jueves, 24 de junio de 2010

CAPITULO 30: “Mi hermana Alicia, La Confesión”

1952, 12 años

   Miles son las anécdotas de mi hermana Alicia en el Colegio Compañía de María. Me referiré a una de ellas, para dar solo una pincelada de su personalidad peculiar.
   Mi hermana cada vez que las monjas iban a la sala de clases a preguntar quién se quería confesar en clases de Matemáticas, ella era la primera en salir a confesar sus pecados.

   Luego, llegando al Confesionario el Padre decía: “ave María Purísima”, respondía ella: “Sin Pecado Concebida”
   “¿Hace cuánto tiempo que no se confiesa?”
   “Hace como tres meses”
   “Bien, diga sus pecados”

   Entonces mi hermana, que quería escapar el mayor tiempo posible de la clase de matemáticas, no hallaba de donde inventar tantos pecados y no se le ocurrió mejor idea que leer el MISAL y enumerar todos los pecados que figuraban allí de los mandamientos:

Me acuso Padre de:
1º “No amar a Dios sobre todas las cosas”, porque me gusta mucho mas pasarlo bien que venir a misa.
2º “Santificar las fiestas”, yo tampoco voy nunca a misa, me aburro con el curita que dice “orate frates”

“Pero niña”, dice el Padre, “¡Así no se habla de un consagrado y de la Santa Misa!”

3º “No jurar su santo nombre en vano”, yo paso jurando en vano y digo puras mentiras pero cruzo los dedos no más.

¡Eso es muy grave, te puedes condenar!
¡En penitencia rezaras un rosario!

Tampoco honro Padre y Madre.

¡Y tampoco honras a tus padres!

“¡No porque mis padres no me honran a mí y mi madre dice puras mentiras!”

“Los hijos no juzgan a sus padres”, dice el Padre indignado.
“¡Además los padres no honran a sus hijos!”

“¿Padre, qué es Honra?”

“Respetar, los padres te tienen que educar, no respetar a ti, ¡Mira que idea!
“Qué mas”

No Mentir (5º mandamiento)
“¡Yo miento mucho Padre, porque es mucho más entretenido, como en las NOVELAS!”

¡Las novelas son puras mentiras!
“¡Que cosas tienes en la cabeza!

“¡Además yo soy adúltera!”

¿Adúltera?, responde el Padre asombrado
¿Pero qué dices niña, estás loca?

¡Sí, yo he adulterado un montón de veces!
Responde Alicia con orgullo.

   Entonces el Padre saca la cabeza del Confesionario, para ver, quien era la niña que se estaba confesando y exclama:    “¿Alicia eres tú?”
   Debí imaginarlo, vas a ver.
   “¡Ándate a tu clase, de matemática, chiquilla de porquería!”
   "¡Y sacando la mano, le dé un buen palmazo en la cara!"

Se acabo la confesión.






“MI HERMANA ALICIA; EL CLAUSTRO”

1953, 13 Años

   Mi hermana en el Colegio “Compañía de María” tenía 2 grandes amigas con las que hacía toda clase de locuras, del mismo ingenio que ella.
   Era una Turca, Musalem, bien gorda y Soledad Lataste, compañeras de curso, bien flaca.  Alicia, en el Colegio también era gorda, se la pasaba comiendo con las Internas en los patios.

   Un día la Madre Paz, para intimidar a las alumnas, de no entrar jamás al CLAUSTRO, por si acaso, alguna tuviese curiosidad, les contó al curso de Alicia, la historia de las “MONJAS SIN CARA”, para causarles temor. Ella decía que en el “Claustro”, había unas “MONJAS SIN CARA”, que se aparecían a cualquiera que se metiera al “Claustro”.

   Alicia y sus amigas, igual de imaginativas y curiosas que ella, comentaban en el patio, como serian esas “MONJAS SIN CARA”. Y aunque les asustaba, que alguna “MONJA SIN CARA”, se les apareciese, era mayor que el miedo, la “CURIOSIDAD”.

Un día decidieron, meterse a escondidas al CLAUSTRO, para conocer esas “MONJAS ATEMORIZANTES”. Las 3 fueron a escondidas, tapadas con la capa, pasaron por la Iglesia, se persignaron y abrieron la puerta que decía un letrero:
                              “CLAUSTRO, PROHIBIDA SU ENTRADA”

   Ese título de “PROHIBIDO”, era un, estimulo poderoso para las 3 investigadoras, que las llamaba con mayor fuerza a entrar. Una vez abierta la puerta, vieron una escalera caracol estrecha, se miraron, preguntándose tácitamente, quién iba primero. Después de un momento de meditación y temor, incertidumbre, la Musalem dijo:

Yo Subo primero, si veo algo, les aviso

   Las otras 2 asintieron con la cabeza, y partió la caravana, Musalem, delante, luego Alicia y al final Solange, que era la más tímida del lote. Había un silencio sepulcral, unos muros blancos, sin adornos, algo obscura la escalera, y los peldaños crujían. Subieron lentamente, muertas de susto, hasta llegar al 2º piso. No había nadie.
   Abrieron una puerta y había solo una pieza chica, con una cama, un velador, una silla, una Biblia y un crucifijo en la pared. ¡Un silencio total, ni un alma!  Se agarraban unas a otras, temblando.

“¡Aquí no hay nadie!”, dijo Musalem.
   De pronto aparece una monja con el rostro cubierto con un velo, que al verlas, dio un brinco de sorpresa y preguntó:
   “¿A quién buscan?”.
Se volvieron las tres investigadoras, al ver aquella aparición espantable.

“¡LA MONJA SIN CARA!”, ante ellas.

   Las tres, quedaron paralizadas de terror y Musalem toma la iniciativa y emprende la fuga, seguida por Alicia y Solange que por el susto, no se podía casi mover y se comenzó a hacer pichí. Musalem se tiró escalera abajo y como era tan gorda, no pasaba bien por la escalera caracol tan estrecha y se iba dando de porrazos y cabezazos contras los peldaños y la baranda de fierro y gritaba:
NO ME IMPORTA EL DOLOR, NO ME IMPORTA EL DOLOR”, y daba bote y bote, mientras se cabeceaba y golpeaba en cada peldaño al caer. Detrás de ella, se tiró Alicia de cabeza que también era gorda y bajaba los peldaños, encima de la guata de Musalem, golpeándose bárbaramente, la cabeza contra los fierros y azotándose contra los muros, piernas, cuerpo, cabeza, gritando, histérica hecho una bola humana rodando con Musalem.  Solange, parada en la escalera, arriba, sin reacción, paralizada de terror, no atinaba a bajar, parecía la mujer de piedra, desde lo alto, mirando la escena.

   De pronto, la “MONJA SIN CARA”, se acerca a mirar a las 2 que iban rodando y le dice a Solange:
   “¡Pero Dios mío, esas criaturas, se van a matar!”

