jueves, 26 de agosto de 2010

CAPITULO 45: SUCESOS PARANORMALES; “El Muerto del Teatro Baquedano”

“El Muerto del Teatro Baquedano”
1958, 18 años
Un día fuimos a ver una película con mi hermana al cine Baquedano. Cuando estábamos viendo la película, de pronto comencé a transpirar y a sentir pánico; era una sensación de una cercanía peligrosa alrededor de nosotras. Miré y no vi a nadie sentado detrás de nosotras. Pero mi miedo aumentaba progresivamente, transpiraba y no podía respirar bien. Se me helaron las manos y me dio un impulso irrefrenable de salir arrancando bruscamente.

Tomé apenas la mano de mi hermana, sin alcanzar a decirle nada, y -como una corriente eléctrica- las dos nos paramos al mismo tiempo, y salimos corriendo como locas; corrimos hasta la estatua del Soldado Desconocido, sin parar y sin hablarnos.

Cuando llegamos a la estatua, nos detuvimos y pensamos: ¿qué nos pasó? Ambas sentimos lo mismo y corrimos en forma automática e irracional. Luego pensamos, ¿por qué corrimos?, ¿no habría algo allí?
Vimos dos carabineros en la puerta del teatro, y les contamos nuestra historia; ellos se miraron como dudando, después uno nos dijo:

- “¿Dónde están los boletos?, ¿en qué fila estaban?
Alicia les pasó apurada los boletos, era la fila F, al centro.
Ellos no sabían si creer o no, entonces uno preguntó:
- “¿Ustedes escucharon o vieron algo…?”
- “No”, respondimos.
- “Pero, estamos seguras de que hay algo”, dijo Alicia; “porque a mi hermana, a veces le pasan estas cosas”
Los carabineros me miraron, y uno me preguntó: "¿Y qué dices tú?"
Yo asustada, respondí: “Nada, yo no sé nada. A veces me pasan estas cosas, no sé por qué”
- “Y siempre sucede algo”, agregó Alicia.

Entonces uno le preguntó al otro: ¿Qué hacemos?
- “Comprobaremos”, respondió.
Y nos dijo: “Vamos niñas”. Y nos aproximamos al cine.
El Carabinero habló con el encargado de las luces y le pidió que suspendiera la película y que encendiera las luces porque se necesitaba hacer un registro.
Entraron ellos y nosotras nos quedamos fuera. Pasó como media hora, y sentimos el pito de una “CUCA” de Carabineros, que se estacionó frente al teatro; decía “Investigaciones”.
Nosotras desde la plaza los vimos entrar. Al rato comenzó a salir gente del cine, y se preguntaban: “¿qué pasó, que llegaron los Carabineros y cortaron la película?”… y reclamaban que les devolvieran la plata.

Nosotras nos asustamos con mi hermana y nos quisimos ir. Pero, después, Alicia no quiso: quería saber qué había pasado.
Salieron los Carabineros con los que habíamos hablado, y nos dijeron que mejor nos fuéramos: “esto no es para niñas”
- “¿Pero qué sucedió?, preguntó Alicia.
- “Véanlo mañana en el diario”, dijo el carabinero, “y váyanse a sus casas, si no Investigaciones las va a llamar a declarar, y se van a meter en un tremendo lío”.
En esos momentos sonó la sirena de una ambulancia, que se detuvo frente al cine. Nos fuimos enseguida, quedamos “ultra” intrigadas.

Al otro día, temprano, compramos el diario. Un letrero decía: “Riña entre homosexuales en el cine Baquedano termina con asesinato ayer”, “El herido murió en la Posta”. Leímos toda la noticia, había sido un asesinato por celos; ambos se habían agredido. Uno estaba muerto, se desangró en el cine. El otro murió en la Posta.
“Entonces, era el herido de muerte el que nos pidió auxilio”, dije.
Alicia seguía leyendo, con los ojos desorbitados.
“Dice que estuvo tres horas desangrándose, antes de morir”, me contaba.
Nos miramos, “mejor no digamos nada a nadie. Estoy segura de que creerán que estamos chaladas y no nos van a dejar nunca más ir a un cine”, dijo Alicia.
Eso hicimos, no contamos nada a nadie, lo guardamos como un secreto entre nosotras.

“Tú me transmitiste a mí como siempre”, dijo Alicia. “A mí no me pasan estas cosas”.
Fuimos al Sagrario a rezar por los muertos. Y yo le pedí a Dios por su salvación y para que no me siguieran sucediendo estas cosas tan terribles. Para mí era un tabú, nunca se lo conté a nadie. Sólo rezaba para que no se repitieran.
Daba gracias a Dios que los carabineros no nos hubieran preguntado los nombres, porque en el diario decía:
-“Dos jóvenes dieron aviso a Carabineros”, y no figuraba la forma cómo ellos supieron el hecho.
“¿Te imaginas que nuestros nombres hubiesen aparecido en el diario?, ¿qué habría dicho mi papá?, dije yo.



Interpretado por terapeuta Marión Muñoz


1. Definición del fenómeno: Conciencia Expandida, es decir, capacidad de ser puente de paso de energía de un ser a otro.
En este caso, la energía se iba del agónico (calor), y luego la energía que se acababa en él (frío). Luego ambas energías, la que se iba del cuerpo agónico, y la que moría del cuerpo del agónico eran transmitidas a mi hermana por medio de una “fuerza eléctrica” (tomé apenas la mano de mi hermana... y como una corriente eléctrica… arrancamos sin hablarnos)

2. Aptitudes utilizadas:
a)Capacidad de percibir la muerte rondando
b)Capacidad de sentir la muerte en el cuerpo”: (“comencé a transpirar y a sentir pánico… una sensación de una cercanía peligrosa alrededor de nosotras…transpiraba y no podía respirar bien…se me helaron las manos”)
c) Correr: Miedo a la muerte
d) Calor: Energía que salía del agónico y pasa a mi cuerpo (“transpiraba y no podía respirar bien”)
e) Frío: Traspaso de pérdida de energía del cuerpo que moría y se iba enfriando, perdiendo la vida (“se me helaron las manos”)
f) Corriente eléctrica: Medio energético conductor de ambas energías, frío y calor.

3. Conclusión general:
Marión considera que una fuerza muy poderosa me protege. Ya sea entendida como Ángel de la Guarda, Dios o seres superiores que actúan en forma protectora, espíritus protectores superiores. Esta vez actuaron a través de la presencia “extrañamente protectora” de unos carabineros, que nos ayudaron a librarnos de un mal mayor. Además, ellos tampoco pidieron la identificación, los nombres (otra protección inexplicable) Después. En el diario sólo decía ”dos jóvenes dieron aviso a Carabineros”; como ocultando intencionadamente y, a nuestro favor, nuestras identidades. ¿No es extraña esa forma de actuar de los carabineros?, ¿por qué nos protegieron?, ¿qué explicación razonable dieron a sus superiores?

Sin duda una Fuerza Superior estaba actuando a nuestro favor. Inexplicablemente actúa a mi favor una y otra vez a través de sueños, avisos, acontecimientos, intuiciones, premoniciones, telepatía: poderes extra-sensoriales.
Hay, aquí, una clara ELECCIÓN Y PROTECCIÓN SUPERIOR. Démosle el nombre que sea, pero es una PROTECCIÓN SUPERIOR INDISCUTIBLE, observada en todos los hechos analizados.

 Consejo de la Terapeuta:
- Pedir protección Divina, permanentemente, día y noche, especialmente antes de dormir.
- Elegir un color, envolverse en una burbuja de ese color.
      "Yo pido protección a María, que me envuelva en su manto, y elijo el color celeste"

CAPITULO 44: “El Desdoblamiento”

Fenómenos Paranormales
1958, 18 años

   Cuando tenía 18 años, Olga Romesín, la mamá de Wilfred, quien siempre sabia mucho de técnicas orientales, y de Yoga, relajación, meditación y cosas por el estilo, me enseñó una “técnica de relajación” que yo jamás había practicado, para quitarme la jaqueca (que yo sufría frecuentemente, desde los 9 años) y librarme de tensiones. Me puse entonces a practicar esta "relajación", y me resultaba cada vez más profundo, el grado de “relajación” al que yo llegaba.


   Un día, en el que padecía de una jaqueca muy fuerte y estaba muy tensa, me puse a practicar mi “relajación”. Después de estar en “Relajación Profunda”, me sucedió un hecho, para mí desconocido y sorprendente, que ni siquiera sabía que existía. Llegué a un trance tal, que me dio un “desdoblamiento”, al que ella lo llamó oom, una “separación del cuerpo del alma de la persona”. De pronto mi cuerpo se separó de mi espíritu y me encontré acostada en el techo en la misma posición que me había puesto para relajarme. Me miré hacia abajo y estaba yo, en mi cama durmiendo. ¡Sentí pánico!. ¿Qué era eso?, ¿Acaso me había muerto y me estaba contemplando?

