1943 - 1945, 3 a 5 años.
La señora Sara vivía en el primer piso de nuestra casa. Ella me quería mucho, y siempre me llevaba a su casa a jugar con un caballo de madera; salíamos de paseo al campo. Yo tendría unos 3 años.
Allí disfrutaba viendo los patitos que nadaban en el agua; los alimentaba, les hablaba, les hacía cariño. Eran unos patitos amarillitos, que recién estaban aprendiendo a nadar. Era como una parcela, creo.
Luego iba al gallinero, a recoger huevos y a jugar con los pollitos, y les daba triguito.
Había también caballos, que montaba un huaso, quien me ofrecía llevarme de paseo; pero yo nunca me atreví a subirme a un caballo.
A mí me fascinaban los animales, las flores, el pasto lleno de ellas; los árboles cargados de frutas. Me subía a todos los árboles a comer fruta.
Había además conejos, a los que les daba zanahorias y les hacía cariño. También había un perro que me seguía, no recuerdo el nombre, pero corría a mi lado todo el tiempo.
¡Era maravilloso pasear por el campo! Andar en carreta , comer empanadas hechas en horno de barro; sentarse en un corredor con sillones de mimbre, que había afuera de la casa, a comerme la fruta.
Había un gatito blanco, que me hacía cariños y yo le daba la leche. Había una vaca con una campanita; tomábamos leche de vaca.
Yo jugaba con unos niños que había, nos bañábamos y jugábamos a subir a los árboles: imitábamos el canto de los pájaros.
Al final del día yo quedaba muerta; había paseado, jugado en el agua, había subido árboles…había comido tanto y tomado tanto sol, que a la vuelta de la casa, venía muerta en la micro, cansadísima, con un canasto lleno de frutas, empanadas, pan amasado, flores, piedrecillas, leche de vaca y una sillita de mimbre que me habían regalado.
Venía tan llena de emociones y vivencias, que no paraba de hablar, hasta que, finalmente, me dormía extenuada en la falda de la señora Sara, que me hacía cariño en el pelo, mientras iba durmiendo
Esos días de felicidad, como eran pocos, jamás los he olvidado, tampoco a la señora Sara, en el campo... sus conversaciones, su cariño, su casa con el caballito, sus cuidados. Fueron un memorial para toda la vida.
Este relato pone de manifiesto la enorme sensibilidad de Antonienta. Asi como también la importancia de la estimulación que recibió por parte de algunas personas. El desarrollo de niños y niñas esta mediado por la riqueza y el afecto del ambiente que se les ofrece.
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