    Al verla, y escucharla a su lado, Solange, reaccionó con tal pánico, que se lanzó escalera abajo, rodando velozmente y cayendo sobre Musalem y Alicia, mojándolas enteramente de pichí y gritando como histérica: “MAMA, MAMACITA
   Llegaron al fin, abajo, las tres, casi no se podían parar. Estaban todas aporreadas, chasconas, moreteadas, cochinas, con las rodillas rotas, los brazos moreteados y mas encima, “MEADAS” hasta más no poder.
   Se levantaron, secaron sus lágrimas, se acomodaron, se limpiaron lo mejor que pudieron y sin hablarse, entraron a la Iglesia por donde habían venido, vieron a una monja, pero no se detuvieron, se cubrieron con las capas y salieron en fila india, por el pasillo central de la Iglesia, ni siquiera se inclinaron.
   Llegaron al patio y se fueron tiritando al baño a lavarse, peinarse, limpiar las heridas. Todo en absoluto silencio.  Luego de terminar de asearse Alicia preguntó: “¿Qué haremos ahora?”   Solange, estaba blanca como un papel.
   Musalem dijo: “Tenemos que meternos en la clase a escondidas, que no nos vean, que nadie note, que no estábamos, porque seguro, van a buscar a las alumnas que fueron al “Claustro”
   “Si”, respondió Alicia, “Nadie lo tiene que saber, vamos a la sala y entramos gateando no más”.
   “¿Oíste Solange?”, dijeron.
   “Si”, respondió Solange, tiritando como un pollo entumido.

   Así lo hicieron, entraron por la puerta de atrás de la sala gateando y se sentaron en clase.
   ¡Aquí no ha pasado nada!
   Pasado un rato, apareció MADRE PALMA, PREFECTA del Colegio, entró en la clase y preguntó: ¿“De aquí son las alumnas que entraron al CLAUSTRO?, levántense”
   Había un cerrado silencio en la sala, todas se miraron, nadie dijo nada.
   La madre, de Labores, ni se dió cuenta de nada.
   MADRE PREFECTA esperó, luego se fue.
   Todo quedó en el más absoluto silencio.
   “¿Supo la Prefecta quienes eran o no?”
   “¿Guardó silencio y no quiso echarlas?”

MISTERIO….




Mi Hermana Alicia; “Muerte de San Francisco Javier”

1953, 13 años

   Un día mi hermana Alicia cuando ella tenía 16 años las monjas del colegio le contaron la historia de la muerte de San Francisco Javier; jesuita que fallece de una enfermedad cuando estaba catequizando en China. Fue una muerte muy impresionante para mi hermana, que no se le ocurrió ninguna idea mejor, que representarla teatralmente en su curso, ante sus compañeras.


   Se compenetro tanto del personaje que para caracterizarlo mejor, hasta se cortó su lindo cabello rizado y se hizo tonsura como jesuita.
   Se cortó el cabello como basenica con un hoyo al medio y se puso un traje café con un cordel de cinturón, chalas y un rosario.

   Todas las compañeras estaban fascinadas, muertas de la risa, ante la representación dramática de la muerte del santo por Alicia, que tiritaba, ponía los ojos blancos, se desmayaba, se iba cayendo al suelo, el santo parecía que tenia epilepsia.

   Era todo un espectáculo ver a Alicia con ese corte de pelo espantoso y toda aquella indumentaria. En eso, aparece la Madre Paz, en la puerta de la sala, que no sabía qué estaba pasando y se encuentra con la actriz en plena actuación. Se quedó paralizada, muda en el umbral, viendo la actuación de mi hermana.  No podía creer el extremo que había llegado Alicia, de cortarse el pelo para burlarse del santo.
   Cuando llegó al límite de la tolerancia, interrumpió a la dramaturga con un grito: "¡Alicia, usted otra vez, falta de respeto sin nombre!", “¡a la prefectura! “

¡Y se acabó abruptamente la magistral interpretación!

   ¡Uhhh!, reclamaron las compañeras mirando a la Madre Paz, desaprobándola. Alicia se levantó del suelo, sorprendida infraganti, no le quedó más remedio que seguirla a la prefectura.
   Era Prefecta del colegio: la Madre Palma; una religiosa que había ayudado muchas veces a mi hermana a librarse de castigos, pero esta vez, Alicia iba asustada, se había pasado de la falta de respeto. Entró Madre Paz a la Prefectura primero, le explicó indignada a la Prefecta, la burla de Alicia a un santo tan importante. Gritaba; “! Échela, échela, esto es el colmo ¡”

   Madre Palma escuchó todo lo que la Madre Paz gritó y muy seria respondió: “haga pasar a la alumna, usted puede retirase”. Salió furiosa, farfullando Madre Paz: ¡estos malos elementos hay que eliminarlos! Alicia parada en la puerta, agachó la cabeza en actitud arrepentida. Esperó que saliera la Madre Paz y la Prefecta dice: “pase Alicia, cierre la puerta”. Entró Alicia muy cabizbaja.

Siéntese”, dijo la Madre muy seria. Se sentó mi hermana nerviosa, mirando apenas a la Madre y dijo:

disculpe Madre, no fue mi intención burlarme del Santo, es solo que estaba impresionada”, dijo afligida.

La Madre dijo muy seria: “Mire Alicia, usted me ha dado miles de veces la misma disculpa; no fue mi intención…, pero continúa dando problemas, sin medir las consecuencias de sus actos.

¿Qué puedo hacer con usted?

   La Madre se sujetó la cabeza pensando, mirando a Alicia y moviendo la cabeza.  Yo no quiero hacer sufrir a su madre, expulsándola del colegio por estas conductas suyas pero le daré una última oportunidad, no sé qué pasa con usted Alicia mire qué ha hecho con su pelo, dijo moviendo nuevamente la cabeza y sujetándosela.
   Mire, vamos a hacer algo, usted repita aquí lo que usted estaba haciendo en la sala tal cual, yo la veré actuar y si me río, le daré una segunda oportunidad. Vaya a vestirse como estaba, yo la espero.
   Alicia no podía caber en su asombro y partió a disfrazarse al baño y volvió donde la Madre a repetir su actuación.

   La madre la miró, sin poder contener su asombro, se ubicó en su asiento y le dijo: “comience”. Comenzó Alicia a hacer su actuación de la muerte del santo. La Prefecta se tapó la boca para no reírse, porque ella además de profesora de Psicología era muy joven y tenía mucho aprecio a Alicia, la conocía muy bien. Ella sabía la cabeza fantástica que tenía mi hermana y la comprendía, de hecho la había perdonado muchas veces.

   Pero ahora su falta de respeto estaba siendo mal ejemplo para sus compañeras, además Madre Paz era una monja a la antigua, ¿Qué podría entender? Era un verdadero escándalo para ella.

   En la escena final de la muerte, la Madre Palma no se contuvo y se sonrió tapándose la boca para disimular. “Ya basta” le dijo. Está bien, trataré por última vez de perdonarla, no sé cómo voy a salir de este problema por su causa pero que le quede claro: “será la última vez que usted me dá problemas, ¿entendido?”. Si Madre, respondió Alicia presurosa. “¡Gracias Madre, yo le prometo que esto no volverá a pasar! “.
   Al levantarse Alicia, Madre Palma le dijo: “usted debería ocupar su talento en algo relacionado con Artes, no andar burlándose de los santos, me oyó?”
“Si Madre, si Madre” respondió Alicia y salió rápido.

Nota: Mi hermana a los 17 años, entro al Conservatorio a estudiar CANTO, tiene una maravillosa voz.




jueves, 17 de junio de 2010

ADVERTENCIA

A continuación se publicará un capítulo para el cual se sugiere la presencia de un adulto que pueda explicar lo narrado a niños y niñas que lean el blog.

CAPITULO 29: “Los Famosos Parientes de PAPÁ”

1952, 12 años

   Voy a referirme en este capitulo a un tema muy desagradable, porque con esto, se explica mi comportamiento a partir de los trece años en adelante hasta mi edad adulta, con mis relaciones amorosas siempre conflictivas.
   Todo debido al exceso de confianza de mis padres en sus “parientes”, como en tantos casos de niños abusados, siempre son “parientes” la mayoría del tiempo.