   Sentí un terror tan grande, que me desperté bruscamente y caí del techo golpeándome contra una estufa. No recuerdo haberme hecho ninguna herida, ni sentí ningún dolor con la caída, pero si sentí como un zamarrón brusco y despertarme junto a la estufa. Mi cuerpo ya no estaba dormido en la cama, me senté en ésta, y como que venia de otro mundo, atontada, aturdida, aletargada, sin comprender.

   No dije nada en mi casa, y me fui a la casa de Wilfred a contarle a Olga, lo que me había sucedido con la relajación. Ella me dijo:

- “¡Tuviste un desdoblamiento, que increíble, que aptitudes tienes!”

Y se alegró contándole a Wilfred,

- “Pero si apenas te enseñé 2 veces relajación, ¿como pudiste llegar a una tan profunda? Debes continuar aprendiendo, pues nunca había tenido una mejor alumna”, dijo luego Olga:

- “Debes aprender a manejar mejor la técnica, hasta lograr dominar tu espíritu, para que sólo vuelva a tu cuerpo, cuando tu quieras, tranquilamente, sin miedo alguno, tu mente dominará tu cuerpo y volverás sin temor. Tu mente es muy poderosa, y si te vuelve a suceder, tú sólo piensa:
voy a volver a mi”. Tranquila y sin sobresaltos, volverás. Así algún día manejarás todas las situaciones con tu mente, cada vez irá creciendo el poder del espíritu y la mente sobre tu cuerpo”.

Wilfred dijo:

- “Si la Toñi tiene mucha fuerza con la mente, y su mente trabaja día y noche, sus sueños resuelven todos sus problemas. Además es telepática, duerme y se comunica con las personas, sabiendo lo que les esta sucediendo”,

Y le contaba a Olga lo que sucedía con mi amigo Jorge.

- “¡Tienes Que seguir conociendo tus aptitudes!- dijo Wilfred.

- Mamá, ¡tu la puedes ayudar!” dijo Wilfred con gran entusiasmo.

   Yo escuché esta conversación y todas estas explicaciones, y quedé tan aterrada que dije a todo que bueno, pero no volví más donde Olga a practicar nada. Y desde ese día en adelante, tengo mucho cuidado con las relajaciones profundas.

Capítulo 43: “Fenómenos Paranormales y Sueños Premonitores”

   A partir de los 17 años, comencé a experimentar una serie de Fenómenos, que yo no sabía, como calificar. Antes, aún, cuando pequeña fui testigo del “fantasma pianista”(capítulo 15 del blog) a los 9 años. Luego a los 17 años, la experiencia de “La casa embrujada” (capítulo 31 del blog) y muchos hechos más, que iré narrando, a través que fueron ocurriendo.

Yo solo sabía, que eran cosas poco comunes y por eso, no se las conté a nadie, por temor, que la gente me creyera loca o mentirosa.

Pero ahora, ya han pasado 52 años y primera vez hablo de ellos, por si, alguna le ocurren cosas similares, les puede ser útil la información de los Profesionales, que a través de los años, me han atendido y para que no tengan los temores que yo tuve por toda mi vida, sin entender nada.

Estos eventos, solo necesitan ser interpretados y explicados por Profesionales, competentes, que nos ayuden a aprovechar el “mensaje”, que estamos recibiendo y que siempre vienen en nuestra ayuda.
A medida que vayan transcurriendo en mi historia, los iré narrando, junto a la información del Profesional competente.

Espero que sean de algún provecho:

María Antonieta

jueves, 19 de agosto de 2010

CAPITULO 42: “EL MAL MANEJO, MADRE PALMA”

1953,14 años

Como todavía no había dejado de escribir actividades para los niños de mi club (las hacía en los recreos para no estar sola y aburrida), un día, en segundo humanidades, se me ocurrió una idea nueva al ver que las internas siempre andaban aburridas y ociosas; porque estaban encerradas todo el año en el colegio.

Pensando, principalmente en ellas, se me ocurrió la idea de crear lo que hoy que se llaman “actividades extra-programáticas”; diría que mi colegio sería el primero en llevarlas a cabo.

Me puse con ahínco a inventar un “Proyecto Educativo Extra programático para internas”.

Una vez que lo había terminado, se lo llevé a la madre Palma para saber si lo aprobaba. Ella se tomó su tiempo en leerlo, y luego me mandó llamar a la prefectura.

Sin querer queriendo, era la iniciadora de algo nunca visto en los colegios en el año 1954 (a mis catorce años), las actividades extra-programáticas, que irían apareciendo en los colegios muchos años más tarde.

Hice un trabajo muy completo y organizado de mis ideas, con actividades para distintos intereses (deportivos, intelectuales, religiosos, artísticos, manuales, hasta un grupo para contar chistes en las fiestas) Llegué a la prefectura y la madre Palma estaba con mi proyecto en la mano y me hizo sentar.

- "Esto”, me dijo, “es una idea original, muy creativa, educativa, incentivadora, que no sólo quiero que la ponga en práctica con las internas, sino que me interesa ponerla en práctica para todo el colegio. Seremos el primer colegio que las haga, y le aseguro que muchos colegios nos seguirán. La felicito, Dios sabe las cosas, yo sé que usted escribe estas ideas porque se siente sola en el recreo, no hay bien que por mal no venga; tal vez usted está sola en los recreos en beneficio de la felicidad de todos los niños de su club y ahora de sus compañeras de colegio. Usted tiene que valorarse, confiar en usted, ver todo lo bueno que el Señor le depara. Atrévase ¿A qué teme?"

- "Pero madre", respondí. “Yo sólo pensaba en chico, en las internas, y usted quiere estas actividades para todo el colegio; eso demanda mucho más trabajo y colaboración de otras personas. ¡Reorganizar todo de nuevo! ¿Y quién me va a ayudar en eso?"

- “Si puede pensar para pocos, ¿por qué no para muchos?, ¿cuál es la diferencia?", respondió riendo. "Reorganícese, busque compañeras adecuadas que colaboren con usted. Usted verá, usted es la creativa, no yo. Encárguese, yo necesito poner a andar este proyecto lo antes posible. Esta es una magnífica herramienta para completar la educación de las alumnas, para conocer y desarrollar sus aptitudes personales y también como estímulo para estudiar más contentas ¡Vaya! Hágalo. No dude, es una idea estupenda".

- “Pero madre, si yo no tengo amigas ¿quién me va a querer ayudar?"

“¡Usted verá cómo lo hace!, ¡es una oportunidad para empezar a tener lazos! ¡Piense en grande, aproveche sus condiciones!"


Me golpeó el hombro, me entregó el proyecto y me dijo:

"¡Animo, será un éxito!"

Yo me fui, apesadumbrada, fue como si me hubieran dado vuelta el mundo al revés; sólo quería ayudar a las internas: era un pequeño proyecto que yo tenía pensado. La interna que me podía ayudar era la Maité, una interna italiana muy inteligente y amistosa, que siempre quería hacer algo entretenido y siempre se quejaba de aburrimiento.

¡Pero esto! ¡Era impensado para mí!, ¡Esta monja esperaba de mí algo a gran escala! ¡Esto yo no lo podía hacer!

Pensé y pensé muchos días su proposición, miraba mi humilde proyecto y no me atrevía a lanzarme en una empresa de tanta envergadura para todo el colegio.

Sobre todo, lo que más me asustaba: “¡quién me iba a ayudar, si no tenía amigas!”

Empecé a tener, desde ese día, cada vez más fuertes dolores de cabeza y estómago. No dormía bien, pasaba nerviosa, indecisa; tenía un temor tan grande que me decía que esto iba a resultar mal. Era como un mal presentimiento que sentía que me llevaría a la tumba. Era mucho para mí sola y no me atrevía a pedir ayuda a ninguna compañera, yo no conocía a nadie, ni siquiera a las internas.

Tanto pensé, que un día llevé el Proyecto, me di ánimos y le hablé de él a Maité, la interna que yo mejor ubicaba, que era compañera de curso; fijándome en su disconformidad se me ocurrió la idea.

Le expliqué brevemente la idea de la madre, mis temores y hasta llevaba una dedicatoria el proyecto para las internas. También le conté que me inspiré en ella.

Quería que lo leyera, saber su opinión y si ella me podía ayudar, porque yo no conocía a nadie.

Maité me escuchó atentamente y me dijo:

- "Si a la madre Palma le encantó y quiere llevarlo a cabo ¿cuál es tu problema? Si hay que agrandarlo, lo agrandas no más. Voy a ir a leerlo al tiro en la tarde, que me lateo y mañana te contesto, chao", y se fue

Al otro día, Maité, me estaba esperando con el proyecto en la mano. Me llamó, contenta, y me llevó a un lado del patio, donde nos sentamos.

Ella me dijo:

- "Leí tu proyecto, eres sencillamente sensacional. Si esto no se lleva a cabo en este colegio, no me llamo Maité".

