jueves, 3 de junio de 2010

La soledad, la sensación de vacío.


Aunque lúdico, el relato del cambio de colegio refleja un profundo dolor. Muchas veces los cuidadores o padres subestiman la importancia del ambiente, las rutinas y los hábitos en los niños. Es un fenómeno habitual que las personas se confundan ante la precocidad con que muestran algunos niños pensamientos aparentemente adultos, creyéndolos capaces de comprender más allá de sus posibilidades neurológicas. Un niño o niña de 10 años puede sonar como adulto, exigir como adolescente y ser dependiente como un infante, pero es un niño o una niña de 10 años.
En esta etapa podemos apreciar el comienzo del desarrollo de pensamiento abstracto, a lo menos en el caso de Antonieta, se evidencia el comienzo de la capacidad de introspección, es decir, la capacidad de poder mirarse a sí misma.
Hasta antes de esta etapa, los niños sólo son capaces de comprender las cosas de manera concreta, no se puede ni pensar en el futuro, ni en lo que fue el pasado, sólo se vive en el presente.
En este capítulo podemos ver que comienza el cuestionamiento respecto del sentido de los cambios, comienzan las dudas sobre el propósito de las acciones de las personas significativas; su madre y padre.
Las buenas intenciones pueden transformarse en vivencias muy positivas, siempre y cuando puedan ser comprendidas por los niños, la comunicación entre quienes componen una familia es primordial. Y al hablar de comunicación hablamos de compartir en profundidad las experiencias y sentimientos, el hecho de verse en el transcurso del día no significa estar juntos o compartir. Las miradas, los gestos, los modos de hacer las cosas; todo comunica.
Cuando la comunicación es poco fluida y los motivos de las acciones se van sintiendo cada vez más alejadas de uno mismo y sin sentido comprensible, la soledad y el aislamiento comienzan a formar parte importante del mundo interior, las únicas explicaciones posibles ante la imposibilidad de integrarse son “no soy capaz” o “no soy lo suficientemente buena”. Pues en la mente de un niño o niña no se contempla el hecho de que son los adultos los que le tienen que enseñar a vivir y desenvolverse en el mundo.
Este hecho va generando una merma importante en la autoestima y una difícil construcción de identidad más adelante en la adolescencia.

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