   Los padres ni se imaginan el alcance que puede llegar a tener estos eventos en la vida de sus hijos.

   Quiero decir a estos padres: “Padres, jamás dejen a sus hijos solos a cargo de parientes dudosos”

   No voy a decir nombres, por no herir a familiares, solo mencionaré Hechos y sus consecuencias nefastas, para toda una vida de sufrimientos. Tampoco daré detalles de estos hechos, no es necesario.
   Mi padre tenía una familiar, que el admiraba profundamente porque era “médico”, y el sueño de mi padre toda la vida fue ser médico. Pero, a pesar de su vocación, jamás lo logró, por su situación económica que lo obligó a trabajar desde muy joven. Para el un médico era alguien admirable y respetable, gente buena y ejemplar.

   Ese desgraciado aprovechándose de su condición de médico, un día que yo estaba enferma de amigdalitis, mi papá le pidió que me "echara" un vistazo.
   Yo recién había comenzado mi paso de niña a mujer a los doce años, estaba iniciando mi desarrollo y tenía bastante más busto que otras niñas de mi edad. Esto dio pie para que mi examen de las amígdalas pasara a ser “UN EXAMEN CORPORAL COMPLETO”.

                     Esto es lo que se llama “Abuso sexual a menores”

   Sin llegar a mayores gracias a Dios, pero si, dejó huella para toda la vida este momento tan “traumatizante” donde yo no supe qué hacer, sin atreverme a contarle a mis padres, sintiéndome avergonzada, como paralizada, llena de pánico, incapaz de reaccionar ni contarle a nadie, excepto a mi hermana, sin defensa, sintiéndome “sucia” y experimentando un sentimiento de culpa.

   Guardé este episodio de mi vida, a tal punto que jamás lo recordé, "LO BLOQUEÉ EN MI MENTE ".
   Generalmente es lo que hacen todos los niños, “callar” por temor y “bloquear” estos hechos.

   Luego vinieron otros “ABUSIVOS”, como un primo, hijo del médico, que era universitario. Yo tenía doce años, recién pasando a la adolescencia y ya eran dos casos de “ABUSIVOS”.  Un día que me estaba duchando se metió al baño con intención de asediarme.
   Yo, espantada, me arrinconé en la pared de la tina, tapando mi cuerpo con la cortina. De pronto, sentí los pasos de mi Nana María en el pasillo y le grité:"MARIA, MARIA, VEN". María entro corriendo al baño e hizo salir al infeliz, furioso.  Luego, me envolvió con la toalla llorando en silencio y me dijo:
   “Le voy a decir a Don Osvaldo, esta es ya la segunda vez que estos hombres, parientes suyos, le hacen esto”.

   “No”, grité, “Por favor no le digas a mi papá, porque el cree que sus parientes son tan buenos,¡Te va a echar a ti por decir esas cosas de ellos!”.
   María respondió: “¡Pobre Don Osvaldo, esta tan engañado!, pero le aseguro que esto no va a volver a pasar nunca más, yo la cuidaré siempre que ellos vengan”.

   Luego, el mismo año, un tercero, pariente de mi mamá, también universitario. Como venía de provincia, vivía en nuestra casa.  Pero con este yo ya estaba más avisada. Sucedió que mamá me mandó a su pieza a llevarle una taza de té, porque estaba enfermo en cama.
   Yo no quería ir y mi mamá se enojó mucho conmigo. Ella tenía el más alto concepto de este familiar suyo y no podía admitir que yo me negara a llevarle una taza de té,(yo siempre me andaba corriendo, porque este tipo me desagradaba).  Pero esta vez ella se puso muy furiosa conmigo y me obligó a llevarle la taza al enfermo, sino no podría salir a jugar.

   Cuando le fui a poner la taza en le velador, el enfermo estiró la mano y me agarró. Yo, en mi desesperación, le di un tirón y pesqué la taza y se la tiré encima, luego salí corriendo.
   ¡Pegó un grito el idiota! Mi mamá fue corriendo a ver que ocurrió.
    Pero hijito,¿qué pasó?”, preguntó.
   "Nada tiíta", dijo, con el ojo rojo, apretándose la cara por el dolor, fue la Toñi, que se le cayó la taza encima sin querer.  Mamá le pasó inmediatamente otro pijama y le trajo una pomada para el ojo. Yo, escondida detrás de la puerta, muerta de susto, pensaba que castigo mi iría a dar mi mamá.

“¡Por Dios, esta niñita inútil, como te fue a dejar! Yo le diré que te traiga otra taza de té”, dijo mamá, “Voy a retar a esta chiquilla estúpida”.

   Yo me encerré en mi pieza con mi hermana y le conté todo lo ocurrido.  “Ese infeliz asqueroso”, decía ella, “lo peor es que no se saca nada con decirle a nuestros padres, porque seguro le van a creer a él, porque el pobrecito jamás haría algo así ¡Pero si es tan inteligente!”
   Yo lloraba y me tiritaba todo el cuerpo. De pronto sentí ganas de vomitar, mi hermana me acompañó al baño y vomité hasta las tripas. Luego me acosté en la cama y me vino un terrible dolor de cabeza. En eso, venía mi mamá a retarme y Alicia me dijo que me hiciera la dormida.

        Luego llegó mi papá y preguntó porqué estaba en cama.

    “Tengo un fuerte dolor de cabeza”, dije, “Ya se me va a pasar”
    “Pero tienes lo ojos rojos”, dijo, y me puso paños fríos.

   Salió papá y Alicia me dijo:  "No te acerques a él por ningún motivo, ni vuelvas a entrar a su pieza, aunque te mande mamá. Y si llegas del colegio y no está María, ándate a la casa de Tía Lila".

    Luego se sentó en la cama y comenzó a hablarme de los peligros que tendría ahora que era señorita, que podía quedar embarazada si un hombre me obligaba a tener relaciones con él, “Tu ya no eres una niña, ahora eres una mujer, tienes que cuidarte de todos los hombres, no confíes en ninguno.”
   Tampoco podía hablarme tanto de sexo, porque ni en el colegio ni en la casa, se hablaba de sexo, porque era sucio, esas cosas no se conversaban.
   Solo sabia que mi cuerpo estaba cambiando, que había sangrado, que me estaba apareciendo busto, caderas, engordaban mis piernas y que había que cuidar el cuerpo. No lavarse el pelo con menstruación porque podía quedar tonta, no hacer gimnasia, ni subirme a los árboles nunca mas, ni andar en bici, esos días. 
   Mi hermana a partir de esos días se transformó en una verdadera guardiana mía, que me prevenía de todos los peligros. Yo sentí que mientras me abrazaba, una lágrima suya cayó en mi rostro. La miré, tenía las mandíbulas apretadas de ira, y decía en voz baja para si misma: "Nadie mas hará ningún daño a mi hermana".
                      Ella tenía tanta ira e impotencia como yo.

   Yo no tuve conciencia hasta los dieciocho años de las “consecuencias” de estos hechos, cuando fui a ver a un psicólogo para preguntarle por qué tenía tanto miedo a que los hombres me tocaran.
   Yo archivé estos episodios en mi cabeza, de tal manera, que los olvidé totalmente, y no comprendía mi conducta de rechazo desde los trece años a cualquier insinuación amorosa.

   Luego, mas tarde cuando tantos especialistas me trataron a través de mi vida vine a comprender que la “raíz de todos mis miedos”, rechazo a lo sexual, desconfianza hacia los hombres, mis eternos amores platónicos, mi autoestima destruida, mis eternas “fugas” ante cualquier acercamiento amoroso, mis jaquecas, mi extrema timidez, inseguridad de mi misma, dificultad para relacionarme con las personas, se debían a estos acontecimientos que yo en mi inconciente los tenia “BLOQUEADOS”.