Estaba entusiasmadísima, por ella comenzaba al tiro,

Yo me alegré:

- "¿En serio tu crees que se puede hacer en todo el Colegio?"

- "Estoy completamente de acuerdo con la madre. Esto no se puede desperdiciar sólo para internas, esto cambiará y revolucionará a todo el colegio", dijo entusiasmada.

- "Pero Maité"- supliqué - "¿Y quién me va a ayudar?, ¿tú lo harías?"


- "Por supuesto, yo seré tu mano derecha y haré ejecutar todo lo que tú me digas. Yo conozco a todas las alumnas del colegio. Estoy segura, que ayuda no va a faltar. Yo ya estoy pensando en las compañeras que estarán felices de ayudar, y yo creo, que hasta monjas querrán participar. Anda, haz lo que te digo, la Madre tiene razón. Amplía el proyecto".


- "Pero con la condición, Maité, de que tú serás la que hable y exponga, y te entiendas con las alumnas; tú tienes don de la palabra, yo sólo invento, ¿okay? ¿Prometido?"

- "¡Prometido!"

Entonces me puse a trabajar, pensando ya en todas las alumnas, en un segundo proyecto, de mayores proyecciones. La organización de las actividades, quiénes las iban a llevar a cabo y cómo iba a funcionar el proyecto en una sincronización perfecta.

Actividades apropiadas para "básica", separadas de las de "humanidades", puesto que tenían distintos intereses, distintas capacidades, distintas razones, etc.

Ver la forma cómo conseguir el material según la actividad que se tratara: ya sea deportiva, intelectual, artística, etc. Las salas que se iban a ocupar, ver los horarios disponibles, etc.

Me demoré dos semanas en hacer el segundo proyecto, eso que trabajé también sábados y domingos.

Al fin se lo mostré a la Maité, ella tenía bastante avanzado a su vez: tenía las compañeras que ayudarían a dirigir las diversas actividades, hasta a una mamá, profesora de ballet, que ofreció hacer clases gratis. Ella se movía con gran velocidad y entusiasmo. Así, nos fuimos conociendo y apreciando mejor, después de tantos años de ser compañeras, era primera vez que éramos socias y amigas.

Maité leyó el segundo proyecto y me dijo:

-"Esto se lo tienes que mostrar hoy día mismo a la Madre Palma. Anda ahora, está en la prefectura"

-Fui donde la Madre Palma a llevarle el proyecto adaptado para todo el colegio, como ella quería. Lo tomó y dijo:

- "Lo leeré en seguida"

Claro, este trabajo era mucho más largo y no lo iba a poder leer tan rápido como el primero.

Yo supuse que tardaría un poco en leerlo, porque ella tenía muchas cosas más que hacer.

Nosotras con la Maité, conversábamos, dábamos ideas nuevas; se agregaron las compañeras voluntarias en las diversas tareas y ella me las presentó.

Había un gran entusiasmo y expectación por la aceptación del proyecto, que estaba leyendo madre Palma.

Yo estaba muy contenta, porque después de estar tantos años en ese colegio, en el anonimato total, sin ni una amiga por 5 años, ahora resultaba que me veía rodeada de compañeras de distintos cursos del colegio, que me hablaban, me felicitaban y formábamos un grupo de trabajo y de interés común, nunca soñado. Por lo menos mi paso por ese colegio y todos mis sufrimientos iban a ser compensados por un aporte positivo al colegio. ¡Yo vivía un sueño! ¡Al fin valía algo en ese colegio!

Al día siguiente, cuál no fue mi sorpresa, la Madre Palma me manda llamar y me dice:

- "No imaginé que en este colegio teníamos una alumna tan brillante. Yo sabía que usted era especial, pero no imaginaba hasta qué punto. El proyecto esta íntegramente aprobado. Hoy día mismo notificamos a todo el colegio y profesorado. Estoy segura de que otros colegios nos seguirán, pero seremos los primeros en llevarlo a cabo ¿Comprende ahora cuántas veces yo le dije que usted se tiene que valorar a sí misma? Ahora es la oportunidad para mostrar a todo el colegio y profesorado lo que usted vale"


Pero yo, no entendí cómo ella pretendía que pudiera demostrar eso. Nosotras con Maité ya teníamos todo solucionado, ella iba a ser mi voz y como mi "relacionadora pública". Yo sólo ayudaba en las ideas. Tuve un mal presentimiento, no sé cómo explicarlo.

No entendí como iba a llevar a cabo esta presentación, hablé con Maité de mis aprehensiones y ésta no se preocupó en lo más mínimo.

- "Mira”, dijo “Lo importante es que lo aprobó, nosotras sabemos cómo lo vamos a realizar"

Pero antes de entrar a clases, sin aviso previo, Madre Palma dió órdenes a todas las alumnas que estaban en filas al volver del rosario y a las profesoras que se reunieran en la "sala de reuniones".

Luego se acercó a mí y me dijo:

- "Ya está. Usted expondrá a todo el alumnado y profesorado su proyecto, después de que yo les explique un poco de qué se trata la reunión"

Yo le dije: "Pero Madre...". Y no me pescó.

Le conté a Maité y ella muy relajada dijo:

- ¡Estupendo! ¡Al abordaje muchachas, ha llegado el día!"

- "Pero Maite", le dije, "parece que tu no me estás escuchando, ella dijo: Ahora, Ud. expondrá a todo el alumnado y profesorado su proyecto". ¡Cuando en el proyecto digo, claramente, que serás tu la que hablarás y te relacionarás con las alumnas!"

- "No te preocupes, mujer, si yo estaré siempre contigo y yo hablaré y leeré el proyecto ¡No hay drama!"

Madre Palma tenía a todas las alumnas del colegio reunidas y al profesorado y estaba adelante hablando por el micrófono. Decía que las reunía para escuchar a una alumna de 2° Humanidades, María Antonieta Montecinos, que tenía un interesante proyecto para realizar en el colegio, que estaba segura que a todas les iba a interesar.

Maité y yo, estábamos en la puerta, afuera, mientras Madre hablaba. Yo quedé paralizada cuando la Madre me nombró, se me helaron las manos y creí que me iba a desmayar, me puse pálida, como papel.

Maité me tomó la mano y me animó:

- "No te preocupes, yo les explicaré cómo lo haremos, y tú estarás a mi lado, ¿Así lo acordamos, no?"

Estaba emocionada y excitada, por fin, tener la oportunidad de salir de ese terrible anonimato en el que había estado en ese colegio desde que entré y sobretodo de esa espantosa soledad. Pero continuaba con mi "mal presentimiento", por más que Maite estaba feliz.
Salió MADRE PALMA y me dice:


- "Ya, entra y expone tu proyecto. Todo el colegio y las profesoras te están esperando"

Nos miramos con Maite, y yo creí que me iba a desplomar.

- "¿Yo? No, no, aquí hay un error. En el proyecto Madre, yo digo claramente que es Maite la que va a exponer y a relacionarse con las alumnas, no yo".

- "Ud. lo leyó, y sabe que es así", dijo Maité.

- "Yo digo claramente que ella será la encargada de exponer, por su facilidad de palabras, porque conoce a todas las alumnas"

Pero Madre Palma aceptó que eso sería en la práctica, pero la indicada para exponer al comenzar era yo, porque yo lo había inventado. ¡Le suplicamos, le rogamos con Maité, que así estaba expuesto, en esas condiciones y ella las había leído y aceptado! Le expliqué que yo no era capaz de hablar ante tanta gente, que me daba pánico. De hecho, el corazón se me empezó a apretar, temblaba entera y comencé a sufrir un verdadero "ataque de pánico".

Maité hizo todo lo posible por convencerla, le dijo que íbamos a entrar las dos y ella sólo iba hablar, le dijo que ya tenía a las compañeras que iban a cooperar, le dijo que yo estaría a cargo de las ideas y que a través de ella se ejecutarían, que esas ideas no se podían perder ¡qué no le dijo! Pero fue imposible, las alumnas llevaban rato esperando, mientras nosotras, afuera, tratando de convencer a la monja.

Madre Palma me miró con unos ojos encendidos en fuego y me dijo duramente:

- "Esta es tu oportunidad de hacerte valer, de mostrar quién eres, de salir de la concha en que vives, de romper tus terrores y superarlos, de madurar. Si no lo haces ahora, nunca en tu vida alguien te valorará, si tú misma primero no te valoras." Con una voz que no cabía réplica.

Se me vino el corazón al suelo, quería hacer un hoyo y desaparecer, me moría de Pánico de hablar en público, si ni en los orales podía ¿cómo iba a poder hablar ante toda esa gente?

¿Cómo la Madre iba a dejar a todo el colegio esperando y a los profesores? Yo creí que en algún momento iba a ceder, pero no. Ella estaba convencida de que sólo así maduraría y saldría adelante, que me estaba ayudando presionándome de esa manera, que sólo así saldría de mi timidez, enfrentándola.

