorporó algunos rasgos que ella veía como "propios" de su hermana que era la "valiente", pudo también ser valiente como ella y conseguir una libertad insospechada.

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  2. FERNANDA URREJOLA29 de junio de 2010, 9:03

    JAJAJAJAJA, GENIAL!!! GENIAL!! EL CAPITULO,
    ME REI MUCHISIMO
    GRACIAS
    FER

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  3. Me reii mucho, sobretodo con la monja sin cara , perecia loka riendome del pc en la oficina,
    siempre un agrado cada capitulo
    un gusto Antonieta

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  4. Me encanta este blog, siempre algo diferente.
    Me gusta todo lo triste que te enseña y lo alegre que te saca de la rutina del dia
    saludos!!

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  5. No puedo parar de reir, la tía Alicia siempre genial, a mi también me pasaba que mi hermana era la de las decisiones y la de la personalidad, ella siempre me defendía y yo estaba bajo su alero, quizá los hermanos mayores obligadamente tienen que ser fuertes y los menores estamos a la sombra, mal por nosotros que nos cuesta más la vida...

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  6. Que gusto recibir los comentarios de todos! Claudia querida, sin duda alguna tu puedes salir de esa posición, no tiene nada de malo contar con el apoyo de un hermano mayor, pero no por eso vives a su sombra, tienes que romper con esa idea, no es algo dado, solo es algo cultural ligado a la costumbre del mayorazgo.

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