   Pido perdón a estas personas que yo dañé, que traté injustamente, hasta con crueldad y frialdad, en mi afán de huir de toda manifestación amorosa que comprometiera mis sentimientos.

   Pasé toda una vida sin entender mi comportamiento y preguntándome por qué lo hacía. Recién ahora a mis 69 años logré entender la “razón” de toda mi forma de actuar. Desde los 13 años.


CIERRE DE CAPITULO
“Los parientes de mi padre”
2009, 69 años

   En este capítulo, comienzo el trabajo de “cerrar capítulos”, inconclusos, incomprendidos, mal terminados, no sanados de mi vida, ayudada por Miguel y Fabiola,  psicólogos  que son parte de un equipo multiprofesional, que están tratando mi fibromialgia, que padezco desde los 27 años de edad.

   Ellos me están ayudando a entender mejor las causas que gatillan mi enfermedad e ir enfrentando estos momentos dolorosos de mi pasado, en bien de mi salud. Es todo un “equipo profesional”, que trabajando en conjunto, están ayudándome a salir adelante.

   A cargo de mi médico de cabecera, Dr. Bertossi, los kinesiólogos que tratan mis dolores, los doctores que me alivian mis malestares con terapia neural, Dra. Calderón y Dr. Isla, mi nutricionista que controla mi alimentación adecuada por fibromialgia, mi osteopata cuando sufro crisis de dolor.

   Hoy se cierra este capitulo, que es la “raíz” de toda mi forma de actuar, tan dañina para mi misma y para muchos seres queridos.

   MIGUEL Y FABIOLA me aconsejan hablar abiertamente de este capitulo de mi vida a mi esposo James, con el que llevo 39 años de matrimonio y siempre tuve temor y vergüenza de abrir este tema.

   Pero al fin he podido superar este temor y conversarle abiertamente sobre estos hechos “bloqueados” en mi inconsciente, que tanto me han afectado en mis relaciones amorosas y en mi convivencia matrimonial.

   Siento un infinito alivio de haber podido sostener esta conversación con mi esposo, en la verdad, y así en adelante, dejar todo este “daño” y vivir el “hoy”, con una nueva esperanza y actitud y como consecuencia, disfrutar de una notoria mejoría en mi enfermedad (fibromialga), íntimamente relacionada con mis “temores”.

   Agradezco a tantos profesionales, que fueron abonando el terreno, para llegar a este avance en mi sanación, tanto psicológica como física.
   No quiero mencionar a cada uno por no olvidar a alguna persona, pero muchos fueron los que cooperaron para llegar a este feliz término.
   Psicólogos, psiquiatras, amigas, amigos, mi hermana, sacerdotes, catequistas, terapeutas, doctores, profesores, etc.
  
   También a la terapeuta María Elena Albornoz, que me alivió intensamente con sus terapias y sobretodo con su incondicional amistad y amor.

   Finalmente miprincipal apoyo”: “MI ESPOSO JAMES”, que con su ternura, amor, infinita paciencia y comprensión, su inagotable generosidad de espíritu, fue sanando poco a poco mis heridas, y a mis psicólogos Miguel y Fabiola, que aconsejaron abrir el dialogo con mi esposo sobre estos hechos.

“GRACIAS SEÑOR, POR TODOS ESTOS ANGELES QUE PUSISTE EN MI VIDA”

DATOS SOBRE EL ABUSO A MENORES


Abuso Sexual Infantil:
* Es cualquier contacto sexual entre un adulto y un niño sexualmente inmaduro (definido social y fisiológicamente), con el propósito de la gratificación sexual del adulto; o cualquier contacto sexual de un niño por medio del uso de la fuerza, amenaza o engaño para asegurar la participación de éste; o el contacto sexual donde el niño es incapaz de consentir en virtud de la edad por diferencias de poder y por la naturaleza de la relación con el adulto (Finkelhor y Redfield, 1984).
Tipos de Agresión Sexual:
Dependiendo del vínculo previo entre víctima y agresor.
o Intra familiar: Incestuoso; Entre el 35 y el 45% de los casos el abusador es un pariente directo.
o Extra familiar: Del total de los abusos entre un 50 y 55% es perpetrado por un conocido de la familia y de la víctima, mientras que solo entre un 10 y 15% de los abusos contra menores los perpetra un completo extraño.
Mitos:
o El delincuente es una persona desconocida para la víctima.
o Los abusos son un problema del pasado.
o Los abusos a menores son poco frecuentes.
o El consumo de drogas y alcohol causan las agresiones.
o El abuso sexual sólo ocurre en familias de bajos ingresos.
o Las víctimas de agresiones sexuales buscan ser abusadas.
o Los niños crean e inventan historias de abuso sexual.
* La mayoría de los agresores sexuales fueron abusados en su infancia.
* Es más grave la violación a un niño hombre que a una niña.
* Los niños hombres agredidos sexualmente serán homosexuales.
* Las niñas mujeres serán promiscuas.
* El maltrato, descuido y abandono no es tan grave como el abuso sexual.
* Los niño(a)s quedan marcados.
* Si ocurriera cerca de mi entorno, me enteraría.
Si usted sospecha de que un menor que usted conoce esta siendo abusado informese en:
Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales - CAVAS



Ante una recomendación hecha por las Naciones Unidas, de crear centros de asistencia a las víctimas de abuso sexual, nace en 1987 el CAVAS. Se preocupa de informar, orientar y sensibilizar a la comunidad respecto de agresiones sexuales. Se busca desmitificar el delito entregando una visión real del abuso y educando a la comunidad.
Este grupo de sicólogos, siquiatras, asistentes sociales, entre otros, cumplen una función primordial de recuperaración de la víctima.
El CAVAS atiende completamente gratis a las personas que acudan a él. Su único objetivo es entregar una atención policial, sicológica, jurídica y social, con independencia de la denuncia judicial. Esta característica lo hace único en su tipo en Latinoamérica.
Consejos útiles:
En caso de una agresión sexual es vital proteger las pruebas para condenar al culpable. Se recomienda seguir los siguientes pasos:
-Avisar inmediatamente a un adulto responsable.
-No alterar la ropa íntima.
-No lavar la zona genital.
-Trasladar a la víctima al Departamento de Sexología Forense del Instituto Médico Legal, que se ubica en Avenida La Paz 1012 (atiende las 24 horas).

Román Diaz 817, Providencia - 2640431 - 2642493



CAPITULO 28: “EL Club”

1951-1954, 11-14 años

   Como mi vida escolar era tan solitaria, sin amigos y triste, cuando cumplí 12 años, inventé un Club en mi barrio. Primero fuimos solo mis 2 primos Patricio (9 años), Mariluz (7años) y yo. Luego se agregaron 2 vecinas de Mariluz: Lily (7años) y Gloria (6 años). Luego se agregó Patricia Benavente (10 años), Manuel (9 años) y Yamal (7años), y más adelante se sumó Wilfred (10 años) y su hermano menor. También se incorporaron Lucho (hijo de mi nana María (10 años), Silvia Goyeneche y su hermano Jorge, turco Jamal y su hermana. Luego 2 hermanas de 7 y 9 años, Margarita e Iván, Aldo, un Italiano (12 años) amigo de Patricio, María Elena Duvauchelle (12 años), 2 hijos de los Vázquez, y Patricio Álvarez (14 años).