Yo pensaba ¿quién era yo? ¡Nadie me conocía, ni mis compañeras de curso!

¿Cómo iba a ponerme delante y hablar a todo el colegio? ¡Eso era imposible!

Sentí que las lágrimas cayeron de mis ojos, y por más esfuerzo que hice, no las pude contener.

Maité me miraba, me tomó la mano y dijo llorosa:

- "Yo estaré al lado tuyo".

Pero fue inútil, yo tenía un verdadero "ataque de pánico", un dolor tan profundo en mi corazón, por mi impotencia; un dolor en el pecho, mis lágrimas corrían por mis mejillas. Respondí:

- "Lo siento, Madre, pero no puedo, pararme allí adelante; no puedo, no puedo. Si no es Maite no se va a poder realizar el proyecto". Hablaba como un zombie.

- "Que favorecería a todo el colegio", agregó Maité suplicante

- "Por favor, Madre, acepte"

- "Es tu decisión", dijo Madre Palma, "Era tu gran oportunidad de darte a conocer, vas contra ti misma, eres tu principal enemiga. Si no te valoras en la vida, jamás nadie te valorará. Si no te lanzas ya a enfrentar situaciones, siempre estarás huyendo de enfrentarlas y seguirás dependiendo de la opinión de los demás para valorarte. Es por tu bien. Estarás siempre despreciando oportunidades en la vida favorables para ti, destruyéndote a ti misma, como siempre lo haces"


Ella lo dijo con calma, pero había en su mirada un dejo de decepción y dolor. Yo le había “fallado” y lo que es peor, “me había fallado a mí misma”. Ella despachó a las alumnas sin explicaciones, disculpando el tiempo perdido.

Ese fue el único momento en toda mi vida escolar, el Colegio Compañía de María, en que tuve la oportunidad de valorarme, y fracasé.




EL MAL MANEJO, MADRE PALMA
CIERRE DE CAPITULO

2009, Agosto, 69 años

Luego de la revisión de mi historia con Madre Palma, mis psicólogos deciden cambiar el titulo del capitulo puesto por mí, a los trece años de edad: "MADRE PALMA, EL FRACASO" por el correcto que debería ser: "MADRE PALMA, EL MAL MANEJO", dado que la "conclusión final", a la que yo llego, es "falsa".

"YO NO HE FALLADO A LA MADRE, NI A MI MISMA", sino al contrario "LA MADRE HA FALLADO", realizando conmigo, un "MAL MANEJO PSICOLOGICO", a pesar, de su buena intención y de ser además PROFESORA DE PSICOLOGIA y poseer un conocimiento tan claro de mi problema de "AUTOESTIMA".

El proyecto habría resultado EXCELENTE, si la Madre hubiese considerado la solución que le planteamos Maité y yo, de TRABAJO EN EQUIPO. Era perfecta, ideal.

Lamentablemente estas “PROFESIAS”, que dichas por la Madre a tan temprana edad, inicio de la adolescencia, al final del capitulo, como: "SIEMPRE ESTARÁS DESTRUYÉNDOTE A TI MISMA", suena como un MANDATO que se convierte en "PROFESIA CUMPLIDA" en mi inconsciente, generando un sentimiento de "CULPA Y FRACASO", que me lleva a asumir en adelante como "MIOS", " CULPAS Y FRACASOS AJENOS", una MOCHILA muy pesada, que a la larga termina quebrantando mi salud física y mental.

Queda este capítulo así cerrado para un conocimiento real de los hechos de la paciente.

MIGUEL Y FABIOLA

sábado, 14 de agosto de 2010

Musica

A contar de hoy pondremos algunas de mis canciones para que puedan acompañar el relato de la semana con lo que compuse en esa epoca. La musica aparece en la columna derecha del blog y es necesario abrirlo en el internet explorer para poder escucharla.
Esta semana tenemos una composición mía titulada Me estoy enamorando, que compuse a propósito de mis vivencias del capitulo 40.

jueves, 12 de agosto de 2010

Capitulo 41: “Mis Desconocimientos de Adolescencia” (13 agosto)

Puse este nombre a este capítulo con sus diferentes subtítulos que irán apareciendo, a través, del tiempo, en distintas etapa de mi vida, para indicar, acontecimientos que me fueron ocurriendo que yo ignoraba totalmente y que no entendía, ya sea de mí misma o de otras personas.


Ilustro aquí, en mi etapa Adolecente algunos pasajes, que me merecieron, más la atención.

*Mi Inocencia frente a mis compañeras

*Madre Palma y Gabriela

*La Injusticia y Frialdad de Madre Cabeza

*Mis Primeros Alumnos de Dislexia y Academia de Piano

*La casa Embrujada

*La Falsificación de Notas


“Mi Inocencia frente a mis compañeras”
          (Mis desconocimientos)

Edad: 15 años

Cuando yo cumplí 15 años, por fin, pude ser “postulante” de Hijas de María, yo estaba tan feliz, porque al fin iba a pertenecer a un grupo de niñas, que compartíamos los mismos intereses, el “Amor a María”, además tenía la esperanza de tener alguna amiga, porque hasta esa edad, no habría logrado tener ninguna, en ese Colegio.


Cada vez que venía una fiesta de la Virgen, las “Hijas de María”, desfilábamos delante de la Procesión, con nuestras medallas de la Virgen, colgadas de una cinta, celeste y blanco.

Yo estaba orgullosa de llevar en mi pecho la medalla de María.

Además, una alumna, Ana María, “portaba” el estandarte de la Virgen, delante de la Procesión, ante todo el Colegio.

Yo admiraba a Ana María, por lo bien que lo hacía, con tanta dignidad, caminaba despacio, bien derecha, siempre de punta en blanco, hasta perfumada.

Pero sucedió, que un día me lleve una terrible decepción de ella.

Estábamos en el patio, había un grupo de compañeras con ella y hablaban libremente, en voz alta de sus pololeos, sin tomarme en cuenta a mí, como si no hubiera nadie ahí, se reían y contaban sus historias.

Entonces escuché a Ana María, que decía a sus compañeras: “El sábado fui con Juan Carlos a Farellones y el sábado pasado fui con José Antonio, el próximo Sábado iré con Javier”.

Yo comenté a mi hermana que Ana María tenía un montón de hermanos y le conté lo que había oído. Mi hermana se largó a reír de mí y me dijo:

¡Qué hermanos, tonta, si Ana María, solo tiene una hermana!

Yo la quedé mirando sorprendida

¿Y cómo sabes tú, si tiene hermanos?

Alicia, entonces, llamó a Graciela Musalem, su amiga y le preguntó:

“Oye, Gaby ¿Cuántos hermanos tiene Ana María, la que lleva el estandarte de la Virgen?”

Graciela, la miró extrañada y respondió:

¿Hermanos? ¿Cuándo ha tenido hermanos?

¡Si solo tiene una hermana!

Yo, repliqué extrañada: “¿Y quiénes son esos jóvenes que nombra, que la acompañan a la nieve, todos los sábados?”

Se miraron entre ellas y se largaron a reír, respondiendo al unísono:

¡Son “pinches” tonta!

Y yo dije; ¿Cómo van a ser tantos “pinches”?

¿Y van a ir sola con ella a la nieve?,

¡Si lleva el estandarte de la Virgen!

¡La Madre siempre la pone de ejemplo!

Se agarró la cabeza la Musalem y dijo a mi hermana:

Oye, ¿En qué planeta vive tu hermana?

¿No te dije yo, que cree en el viejito pascuero?, dijo mi hermana.

Y se fueron, muertas de la risa, burlándose de mí.

Yo me quede mirándolas tristemente, sintiendo un intenso dolor en mi corazón, como que algo se rompía dentro de mí.


"Madre Palma y Gabriela"
  (Mis desconocimientos)
Año: 1955, Edad: 15 años


Madre Palma era la Prefecta del Colegio y profesora de Psicología. Era una persona muy especial para mí.


Ella no mostraba ninguna preferencia con ninguna alumna en especial, por eso, a mí me gustaba como era ella.

No decía alabanzas, aunque uno se sacara un siete. Conocía perfectamente a cada una de las alumnas y le ayudaba silenciosamente en sus dificultades.

Ella me guiaba por debajo evitando que yo cayera en errores, que me harían sufrir.

Era la encargada de las “Hijas de María”, grupo al cual yo pertenecía, nos reuníamos los jueves a conocer a María, conversar sobre nuestra Fè e imitar a María.

Cualquier problema, que nos perturbara el alma ella era nuestra Directora Espiritual, que nos aconsejaba.

Ella conocía bien lo “pajarona” que era yo, lo tímida, mi problema de auto-estima, mi cabeza tan poco realista.

Siempre estaba preocupada de ayudarme a superar mi timidez y bajarme a la realidad. Ella todo lo observaba en forma silenciosa.

“Era un verdadero Ángel para mí”

Sucedió que en cuarto de humanidades, yo tenía 15 años, como no tenía amigas en el Colegio, un día se empezó a hacer amiga mía, mi compañera de banco, una alumna nueva, que se llamaba Gabriela.

