lunes, 26 de abril de 2010

Capítulo 2 “Muerte de mi primo Jorge Valenzuela”


Un hecho que me marcó mucho, cuando tenía cuatro años, fue la muerte de mi primo, Jorge Valenzuela, de sólo trece años.   Éste era el primo que yo adoraba;  esperaba ansiosamente su visita en el sillón de mimbre cada día.   Él me leía cuentos, jugaba al caballito conmigo, me regalaba caramelos, conversaba conmigo y me contaba historias.   Sus padres eran de provincia, por eso lo pusieron en un internado en Santiago.

         Un día sucedió que, cuando fui al sillón a esperar a Jorgito, había una tremenda agitación; mis padres salieron rápido de casa, me quedé sola, sin comprender nada, nadie me dio una explicación.   Entonces fui a la cocina y le pregunté a mi nana:  - “¿Por qué llora mi tía Anita?, ¿dónde se fueron todos?”

         Su respuesta: “Fueron al entierro de tu primo Jorgito, que se murió”
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-         “¿Qué es morirse?”, pregunté.
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-         “Pregúntaselo a tus padres”, me contestó.

Pasaba un día tras otro y Jorgito no llegaba.   Yo lo esperaba en el sillón
para jugar, entonces empecé a darme cuenta que morirse no era bueno, que apretaba el corazón y se sentían ganas de llorar; que era echarlo mucho de menos, y no verlo nunca más.
Este fue mi primer encuentro con algo que llamaban muerte, a los cuatro años de edad.
 Otro hecho que recuerdo, y que me marcó mucho por su tristeza, fueron los “famosos paseos de mi madre conmigo de la mano a la carnicería”.   En silencio, sin decir una palabra, siempre llorando y de luto…suspiraba y miraba el cielo.   Luego, llegábamos a la carnicería, un lugar fúnebre, con una ampolleta amarillenta, llena de caca de mosca.
 
         Todo el local era sucio, las moscas se paraban en la carne, y con la misma mano que cortaba, se pagaba.   Yo encontraba muy feo ese lugar.

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