   Así fue creciendo el grupo, hasta ser una buena patota, a la que se iban incorporando de distintos barrios, y al final éramos un grupo de 45 niños. Yo era la líder y organizaba toda clase de actividades de grupo; deportivas, de estudio, bailes, competencias, juegos, actividades de caridad, circo, títeres, carreras, naciones, bolitas, luche, bicicletas, football, películas, paseos, pic-nic, cuentos, contar películas, escuelita, contar chistes, ir a los juegos del parque etc.

   “La condición para participar en el club era estudiar y que les fuera bien en el colegio”. Esta condición me hizo ganar el favor de todas las mamás del barrio, porque desde que sus hijos asistían al club, habían mejorado notoriamente sus notas. Esto ocurría, porque nadie se quería perder alguna actividad del club, pues al que le iba mal en el colegio, era castigado y suspendido de las actividades. A algunos niños les iba mal, porque tenían mala base, entonces yo busqué una solución creando una “Escuelita” en mi terraza. Me hacía asesorar por Wilfred, que era una niña muy inteligente y muy culta para su edad. Vivía en una familia de puros intelectuales. Yo era la” “profesora”, y Wilfred les hacía reforzamiento. Las mamás poco menos nos besaban los pies. Adiós la preocupación de obligar a estudiar al niño, o tener que estar ayudándolos en las tareas, para lo cual nunca tenían tiempo.

   La actividad anual más espectacular del club era para “Navidad”, donde pedíamos la colaboración de los padres en la reparación de juguetes viejos, los cuales nosotros recolectábamos y ellos reparaban. Allí todos los socios hacían su gracia ante los padres. Invitamos a 12 niños pobres con tarjeta. Les repartíamos un vaso de chocolate, un trozo de pan de pascua y caramelos. Además, un juguete para cada uno, y les presentábamos nuestro show artístico. Claro que esta actividad requería de la ayuda de mayores, pero los padres estaban encantados de cooperar.

   Teníamos especialistas: mi papá era carpintero y pintor, entonces arreglaba y pintaba todos los juguetes de madera con Manuel de ayudante. Las señoras se especializaban en trajes de muñecas. Algunas eran verdaderas artistas en hacer zapatitos, gorritos, vestidos, delantales, hasta pelo de muñeca hacían a las que venían peladas. Algunas señoras eran tan hábiles, que ni se notaba que la muñeca era vieja. Otras reparaban muñecos y peluches, les cosían los brazos rotos y los rellenaban. Además, algunas se juntaban en realidad a coser juntas y se entretenían.


   Los niños hacían rifas para comprar papel de regalo y cintas para los paquetes. En eso les colaboraba don Aldo el almacenero, quien les regalaba papeles, cintas y caramelos. También lo hacía el de la librería y almacén de Pío Nono, quien les compraba rifas.

   Luego de comprados y conseguidos los materiales, los trabajábamos por equipos. Los niños ponían los dulces, y las niñas envolvíamos el paquete con papel celofán y les colocábamos la cinta. En eso las niñas eran superiores a los niños. Por supuesto que había algunas tan hábiles para adornar el paquete, que destacaban sobre los otros. Entonces decidimos que mejor ellas solamente envolvieran y adornaran los paquetes, para que quedaran todos iguales, y las que tenían buena letra (entre ellas yo, con mi letra caligráfica y sin faltas de ortografía que tanto me había enseñado mi madre Sotomayor), escribíamos el nombre del niño o niña.

   Por supuesto que los padres de esos 12 niños pobres, también estaban invitados, se encargaban de ubicarlos y darles un refresco.

   Todo estaba muy bien organizado, parecíamos hormigas, todos trabajando en algo. Unos poniendo los vasos de chocolate y queque, otros viendo el funcionamiento de la música, y los artistas preparados y maquillados por una mamá. Luego pensamos ¿y de dónde sacaremos tantas sillas para sentar a toda la gente? Ante esto, el turco, que era muy ingenioso y de una suerte nunca vista, (era de los que compraban un número de la rifa y se sacaba el premio), dijo:

     “Muy fácil. Ponemos algo en el suelo, que cada uno traiga de su casa. Y los papás traen cada uno su propia silla y algunas más para los niños invitados”.

      “Fantástica idea” dije. Recibió un aplauso.

   Durante 3 años, esta actividad anual, ganaba más y más papás colaboradores, provocando un gozo increíble este trabajo comunitario; padres e hijos trabajando juntos con un interés común.
   Sirvió esta actividad incluso para que vecinos que nunca se hablaban, trabajaran juntos, y también para que algunas familias no muy comunicativas, tuvieran un interés común que los uniera.

   Hubo papás que quisieron participar en el show, cantando, tocando guitarra, acordeón, bailando español, juegos de manos, con pelotitas etc. Participaban también unas socias españolas que bailaban Jota con ropa típica, y su padre les tocaba la guitarra, y la mamá cantaba.

   Todos disfrazados, algunos contaban chistes y los niños se morían de la risa. Otros hacían títeres; la mamá de Wilfred era una artista, y hacía títeres de cartón piedra. Colocaba una cortina, y hacía un show bien divertido, sin contar el ballet en zancos de Wilfred, que era todo un espectáculo, aquella niña altísima, haciendo las piruetas más complejas con los zancos.

   Todo salió perfecto, durante 2 años, pero el tercero, fue un desastre total. Ya todos los niños les habían contado a otros que en mi casa se repartían juguetes, dulces y que había un show. Ahí vino nuestro catastrófico final. El tercer año, vinieron una tremenda cantidad de niños que no traían tarjeta de invitación, acompañados de sus padres y exigiendo entrar. Eran tantos, que no hallábamos qué hacer.

   La terraza corría peligro de venirse abajo, y nunca entendieron que esto no era una “institución de beneficencia”, por más que mi papá les decía que esto era cosa de niños. No había más regalos ni más capacidad.

   Empezaron a subir a tropel las escaleras que estaban a punto de caerse, y los niños y papás estábamos asustados. No hubo caso, nunca entendieron, incluso mi papá los amenazó con echarles a la fuerza pública, pues podía caerse la terraza. ¡Pero nada! ¡Era una turba irracional!

   Fue tanto el escándalo, que María tuvo que llamar a un amigo carabinero que vino en una cuca con 3 carabineros más.
   Y se acabó la alegría, todos los que no tenían tarjeta de invitación fueron echados, y los carabineros nos recomendaron no continuar con la “Fiesta Navideña” nunca más, porque la gente no iba a entender.
   Pasamos un buen susto, pero los niños pobres que tenían tarjeta y sus papas quedaron arriba cabizbajos. Los artistas se desanimaron, y los padres colaboradores quedaron tristes. Uno se paró y dijo:

   “Yo estoy contento a pesar de todo lo ocurrido, por que entiendo que por muy buenas intenciones que uno tenga, no todo se puede hacer. Es una lástima que algunos reciban y otros no, pero esto apenas es la idea de una niña de 12 años, para quien yo pido un aplauso y una gratitud por todo lo que hemos podido vivir. Que esto nos sirva para saber que hay muchos pobres que necesitan nuestra ayuda, y eso me lo vino a enseñar una niña de 12 años”.

   Todos aplaudieron y comprendieron, y yo sentí que mis lágrimas se venían a mis ojos. Pedí perdón y di las gracias.







EL Club; “Los pastores de Fátima”
1952, 12 años
   Recuerdo que en clases de religión contaban muchas historias de santos y pasajes de la Biblia que a mi me gustaban mucho. Como no sabia nada de la Biblia, ni de santos, y además era muy impresionable, prestaba mucha atención a las narraciones. “Todo lo que recibía lo traspasaba a mi Club”, ya sea una película, un libro, un cuento, una narración bíblica etc. Siempre estaba traspasando cualquier cosa que recibiera, a los otros niños, pues consideraba un deber el enseñar, y no podía quedarme con algún conocimiento solo para mí.