Encontré en ella, por fin, una amiga, con quien conversar en el recreo; ya no andaba mas sola, ni tenía que ir a la Capilla, para que no me vieran sola, mis compañeras. Yo estaba contenta de tener alguien con quien compartir. Conversábamos en el recreo, compartíamos la colación. Ella tenía una voz muy bonita y yo un día la invité a mi casa, para que mi hermana que estudiaba canto, le enseñara, ella estaba muy feliz, aprendiendo con mi hermana.

Pero había algo, que me molestaba, se ponía muy pesada con mis amigos, quería que la atendiera todo el tiempo a ella no más y me empecé a sentir incomoda, no me dejaba mi libertad.

A veces, le daban unas rabietas, que yo no sabía, qué le pasaba, como que se enojaba sola.

A mi hermana, ya no le gustó tanto, decía que era muy absorbente conmigo.

En el colegio, Madre Palma me pasaba observando en el patio, veía de lejos esta amistad y parecía no gustarle.

Gabriela también me comentaba, que sentía que esa monja la miraba con odio. Yo no entendía bien porqué

Gabriela se mostraba feliz con mi amistad, pero yo, que era instintiva en extremo, algo rechazaba en ella interiormente, no sabía por qué le tenía como recelo.

Entonces, empecé a sentirme perturbada y decidí ir a conversar con la Madre Palma. Le conté lo que me pasaba con Gabriela, como se portaba ella, que yo la encontraba cargante, que sus celos me molestaban etc.

Ella no me hizo ningún comentario, pero fue a nuestro curso y cambió de banco a todas las alumnas y a mí, me tocó con Rosa Marrapodi.

Gabriela estaba furiosa y repetía que esa monja a ella la odiaba.

Después, se puso tan pesada, quejándose todo el tiempo, por el cambio de banco y enojada porque me juntaba con Rosa.

Gabriela, lo percibió inmediatamente y me decía; quejándose molesta:

“¿Qué te pasa, que parece que andas arrancándote de mí y ahora te juntas con Rosa Marrapodi? A mí, me carga esa matea, que se cree la muerte, todo porque tiene el primer puesto”

Yo estaba muy aproblemada con ella, no sabía qué hacer, me empecé a cansar de tanto control, interrogatorios y sobre todo, tanto beso, abrazos, caricias, que me empezaron a repugnar.

Fui, otra vez donde Madre Palma y le conté que este problema me tenía angustiada.

Yo no quiero herir a Gabriela, porque nadie más que yo, sabía lo que era la soledad en ese colegio, con ella nadie se juntaba tampoco, pero no quería seguir sintiéndome asfixiada por ella.

Madre Palma, me miro fijamente y dijo:

“No te juntes más con Gabriela, te lo prohíbo, y si no me obedeces, te voy a castigar. Y no la invites más a tu casa, ni vayas nunca más a la casa de ella. Y dile a Alicia que venga a la Prefectura a hablar conmigo”.

Yo no pregunté, sabía que ella no me iba a dar ninguna explicación, además yo tenía plena confianza en sus consejos.

Luego de hablar con Alicia, mandó llamar a mi Mamá. A mí, no me explicaron nada, ni la Madre, ni Alicia, ni mi Madre.

Mi Mamá solo me dijo:

“No visites más a esa niñita Gabriela, no me gusta que sea tu amiga”

“¿Por qué? Pregunte. ¿Qué te dijo la Madre?”

“Nada, porque sí y punto”, dijo Mamá.

Al año, siguiente supe que se había cancelado su matrícula.


1962, 22 años

Un día, después de 5 años de haber salido del Colegio, iba con mi hermana por Bustamante, cuando nos encontramos con Gabriela en la calle.

Ella nos invitó a tomar café a su departamento, ya no vivía con su familia. Alicia no quería entrar y hasta rota se portó, diciéndole que no teníamos tiempo y que íbamos apuradas. Pero ella, insistió e insistió, que quería mostrarnos el departamento donde ella vivía. Yo tampoco quería entrar, pero no tenía una razón para ser grosera.

“Bueno,” dijo Alicia al final. “Pero tenemos 5 minutos “

Entramos al departamento, estaba bien arreglado, con gusto. Tomamos café y ella nos conto que su amiga era dueña del departamento y la había invitado a vivir con ella. En eso llegó su amiga.

Tenía una apariencia tosca, vestía pantalones negros, una chaqueta sin mangas, de esas que usan los hombres. Tenía una voz ronca y nos miró con desagrado.

Gabriela le contó, que éramos compañeras de colegio y que Alicia, tenía una voz muy linda.

Algo andaba mal, me cayó como bomba la amiguita. Yo pedí permiso para ir al baño y en la puerta había una foto de ellas dos besándose en la boca.

* Salí espantada y le dije a mi hermana:

* “Vámonos, que vamos a llegar tarde”

* Nos fuimos y yo le conté a mi hermana.

* “Ahora entiendo porqué Madre Palma, me dijo que no me juntara más con ella, no sé cómo ella lo averiguó y le suspendió la matricula”, pensé en voz alta.

* ¿Y qué te dijo? Pregunté a Alicia.

* ¡Pero, por qué no me dijiste, yo jamás habría subido!

* “Para que no te dieras cuenta, que pasaba algo raro, por eso yo no quería entrar”.

* ¡Dios mío, cómo lo iba a imaginar!

* ¡Pensar que yo andaba con ella, hasta a su casa fui, la invité a la mía y era una lesbiana!

* ¡Debí haber hecho caso a mi instinto, que algo me decía que me alejara de ella!

* ¡Era una experiencia tan impactante que no lo podía creer!

* ¿Qué pensarían de mí, las compañeras, que no se juntaban con ella?

Mi hermana me miro y me dijo:
Si tanto te impresionó ahora que tienes 22 años, ¿Cómo lo habrías tomado a los 15 años?: “La Madre Palma sabía lo que hacía”. Dijo Alicia.



“La Injusticia y Frialdad de Madre Cabeza”
            (Mis desconocimientos)
Edad: 15 años


Cuando estaba en cuarto de Humanidades, me había hecho amiga de Rosa Marrapodi, la primera del curso, además, pertenecíamos las dos a las Hijas de María.


Éramos bien amigas, conversábamos en el recreo, jugábamos ping-pong, me invitó a su casa, estudiábamos juntas.

Nos sentábamos juntas en el mismo banco, nos reíamos mucho. A veces, como, ella dibujaba muy bien, hacia caricaturas en clase, mientras hablaba la monja. Yo me tentaba de la risa, en eso nos entreteníamos cuando la clase estaba muy aburrida.

Un día estábamos en clase con Madre Cabeza, profesora de Castellano y mi “Consejera Espiritual” por cuatro años. Yo la visitaba periódicamente, le pedía consejo, le contaba mis problemas, ella me orientaba, era la persona que mejor me conocía.

Yo confiaba en ella plenamente, sobre todo la admiraba mucho: la encontraba muy inteligente, muy sabios sus consejos, era además joven y muy bonita.

Madre Cabeza estaba leyendo una novela de caballería: “El Amadis de Gaula”, escrita en castellano antiguo. Resultaba muy aburrida y era difícil el idioma. Nosotras con Rosa, nos empezamos a “latear” con la lectura, entonces Rosa, comenzó a hacer caricaturas del “Amadis de Gaula”, burlándose de los episodios, me los mostraba a escondidas y le escribía diálogos burlescos. Yo me empecé a distraer con sus dibujos y a reírme de los diálogos que escribía, luego comencé también a inventarles diálogos a los personajes.

“El Amadis encerrando sus células en un hoyo, para cuando resucite” por ejemplo. Porque curiosamente el héroe, moría, varias veces en la historia.

En eso estábamos y de pronto oigo mi nombre, con voz fuerte: “María Antonieta Montecinos, salga de la sala, se queda afuera hasta que pase la Prefecta, por estar distrayendo a Rosa”

Me levanté de inmediato sobresaltada, nunca antes me había hablado así Madre Cabezas. Me hizo salir y quedarme parada en la puerta.

Yo estaba muy sorprendida, porque la verdad es que no entendía porque el castigo era para mí, solamente, a Rosa no le dijo nada, ni hizo mayores averiguaciones.

Mientras estaba parada en la puerta pensaba:

“¡Que mala suerte, justo ahora, que por fin tenía una amiga!”

“¡Qué castigo me irá a dar la Prefecta!”

Entonces tocaron la campana, todas salieron a recreo, la monja salió y me dijo:

“Sígame” y me llevó a la Prefectura.

Primera vez que me llevaban a la Prefectura por un castigo.

La Madre Cabezas, entró en la Prefectura, le dijo a la Prefecta:

Aquí le traigo a una alumna que provoca problemas en clase, hace un tiempo, tiene una amistad con Rosa Marrapodi y es una mala influencia para ella, la distrae continuamente de sus obligaciones, yo la observo, que siempre le está conversando, como ella es la primera del curso esta niña es una mal ejemplo para ella.