   Una vez, la madre de religión, nos contó la historia de “Los Pastorcitos de Fátima”. Yo quedé de tal manera impresionada, que llegué al club, les narré la historia y decidí imitarlos; hablé con mis primos, Pato y Mariluz que tenían las mismas 3 edades de los pastores (12, 10 y 7 años). Entonces pusimos una virgen en la terraza, la adornamos con flores, nos hincábamos y rezábamos el rosario pidiéndole a la virgen, por todo el mundo: por los pobres, enfermos, ancianos, difuntos, por nuestros familiares, y por los estudios. Eso lo hicimos todos los días, durante un tiempo.

   Como yo sabía poco de la virgen, conversé con una niña hija de María, y le pregunté sobre la virgen.     Ella me dijo que tenía que esperar a tener 15 años para entrar a postular. Había que comprometerse con la virgen, imitarle, venerarla, acudir a ella como nuestra protectora. Comprometerse a rezar por el mundo, y si cumplía, la dejaban entrar y te ponían una medalla como “Hija de María”. Había que asistir a unas reuniones con la madre Palma una vez por semana, y cada día había que hacer un sacrificio por amor a María. A mi me empezó a interesar esta virgen, que aceptaba todo en silencio y lo guardaba en su corazón, por lo que cada día me fui haciendo mas devota del rosario, pero tenía que esperar a tener 15 años para postular. Me gustaba eso de tener un compromiso serio con ella, por eso tenía que ser más grande. Cuando cumplí 15 años, entré por fin a ser Hija de María (postulante). Ponía mucha atención a todo lo que la madre Palma decía, me tomaba muy a pecho este compromiso con María.



   Hoy, que ya ha pasado mucho tiempo de estos hechos, creo que este fue el “primer camino” que comenzó a enseñarme el Señor, por medio de María, porque de Dios, Jesús y la Biblia poco se hablaba. Además, la virgen me regaló las 2 primeras amigas que yo tuve en ese colegio a la edad de 17 años: Rosa Marrapodi y Cristina Georgii (cuando ya fui Hija de María).

   Luego, años mas tarde, cuando entré al “Camino NeoCatecumenal” no me olvidaré que Juan Figueras, mi catequista hablando de este hecho de haber jugado a ser “Pastorcitos de Fátima” en la infancia, remarcó que todo lo que nos sucede en la “Infancia” es profético para nuestra edad adulta. Considero que ya en mi Infancia estaba profetizando que María me tomaría comoHijasuya para unaMisión”: “Rezar por el mundo, como los pastores, una vocación de oración y servicio”.

   Curiosamente, también Patricio, mi primo, que no era nada de creyente, cuando se casó entró a formar parte de la “Comunidad de Schöenstatt” Mariana. Luego, María lo llevó por “un calvario muy doloroso”, con un hijo enfermo, quien falleció a los 7 años de edad. Yo veo claramente que María regaló a mi primo un espíritu de fortaleza increíble, para poder llevar una cruz tan pesada y aceptarla, por amor a María, junto con su esposa. Luego mi prima Mariluz, aunque no participa de ningún grupo de Iglesia, es sin duda la persona con el mayor “espíritu de unión en nuestra familia”. Ella está siempre en contacto y tiene, sin duda, “una inmensa capacidad de amor”, que estoy seguro se lo regala María.

   Así es que a través de este inocente juego en nuestra niñez, María nos cogió a los tres llevándonos por “distintos caminos de encuentro con el Señor”. Ahora entiendo que el señor pese a mis sufrimientos en el colegio “Compañía de María”, tenía un “Proyecto” para mí y mis primos, para encontrarse con nosotros, y a través de María llevarnos a la cruz. Es verdad lo que dice el salmo: “Me hizo bien el sufrir”, Gracias Virgen Santa.




El Club; “La Escuelita”

   A mis 11 años yo descubrí que el gozo más grande que yo experimentaba en el Club, era “compartir” con los otros niños, todo lo que aprendía, traspasar conocimientos, experiencias, juegos, libros, enseñar, en buenas cuentas, todas mis experiencias del día a día, sacar de adentro de cada niño lo mejor de sus potencialidades, todo aquello que le pudiera servir para desarrollar todo cuanto más se pudiera sus capacidades.
   Para mí la mayor compensación era cuando un niño comprendía algo que antes no entendía, o expresaba un sentimiento que nunca antes había expresado.

   Por eso, creaba variadas actividades, haciéndome asesorar por niños que manifestaban talento para colaborar en cualquier actividad, dedicarme a desarrollar sus talentos y a la vez, que ellos los traspasaran a otros, era como una cadena donde se creaba una comunión de amor, ese era mi empeño, como una solidaridad donde cada niño aportaba lo suyo y a la vez, recibía de los demás.

   Pero donde yo ponía énfasis, era en el amor por el estudio, por conocer cosas nuevas, entusiasmarse en saber, aprender, desarrollarse, etc.
   Por eso, el requisito para ir al Club, era tener buenas notas en el Colegio, los niños con malas notas, tenían que subirlas si querían participar.

   Esta empresa daba vueltas en mi cabeza porque veía que por más estímulo que yo daba, algunos niños, continuaban con malas notas y sufrían mucho porque no podían participar en el Club, igual con los que eran “peleadores” y abusaban de su fuerza con los más chicos (eran castigados también)
   Pensaba y pensaba, viéndolos sufrir y no se me ocurría la solución. Yo esto lo conversaba con mi mano derecha, mi amiga Wilfred; qué podíamos hacer para ayudarlos.

   Y un día se me ocurrió una idea, fui donde Wilfred y le dije:
   ¿No será que ellos, no es que no quieran estudiar, sino que tienen algún problema?
   ¡Si, respondió Wilfred, yo sé que a Paty le cuestan mucho las Matemáticas¡
   ¡Yo le puedo enseñar!
   (Esto que dice y a mí, se me “prendió la ampolleta)
   ¡Eso, eso, tal vez necesiten ayuda!
   ¡Ya sé, porqué no creamos una Escuelita!, nos conseguimos unas mesitas, unas sillas, un pizarrón y conversamos con las mamás de los niños con problemas, que eran las más felices.

   Comenzamos a trabajar con ellos, todos los días, después del Colegio, en la terraza de mi casa. Yo los ayudaba en los ramos humanistas y Wilfred en lo científico.
   En un par de semanas, el éxito fue “rotundo”, los niños superaron sus malas notas y estaban felices, de poder participar, de nuevo en el Club.
   Las mamás de los niños eran las más contentas, sus hijos estaban subiendo sus notas en su Colegio, era un gran alivio para ellas, tener ayuda en este problema.
  Las mamás se transformaron en fans nuestras, estaban muy agradecidas, de que se solucionara el problema de sus hijos en el rendimiento escolar.

   Y verlos contentos de volver a participar en el Club. Me felicitaban porque ahora sus hijos estudiaban más con tal de no faltar al Club.
   Nosotras con Wilfred, estábamos muy satisfechas con los resultados. Claro que Wilfred no era una niña cualquiera, era una ayudante de lujo, llena de ideas ingeniosas para enseñar, divertida, creativa.
   Para ella enseñar era un juego. Era inteligentísima, generosa, con una gran cultura, proveniente de una familia de científicos y artistas, muy adelantada para su edad.
   ¡Era única! Genial.

   Además, ella agregaba conocimientos como manualidades, títeres, infinita cantidad de información poco común que ella tenía de su familia donde todos eran intelectuales y artistas.
   Su madre, Olga Romecín, era una mujer versátil, artista, su padre; Wilfredo Mayorga era un escritor muy conocido, que tenía cajas y cajas de libros, como una enciclopedia.
   Su hermano, Humberto Maturana, actualmente científico reconocido mundialmente, autor de muchos libros.
   Su otro hermano Drago era pintor, su esposa tocaba el chelo en el conservatorio.

   Así es que cualquier información, que nosotros no supiéramos, Wilfred, la obtenía de su familia. Era una experiencia maravillosa trabajar con una niña tan precoz, sensible, culta, responsable. Jamás faltó a las clases de la escuelita, siempre fue mi mano derecha en todo.

   No era secreto para nadie que yo quería a Wilfred más que a nadie, era mi gran amiga.

   Los niños felices, hacían sus tareas en la Escuelita todos los días, hasta nivelarse en el colegio, luego podían salir a jugar al club, si no las terminaban, no podían salir a jugar.
   El resultado de La Escuelita, junto con la “fiesta de navidad”, donde muchos padres participaban, fueron sin duda las 2 actividades más destacadas y gratificantes del club.

   Aunque había otras, que también eran muy gratificantes: “el Circo”, Deportes, “La cuenta cuentos”, donde yo incluía cuentos clásicos, relatos bíblicos, historias del “Peneca”. También bailes, música, ballet, paseos, (“Íbamos al cine, al Cerro San Cristóbal, al Parque Forestal, a los juegos, competencias deportivas con premios, carreras, el juego de las “naciones”, bolitas, bicicleta, equilibrios, ping-pong, carreras, “Los pastores de Fátima”, “Cuenta chistes”, teatro, etc.

   Así pasé de los 11 a los 14 años en mi Colegio sola, pero, escribiendo actividades para el Club, como no tenía amigas, en eso me entretenía durante los recreos o clases aburridas.

Era una vida “paralela”: INFELIZ EN EL COLEGIO Y FELIZ EN MI CLUB



viernes, 11 de junio de 2010

Capitulo 27: “La caída del caballo”

1950, 10 años


   Cuando yo fuí con mi familia a veranear a la hacienda de Héctor Carrasco, familiar de la tía Lila, tenía 10 años.  Había caballos. Todos mis hermanos y primos montaban a caballo. Yo también quise aprender.

   Sucedió que el dueño de la casa, Héctor, se ofreció a enseñarme. Mi papá, estuvo de acuerdo y yo, me entusiasmé en aprender. Todo iba muy bien, paso a paso, lentamente, le fuí perdiendo el miedo al caballo.
   Me llevaba a pasear por el campo, y el caballo, se portaba bien.

   Aunque era un poco mañoso, a veces, no me hacía caso y se ponía a pastar y no se movía, cuando lo quería hacer caminar, tenía que armarme de paciencia y esperar que el lindo, me obedeciera, cuando le daba la gana.

   Un día llegué a la hacienda de vueltas, lentamente y allí me estaba esperando, Héctor.

   ¿Cómo te fue?, me gritó.
   Bien, respondí, solo que estuve como media hora esperando que pastara, no me hacía caso de caminar.
    ¡Ah, es que sabe que tú le tienes miedo. A éstas bestias hay que saber dominarlas, para que te obedezcan. Si no te hace caso, golpéalo así, dijo, y dio un fuerte palmazo al animal en el anca.

   Esto que siente el caballo y se encabrita, pega un tremendo relincho y levanta furioso las patas, pataleando. Yo entonces me dí un feroz golpe en la cabeza contra un palo del parrón y luego caí de cabeza contra el suelo, golpeándome por segunda vez en la cabeza.  Héctor corrió a recogerme, mientras el caballo arrancó.

   Yo estaba mareada con el golpe y me levanté con dificultad. También me dolía el brazo derecho, donde me apoyé al caer.
   Héctor, se puso muy nervioso, me levantó, mirando hacia todos lados y me dijo: “Vamos, no es nada, fue solo el susto, no le digas nada a tu papá, si no se va a enojar mucho contigo”.

   Yo me fuí despacio, con un dolor insoportable en la cabeza, mareada y con el brazo, que no lo podía mover, me metí a la cama, llamé a mi hermana y le conté lo que me pasó, rogándole que no le dijera a mi papá.
   Alicia estaba indignada contra Héctor.

“¡Viejo estúpido, cretino!”, gritaba.
“¡Como fué a hacer semejante barbaridad!”

  Y a toda costa quería acusarlo. Yo le supliqué, que no dijera nada, para que mi papá no se enojara y así me quedé en cama, sin decirle a nadie, aguanté en silencio el dolor. Después gracias a Dios, pasó el dolor por ese día.

   Pero desgraciadamente el precio de mi silencio fue muy alto, porque a partir de esa edad, comenzaron unos terribles dolores de cabeza, que me hicieron pasar hasta los 30 años, estudiando con dolores de cabeza y vivía tomando calmantes y viendo médicos, que nunca me los quitaban.

   Hasta que mi prima Carmen Montecinos; mi prima, que más tarde fue Dra. Neuróloga, me recetó: “Tegretal”, pidió un “Electro-encefalograma” que ella consideró sospechoso de epilepsia.
   Tomé Tegretal por 5 años, luego los dolores fueron pasando, a pesar que otros neurólogos que vi más tarde, no aseguraron si era o no, una epilepsia, sino “Jaqueca Hereditaria” de mi madre.

   El hecho es que este acontecimiento de la caída del caballo, gatilló este dolor que me duró prácticamente, toda la vida.

  Yo recuerdo, a partir de esa fecha (10 años) haber estudiado casi todos los días con “jaquecas”.

   A los 50 años, un tratamiento hecho por la Dra. Violeta Díaz de la Universidad de Chile, neuróloga, comenzó a espaciar estos episodios, hasta casi lograr tiempos largos sin dolor.

   Toda esta consecuencia fue por mis “miedos” de comunicarles mis cosas a mis padres.

   Mirando hacia atrás, veo, que desde esa fecha, “mis miedos”, manejaron toda mi vida, haciéndome desarrollar un carácter desconfiado y retraído, eso lo vine a descubrir en mi edad adulta.

jueves, 10 de junio de 2010

Reflexiones sobre la corporalidad

El cuerpo es un tema de gran controversia y que permite múltiples análisis y enfoques. La noción de que la sensualidad y los placeres conllevan a una corrupción del espíritu es la más extendida entre las generaciones de la primera mitad del siglo pasado, existiendo aún hoy, un dilema entre la espiritualidad y lo carnal para muchos hombres y mujeres con espiritualidad desarrollada, de esas generaciones y posteriores. Tanto así que la negación del cuerpo sigue siendo parte integral de algunas doctrinas y sistemas de costumbres, en especial en el caso de la mujer, a quienes se les somete a castraciones y desigualdades son más justificación que su cuerpo.

Luego de mucho analizar, decidimos rescatar la noción de que el temor al cuerpo no conduce a nada bueno. La restricción excesiva puede llegar a ser tan nociva como la completa laxitud, creemos firmemente en el respeto por el cuerpo y en su conocimiento a través del amor y cuidado. Somos de la idea de que el cuerpo es nuestra primera casa, y como tal hemos de conocerlo y cuidarlo para que nos dure y albergue nuestro espíritu de forma adecuada.