“Yo le ruego, que las cambie de asiento. Si no Rosa estará siendo perjudicada”

¡Yo me quedé helada!

¡Jamás habría pensado que Madre Cabezas pudiera decir esas cosas de mí!

¡Yo, que le contaba, que llevaba 6 años en el colegio sin tener ninguna amiga, que me pasaba todos los recreos, escondida en la capilla rezando a la VIRGEN, que me diera una amiga y ahora que al fin tenía una, la tenía que perder!

¿Por qué estaba tan enojada conmigo, si las dos nos estábamos riendo?

¡No lo podía entender, tanto cambio, ella no podía ser la misma persona amable que me aconsejaba!

Madre Palma escuchó las quejas de M. Cabezas y luego, la hizo salir:

Me quedó mirando pensativa:

“Yo sentí que se caían mis lagrimas”

Dije: “Perdóneme Madre, fue sin querer, yo quiero mucho a Madre Cabeza”

Ella me pasó un pañuelo y me miraba:

¿Qué estaba haciendo usted? Preguntó

“Me estaba riendo” respondí.

“¿De qué se estaba riendo?” Yo no me atreví a contestar, para no involucrar a Rosa y bajé la cabeza.

¿Por qué la Madre dice que usted distrae de la clase a Rosa?

-No respondí.

Madre Palma se paró y me dijo:

Vaya a la sala y diga a Rosa, que yo la mando a llamar.

Fuí a llamar a Rosa a la Prefectura.

“Pase”, dijo Madre Palma; “siéntese”

“La mandé llamar para saber cuál es la verdad, del problema que Madre Cabeza dice que M. Antonieta es una mala influencia para usted, que la distrae de clases.”

Rosa bajó la cabeza y dijo:

“Ella no es ninguna mala influencia, era yo la que la estaba haciendo reír con unos dibujos Madre, ella no tiene la culpa, ella es mi mejor amiga”.

“Bueno dijo Madre Palma, entonces usted tendría que explicarle esta situación a Madre Cabezas, porque no es justo, que se lo calle”

“Está bien” Dijo Rosa.

“Pueden retirarse”

Rosa habló con Madre Cabeza, pero ésta siguió enojada conmigo y nunca más fuí a dirigirme con ella.

Pero no entendí nada, porqué cambió conmigo así.

Años después, yo llevé mis hijas al mismo Colegio, me encontré con ella, fuí a saludarla contenta de verla y dijo no reconocerme, que no se acordaba de mí entonces yo le hablé de mi hermana:

“Ah” dijo, quien no conoce a su hermana. A las alumnas que son diferentes, uno las recuerda, a las mediocres, no”

Fue una bofetada para mí. Seguí sin entender.


“Mis Primeros Alumnos de Dislexia y Piano”
(Mis desconocimientos)

Año: 1955, Edad: 15 años

Yo era tan fanática de la enseñanza, que a los 15 años, ya ganaba mi primer sueldo, enseñando a dos niños, que tenían problemas de lectura y escritura. Ellos estaban en tercero básico y aún no sabían leer ni escribir.

Como yo era conocida en el barrio siglo XX, por enseñar en el Club y en la Escuelita, un día llegó la Sra.Rovegno, con sus dos hijos: José Augusto y Marco Antonio Rovegno, que no podían aprender a leer ni escribir. Ella, ofreció pagarme por dar clases a ellos.

Yo le expliqué, que yo no tenía la menor idea porqué sus hijos, ya de 10 años, no podían leer ni escribir, que no podía ayudarlos. “¡Como me iba a pagar!” “No importa, no importa”, dijo ella, yo sé que tú lo descubrirás, yo te conozco, todo el barrio sabe que es así e insistió en pagarme.

Yo, sin tener idea qué era la dislexia, acepté intentar averiguar qué problema tendrían sus hijos y les dije que vinieran al día siguiente, luego de hacerlos escribir la frase siguiente a ambos: “Mi papá y mi mamá me quieren mucho

Se sentaron ambos a escribir la frase y curiosamente ambos escribieron exactamente lo mismo:

“wi qaqa y wi wawa we pniereu wncho”

La señora Rovegno, me miró interrogante y muy angustiada me dijo:

¿Qué tienen Toñi?

Yo miraba y miraba la escritura y me parecía un jeroglífico y luego respondí:

“La verdad no entiendo nada, pero lo que me llama la atención, es que ambos hayan escrito exactamente, lo mismo, estando separados, como que vieran igual.”

Me quedé pensando y respondí:

Bueno, voy a intentar descubrir el problema, pero no le aseguro nada, haré lo posible, usted no me pague todavía, ya veremos.

Ella, tan agradecida, me dio un beso, emocionada, me dijo: “Estoy segura Toñi que tu vas a descubrir lo que les pasa” Yo me sentí presionada ante la ilusión de ella, no quise ilusionarla, miré a los niños ansiosos y respondí:

“Sra. Rovegno, yo solo le prometo, hacer todo lo posible por descubrir el problema, pero ya le dije, que de esto, no entiendo nada” y mirando a César y Marco Antonio les dije: “rueguen a Dios, para descubrir quién les está dando vuelta las letras, seguro es un enanito juguetón” Ellos rieron, los besé y les prometí, ayudar en lo posible a pillarlo. Me fui a mi dormitorio a leer y releer el texto escrito por los niños. Los revisé letra por letra y me dí cuenta, que algunas letras estaban escritas sistemáticamente en dirección opuesta por ambos niños, es decir, ellos veían distinto, lo derecho al izquierdo, lo que estaba hacia arriba, lo escribían hacia abajo.

Fui repasando:

La m al revés como w

La p al revés en q, por eso papá era qaqà y mamá era wawà.

La u era n

No lo podía creer, estaba descubriendo algo sensacional, que tal vez sería una solución para mis niños. Entonces, deduje, si es la dirección la que ven al revés, ¿habrá también otras letras que verán al revés?

Por ej.: ¿La b será d?

Fui corriendo a su casa a decirles, que quería salir de una duda. Los senté y los hice escribir las palabras que se muestran a continuación y ellos escribieron la columna que muestro al lado:

Dedo= bebo


Duda=buba


Bomba=dowda


Balcón=dalcon

¡Fantástico grite, ya lo tengo!

Llame a la señora Rovegno y le dije: “¡Creo que lo descubrí!”

Por favor mándemelos mañana en la tarde y que lleven 2 cajas de plasticina. Se me ocurrió que ellos mismos manipularan las letras que confundían, con sus propias manos, de manera que las ubicaran a su antojo y lograr una fijación de su correcta dirección.

Eso hicimos, ellos hacían las letras que les producían problemas en las plasticinas, luego yo se las cambiaba de ubicación para que descubrieran que una letra colocada en la misma ubicación tenia distinta pronunciación y distinto nombre.

Mira, si pongo esta letra así: p, con la “guatita” hacia la mano que tomas la sopa se llama Pe y si la pongo con la guatita para el otro lado (izq.), se llama d etc.

Así trabajamos, con recortes de letras, hechas en greda, dibujados etc. En 2 meses el avance había sido tan asombroso, que yo me entusiasme y le pedí a la señora Rovegno, que mejor los retirara de la escuela y vinieran a mi casa, todas las tardes y yo le haría de primero a tercero básico, para avanzar más rápido, porque se retrasaba mucho el aprendizaje, por la parte psicológica, que sus compañeros los trataban de “retrasados”, de tontos, la profesora los sentaba en la última fila y no los atendía.

Ella me hizo caso, los retiró de la escuela, empezaron a venir a clases solo conmigo, por las tardes. Empezaron a avanzar increíblemente rápido. ¡Estaban felices!

Cuando lograban leer ya casi de corrido, yo los felicitaba: “¿Ven que ustedes son muy inteligentes? Solo tienen que trabajar más tiempo y lograremos pasar a cuarto año”. Los abrase emocionada.

Ellos tenían sus ojitos iluminados, se tiraban al suelo, se abrazaban y reían felices. “¡Bravo, decía Marco, somos muy inteligentes!” Cuando su mamá vio el avance de sus hijos, se le cayeron las lágrimas.

Terminamos el año, completamente al día en todas las materias de primero a tercero básico. Les hicieron un exámen de admisión y pasaron a cuarto básico, sin problemas en el Colegio San Agustín.

La señora Rovegno estaba tan feliz, con el avance de sus hijos, que quiso, que también les hiciera clases de piano.

“¿Ah? Respondí, pero yo por música, solo voy en kínder de piano, solo toco por oído. ¡Nunca he hecho clases de piano!

No importa, respondió. “Tú todo lo que aprendes, lo enseñas” y te aseguro que los alumnos lo aprenderán. Tampoco nunca habías conocido el problema de lenguaje de mis niños y lo solucionaste.

No me quedó más remedio que aceptar y estudiar mucho más piano con mi Mamá, que no tenía paciencia para enseñar, además, se aburría rápido y retaba. Pero tenía que aguantar, para poder enseñar a mis alumnos.

Les pedí compraran “Mi amigo el piano” y dos cuadernos de pauta, para enseñarles teoría

¡A ellos les encantaba el piano! Siempre querían seguir tocando, mas tarde de la hora. Mis alumnos resultaron muy talentosos, en 3 meses, ya casi tocaban los mismos estudios que yo de “Mi amigo el piano” y yo no hallaba qué hacer, tenía que andar rogándole a mi mamá, para que me hiciera clases y me fuera avanzando y traspasar, lo aprendido, pero a mi mamá costaba pillarla para que me enseñara, rápido tenía otra cosa que hacer y la clase se terminaba.

Para colmo la señora Rovegno estaba tan contenta con el avance de sus hijos, que me envió 3 alumnos más: Felipe Rovegno, Carmen y Pepito. Finalmente tuve 5 alumnos, todos con grandes facilidades.

A fin de año, invité a sus padres a escucharlos tocar de memoria. ¡Todos quedaron muy contentos!

Esas fueron mis primeras clases pagadas con ningún conocimiento de dislexia y solo con conocimientos de kínder de piano.

Mi sueldo lo gastamos con mi hermana en puros lomitos de la Fuente Alemana, comimos hasta que nos “reventamos”.

“Mi trabajo de Dislexia”

Mucho tiempo después me casé, a los 30 años y nos fuimos con mi esposo a vivir 8 años a Saladillo. Allá enseñé a leer y escribir a Rosa María, que estaba en la misma Escuela que los Rovegno, en Santiago, también la tenían sentada en el último banco, porque no aprendía a leer ni a escribir.



Un día que visité a mi madre en Santiago, me contó, que Rosa María, no aprendía nada en la escuela. Ella vivía con mi mamá.


Entonces yo le hice la misma prueba que inventé para los Rovegno y el resultado fué el mismo, tenía simplemente dislexia, no tenía ningún problema intelectual. En vista de lo cual, me la llevé a Saladillo, para enseñarle a leer, escribir y así ponerla al día en todas las materias. Luego, ella no quiso volver a Santiago y se quedó en mi casa, terminó básica, media y dió la prueba de aptitud Académica.


El profesor quedó tan entusiasmado que comenzó a enviarme todos los alumnos con problemas, que había en la escuela de Saladillo. Tenía como 10 alumnos con dislexia, ya se me hacía difícil atender a tantos al mismo tiempo y para colmo me mandaba, unos, con otras dificultades que yo no tenía la menor idea, pero el director insistía que tratara de averiguar el problema.


Uno de los alumnos que llegó, tenía problemas con la letra r, yo busqué en un diccionario y me enteré que eso se llamaba “rotacismo” pero no explicaban ningún método para tratarlo. Ahí, me pasé las noches pensando cómo ayudarlo, el niño tenía 12 años.


Hasta que por fin fuí descubriendo, su dificultad en la diferenciación de pronunciación entre la r y la rr.


Así fuí inventando ejercicios para el paladar y escribiendo lo pronunciado. Oyendo cómo suena la una y la otra letra, escuchando con atención cómo sonaba la r más suave y poniendo la lengua detrás de los dientes inferiores y la rr más fuerte, poniendo la lengua en el paladar superior, luego, escribiendo la letra pronunciada. Al fin, logró superarlo, pero le costó más que a los otros, porque ya tenía 12 años. Luego de superado el problema del rotacismo, tuve que enseñarle a leer y a escribir.


El director Laforet, estaba muy satisfecho con los resultados y me presentó a los apoderados de los niños que atendí, como: “experta en problemas de aprendizaje”, yo me quería morir de vergüenza, porque yo no tenía titulo de semejante cosa, mi único título era de Educadora de párvulos.


Lo más divertido fue que cuando estaba estudiando Párvulos en la Universidad nos exigieran a todo el curso comprar un libro carísimo de Teresa Clerk, sobre el descubrimiento que ella hacía de la dislexia y me encuentro que mostraba que ¡Ella descubría lo que yo había descubierto sola a los 15 años!


Cuando le conté a mi directora de la Escuela de Educadoras de Parvulos de la U. Rebeca Stein, le mostré mis apuntes de hace 15 años atrás. Ella movió la cabeza y dijo: ¡Por Dios, María Antonieta, esto tendría que haberlo patentado criatura! Ahora ya nada se puede hacer.


Agrego aquí, una grabación de una canción de una canción de cuna, inspirada en mi primer alumno de Dislexia; Cesar Augusto Rovegno. Con letra compuesta por mi hermana Alicia y música yo.

Palito de Escoba

Palito de escoba, ojitos de arroz,
Tienes la inocencia del niñito Dios,
Y cuando sonríes, sonrisa de tul,
Se llena la estancia todita de azul.
Jugando tú juego, juego de ilusión
Atas con un nudo, canto y oración (bis)


Dedicado a  Marco Antonio Rovegno

Letra: Alicia Montecinos. Música: María Antonieta Montecinos.




“La Casa Embrujada”
(Mis desconocimientos)
Año: 1956, Edad: 16 años

Sucedió una vez en el Colegio, que teníamos que hacer un trabajo entre varias compañeras, se hicieron grupos a sorteo y a mí me tocó en la casa de una compañera que vivía en Bustamante esquina con Av.Matta justo a media cuadra de la casa, donde se había cambiado mi amiga Wilfred.

Es una casa, parecida a un castillo, inmensa, con muchas piezas y torres que está justo en la esquina.

Yo llegué allá y me encontré con las 6 compañeras del grupo, que estaban admirando la casa-castillo, que Anita, les estaba mostrando pieza por pieza.

Era algo increíble, llena de pasillos obscuros con cantidades de cuadros, de pintores famosos.

Había 2 comedores, uno grande y uno más chico, con estatuas de mármol, uno más chico, con estatuas de mármol, muebles inmensos, antiguos, un piano de cola Steinway Son’s maravilloso y un mueble para reclinarse a lo largo, estilo antiguo, como de la época de María Antonieta o Napoleón, dorado, tapizado impecablemente.

Unas lámparas de lágrimas inmensas, un juego de comedor con unas sillas de respaldos altos con tapiz rojo oscuro.

Todas nos quedamos pasmadas admirando las maravillas que Anita nos mostraba habitación por habitación.

¡Había una habitación para cada trabajo!

Una para la biblioteca, con mesas para leer con lámparas, con unas cortinas doradas maravillosas, otra para que Anita tuviera sus juguetes, otra para instrumentos, dormitorios etc.

Tenía 15 habitaciones y 6 baños. Un salón que abarcaba todo lo largo de la casa para fiestas, una cocina gigante, un patio lleno de árboles y piscina, parecía un parque nacional el jardín, lleno de árboles y piscina, lleno de estatuas en mármol, pileta con pescados, pajarera, corredores.

Era un castillo para mí. Anita tenía 16 años y era huérfana, y sus tías, la habían recibido desde pequeña.

Vivía con 4 tías viejas y solteronas. Un montón de empleados, la llevaban en auto al Colegio, con chofer.

Una compañera le preguntó; ¿Y porque no nos habías invitado antes a conocer tu casa?

Ella se turbó, yo la noté, como que se puso nerviosa y respondió: “Es que mis tías son muy mañosas, no le gustan mucho las visitas, piensan que les pueden destruir alguna de sus reliquias”

Yo me dí cuenta que ella estaba mintiendo por alguna razón. Salieron 2 tías a saludarnos, ni la mano nos dieron, eran muy viejas, se vestían con trajes largos antiguos, usaban camafeos, las dos. Eran flacas y feas. Nos ofrecieron unas galletas y jugo de naranja, que trajo el mozo.

Luego nos despedimos y fuimos a la sala a trabajar en el proyecto. Entramos en una sala con varias mesas y 2 atriles de pintor, una pizarra, un montón de libros y enciclopedias.

Nos pusimos a trabajar, como 2 horas y yo terminé mi parte primero y como quería tocar en ese piano tan imponente, le pedí permiso a Anita, ya que había terminado, si podía tocar el piano un rato.

¡Claro, anda no más, respondió, así no te aburres!

Fui al inmenso salón, abrí el piano impecable, me puse a tocar, todo lo que se me vino a la mente. Estaba fascinada, tenía un sonido de terciopelo espectacular, me transporté mentalmente a esos salones antiguos donde se bailaba vals con trajes largos, con aquellas deslumbrantes lámparas antiguas.

¡Muy romántico¡

Luego, me tenté a reclinarme en ese mueble largo, para acostarse, yo me imaginaba con un vestido largo, antiguo, con abanico.