En términos más teóricos, hemos de confesar que el cuerpo es, para nosotros, el lugar que alberga el inconsciente, siendo cada órgano capaz de almacenar una memoria de la vida de cada quien. Es por ello que a través del cuerpo se puede abordar el mundo emocional y espiritual, del mismo modo que desde ellos se llega inevitablemente al cuerpo.

En relación al relato mismo, vemos como Antonieta no tiene mayor noción de la corporalidad, no tiene ni siquiera un interés morboso, sólo adolece de un profundo desconocimiento y temor a su propio cuerpo, lo que como iremos viendo, le causo muchas malas experiencias. Sin duda que el enfoque recomendable es la naturalidad y respeto por la corporalidad.

CAPITULO 24: “Madre Sotomayor ”

1950, 10 años

   Seguí los concejos de mi amiga Ximena, de dedicarme con todo mi empeño a nivelarme. “Mirar solo la meta final”, sin importarme nada mis compañeras. En los ratos de soledad me dedicaba a estudiar todo lo que la madre Sotomayor en el Colegio me enseñaba, y Ximena en su casa, me continuaba enseñando, aprovechando cualquier momento libre para estudiar sin parar.
   La madre Sotomayor, todas las tardes, me enseñaba de 4 a ¼5, “Castellano y Matemáticas” y hasta “Labores”.
   Era una verdadera “MAESTRA”, se tomó mi “nivelación” como un reto personal, incluso un día que faltó a clases por enfermedad; a mi igual me hizo la clase en el colegio en forma particular. Estricta, exigente, muy pedagógica, muy estimulante, le encantaba enseñar.

       Y como Ximena, también me ayudaba todos los días de 6 a ¼ 7 tarde, fui avanzando rápido.  Incluso Ximena, me hacía clases los sábados y domingos.

   Un día Madre Sotomayor, me dijo: “Te felicito, creo que te pondrás al día, antes de lo esperado”.
   “Eres una alumna muy empeñosa estoy orgullosa de ti”.
   Y como se daba cuenta de las burlas de mis compañeras y mi soledad. Me agregó: “No hagas caso a tus compañeras, verás que pronto, no tendrán motivo para reírse, no les hagas caso”.

   Pasó un mes y yo estaba completamente al día en Castellano y Matemáticas, solo Labores, me costaba más, pero iba progresando.
   Me esforcé tan bárbaramente, que mis notas, empezaron a subir y ya me sentía más contenta.
   Era la MADRE, una Maestra de vocación, no paró hasta que no quedó satisfecha con su apoyo.
   Luego, al mes, cuando estuve lista, se acabaron las clases extras y el apoyo en clases, y comenzó a tratarme y exigirme igual que a las demás.

   Me exigía tanto en Castellano, que a fin de año, terminé con un 6 en Castellano y un 7 en Matemáticas.
   Lo más lento, fue Labores, porque definitivamente esa clase me costaba y no me gustaba tanto.
   Yo estaba tan agradecida de su apoyo que le llevé de regalo unos chocolates, que me mandó mi mamá porque ella estaba de cumpleaños.
   Pero ella, era muy especial, no le gustaba que las alumnas le hicieran regalos ni que le agradecieran nada.  Se enojaba si uno le llevaba regalo o le diera las gracias.
   Yo no sabía nada de eso. Así es que cuando le entregué los chocolates, le dije que se los enviaba mi mamá como agradecimiento de sus clases, me dijo:

   “Por ser que eres alumna nueva, te lo acepto, pero dile a tu mamá, que no acepto regalos ni agradecimientos, solo DIOS ve, y eso es lo que importa, agradar a Dios y no buscar el agradecimiento de la gente”.



                                             Poco a poco la fui conociendo a ella.

   Una vez, en el exámen final de Labores, yo no había alcanzado a terminar el mantel. Venia una comisión examinadora del liceo nº1 y todas las niñas traían sus labores envuelta en un papel celofán con una cinta. Pero yo no encontré mi labor el día anterior. 
   No estaba, no hallaba qué hacer, si la madre Sotomayor sabe que se me perdió, “¡Me, mato!”
   Además, me quedaba solo un día para trabajar y me faltaba bastante.

 ¿Qué podía hacer?, ¿no presentarme al examen? ¡Me moría de vergüenza de decirle a la madre, que perdí mi labor! ¡Se había desaparecido!”.

   Entonces mi hermana, me dijo: “Si no vas al EXAMEN, ahí sí que se va a enojar contigo la Madre, es mejor que hables con ella y le digas la verdad”.
   Así, lo hice, y cuando ya íbamos a entrar al EXAMEN, me acerqué a la Madre, le conté lo que me había pasado y le pregunté qué hacer.
   Ella solo respondió: “entren, que están llamando, la comisión examinadora, ya llegó”, y no me hizo ningún cometario.
   Yo entré aterrada y vi que había un montón de paquetes envueltos en celofán en una mesa y comenzaron a llamar por apellido.
   La alumna se acercaba, la Madre le pasaba el paquete y se lo mostraban a la Comisión, luego le miraban el trabajo, le decían algún comentario, le ponían la nota y la alumna volvía a su puesto.
   Así, pasaron de una en una. Yo creía que me iba a desmayar de vergüenza, cuando dijeron mi nombre, me paré y la Madre me pasó un paquete, yo fui donde la comisión, y ¡Ahí, estaba mi Labor, completamente terminada!
   La comisión lo examinó y me pusieron un 6.
   Yo volví a mi puesto, miré a la Madre y ella se volvió a buscar el siguiente paquete y no me miró.
   Luego supe, por la Madre de Castellano de la Alicia, que la Madre Sotomayor, se había pasado toda la noche bordando. Y jamás me dejó agradecerle nada, se molestaba y hasta se ponía furiosa y se iba.



                                 “Así era mi MADRE SOTOMAYOR”



   Un día en 5º básico, una compañera insistió en hacerle un regalo y me pidió que la acompañara. Yo le expliqué que a la MADRE no le gustaban los regalos, pero ella insistió que la acompañara. La Madre iba muy apurada, como siempre, mi compañera la detuvo para pasarle el regalo; ella vino y le tiró el regalo por la cabeza.

   “Yo no quiero regalos”, gritó, “Estudie mas no más”. Y se fue regañando.

   Así era ella, terrible exigente en el estudio, pero tenía esos gestos de “Silencioso Amor”, como lo que hizo de terminar mi Labor, sin dormir toda la noche.
   Yo nunca olvidaré a MADRE SOTOMAYOR, sus enseñanzas que he recordado toda mi vida: La Gramática, preposiciones, conjunciones, tablas, todo grabado a cincel, para el resto de mi vida. Tengo 69 años y todavía recuerdo las preposiciones a, ante, bajo…

   Como tampoco he olvidado sus “kermeses”, de la “Pesca Milagrosa” donde una siempre, tenía un regalito hecho por sus manos, en el anzuelo. Claro que ella estaba escondida.



      “Amor así, valía la pena, por mil sufrimientos que yo tuve en ese colegio”.

      “El amor verdadero, siempre deja una huella imborrable”.

      Porque yo con el tiempo he ido olvidado los sufrimientos que tuve en ese Colegio, pero, “Este amor, nunca lo olvidé”.
      Y cuando en la vida, me he decepcionado del amor de alguna persona, siempre me conforta recordar aquel inmenso amor y siento “Pero hubo alguien que si me quiso de verdad, sin pedirme nada a cambio”.
      Soy testigo que ese amor, vino de Dios, a mi vida y continúa viniendo, cada vez que lo llamo y necesito, envía estos “Ángeles” en mi auxilio.

      Gracias SEÑOR por este ángel: MADRE SOTOMAYOR que enviaste a mi vida