Me tendí en el sofá a imaginar cómo sería ese salón lleno de gente bailando, conversando, mozos sirviendo, niñas de trajes hermosos, llenos de cintas, estilo antiguo, cerré los ojos soñando la escena, en eso estaba, cuando de pronto escucho unos quejidos, unos gritos, ruidos como de cuchillos, como personas peleando;

“¡Te voy a matar infeliz!”

Se escuchaba una voz. Yo me levanté sobresaltada, creyendo que estaba soñando, me quedé un momento sentada, incrédula, pensé:

¿Me habré quedado dormida? Miré a mi alrededor, pero no, no estaba soñando, el piano estaba abierto, yo estaba en el salón y ¡muy despierta!

Dudosa, esperé, para ver si se repetían los gritos, esperé, presté atención y los ruidos volvían otra vez, igual.

Eran como dos personas peleando a cuchillos o algo parecido, a muerte, se oían unos golpes espantosos de dolor y como una lucha entre dos, igual que antes. Me paré y fuí donde mis compañeras a contarles lo que pasaba.

Entonces, Anita, se puso muy nerviosa y empezó a decir, que yo estaba loca, que no pasaba nada, que eran invenciones mías. Anita me miraba con unos ojos alarmantes, como diciéndome: ¡Cállate!

Pero, igual algunas quisieron ir a ver, me rogaron que las llevara, aunque tenían mucho miedo.

Entramos al salón y les mostré dónde exactamente estaba yo. Que estaba recostada en el chaisselongue y escuché fuertemente los extraños ruidos. Esperamos un momento y no se escuchaba nada. Anita decía ansiosa:

¿Ven que no pasa nada? Vámonos a la sala. Y todas creyeron que yo había inventado todo y se fueron riéndose y burlándose de mí.

¡Yo me quedé sentada, dudando, como ellas decían, si yo estaría loca!

¿Estaría soñando?

Pero… ¿Soñando despierta? Era muy extraño. Además ¿Por qué Anita, se pone tan nerviosa con el tema? ¿Y me mira tan espantada?.

Algo muy raro debe ocurrir y me quedé intrigada y con rabia.

Nos fuimos de casa de Anita, mis compañeras me mortificaron con tallas y yo me fuí a casa de Wilfred, a contarle a Olga esta historia, ya que ella era entendida en cosas de éstas.

Olga, me dijo: “no te preocupes Toñi, tú tienes facilidades para contactarte, seguro pasó algo ahí y tu amiga no te lo quiere decir”

Pasaron los años y en 2009 recién, me entero por un reportaje de televisión que a esa casa la llamaban: La casa embrujada. Que se había quemado totalmente, incluso mostraron el incendio por la televisión. Luego habló un psíquico, que había estado investigando los ruidos de esa casa, con un equipo de especialistas y su instrumental especial para detectar este tipo de fenómenos y decía que hace 500 años atrás, en ese terreno 2 trabajadores se mataron a cuchillazos, odiándose hasta el fin, por eso, la gente pobre, que se alojaba debajo de la casa en el invierno, escuchaban gritos y ruidos de cuchillos de una pelea, contaba el psíquico.

¡Tenía razón Olga; algo había pasado, no era imaginación mia¡







“La Falsificación de Notas”
(Mis desconocimientos)

1957, 17 años

Sucedió que un día estábamos en clases en 5º Básico. Cuando entra Madre Palma y la Señorita Marina, con unos libros de Clases, donde se apuntaban las asistencias.

Nos pusimos todas de pie, ella hizo que nos sentáramos con la mano y se dirige a la Madre Paz, que nos estaba haciendo clases, le habla algo en voz baja, Madre Paz, toma sus cuadernos y lápices y sale de la clase.
Luego Madre Palma y la Señorita Marina, ponen los cuadernos que traían sobre el escritorio y dice la Madre:
“ROSA MARRAPODI y MARIA ANTONIETA MONTECINOS, tengan la bondad de tomar sus cosas y salir de la clase”
“Pueden irse a sus casas y no vuelvan hasta que se les avise. No habrá clases.”

Nos miramos con Rosa, asombradas.

¿Habríamos hecho algo?

¿Por qué nos echaban a la casa?

-¡No hubo más explicaciones!

Nos levantamos, salimos, y Señorita Marina nos cerró la puerta con llave al salir.
Nos fuimos con Rosa, sin entender nada, qué pasará nos preguntábamos, ¡Por qué nos sacaron a las dos y no tendremos clases!
“¡No sé que voy a decir en mi casa!” dijo Rosa.
“¡Y yo menos, que cosa más rara!”, respondí.

Cuando llegue a mi casa y le conté a mi mamá, ella lo único que pensó, es que no había que decirle nada a mi papá hasta que se supiera qué estaba pasando.Cuando llegó mi hermana, que siempre se enteraba de las cosas. Llegó contando, que mi curso estaba con las alumnas, Madre Palma y Señorita Marina a puertas cerradas haciendo jurar a cada alumna ante la Biblia.

Sentían a alumnas de la clase, llorando y se iban a sus casas. Ellas querían saber qué pasaba hasta que averiguaron, que una alumna, que no se sabía quién era, había tomado los Libros de la Asistencia y había Falsificado notas en diversos ramos a todas las compañeras de Curso.

Que la Señorita Marina, las había descubierto, porque reconoció que su letra no era la falsificada, además tenía un Registro de las notas en un libro, y las notas no coincidían.

Fue donde Madre P y entre las dos, descubrieron que todo el curso, menos Rosa Marrapodi y yo, no teníamos notas falsificadas, por eso, nos dejaron salir y se dedicaron a hacer confesar a una por una de las alumnas, sus NOTAS FALSIFICADAS ANTE LA BIBLIA.

-También preguntaban quien lo había hecho y nadie decía nada.

-¿Pero quién podía hacer eso?, dije yo.

-¡Mi mamá no podía creer que una niña de las Monjas fuera una Falsificadora!

El hecho es que 38 alumnas del Curso, tenían notas FALSIFICADAS y a medida que las iban declarando las dejaban volver a casa.
Así, pasó una semana, la Sala a puerta cerrada, con distintas Profesoras, que declararon tener notas FALSIFICADAS en sus ramos: MATEMATICA – CASTELLANO – QUÍMICA – FÍSICA – FILOSOFIA – BIOLOGÍA, etc.

Mi hermana llegaba todos los días con distintas novedades del Colegio. Que habían traído un Perito Calígrafo, para descubrir las Falsificaciones. Que las compañeras con notas peligrosas, que pueden repetir año, eran las que más falsificaciones tenían.

Pero lo curioso, que había algunas que tenían buenas notas y también tenían notas Falsificadas, pero eso no tenía sentido.
A todas las hacían declarar, una por una y todas decían, que ellas permitieron que una compañera les pusiera esas notas, pero nadie le delataba.

¡Día a día llegaban noticias, como una novela de misterio!

¿Quién será la falsificadora?

Había toda clase de especulaciones de compañeras de distintos cursos:
Unas decían que era una alumna interna, que por rabia contra las Monjas lo había hecho, otras, que seguro era alguien que era buena para el Dibujo, otras, que tendría seguro malas notas y sospechaban de todo mundo.
La cosa, que todos los días citaban apoderados que Madre P, conversaba con ellos.

Al final, pasaron dos semanas sin clases, y las alumnas encerradas, siendo interrogadas, jurando ante la Biblia y salían llorando, sin permiso para hablar con nadie.

Nosotras con Rosa, nos llamábamos por teléfono, para estar al tanto de las novedades.

Por lo visto, a las únicas que no nos ofrecieron ponernos notas fue a Rosa Marrapodi, que las dos éramos “Hijas de María”, y no sabíamos nada. Rosa era la primera del curso y yo, que siempre me barajaba con los promedios de escrito y Orales para aprobar mis promedios.

La Falsificadora nos conocía muy bien, parece, porque fuimos las únicas que no nos puso nada.

Hasta que un día el Calígrafo descubrió analizando las pruebas de Matemática a la autora de la Falsificación, que coincidentemente era la mejor alumna de Dibujo.

Hablaron con ella y le dijeron que si no decía la verdad, todo el Curso, sería expulsado del Colegio y se le enviaría a la cárcel a ella. Ante esto, esta compañera declaró (Prefiero reservarme el nombre) y luego leyó la lista de todas las “Notas Falsificadas” de ella y sus compañeras.
Señorita Marina, que notificó toda esta irregularidad en su Ramo de Historia, no cabía de asombro, que todo un curso, cometiera semejante falta.

-Y sobre todo, alumnas con buenas notas también.
-Que explicación tenían.
-¡Y lo que es peor!
-La Falsificadora tenía un promedio de: 66 de Notas
-¡Se sujetaba la cabeza, sin entender!

Cuando le preguntaron la razón por la que hizo semejante maldad dijo:
“Al principio fue un juego, a ver si se daban cuenta, había comenzado por odio a Señorita Marina y su ridículo eterno amor a su novio muerto, ella detestaba su cursilería declaró, pero luego, como no fue descubierta, se le ocurrió ayudar a sus compañeras también en otros ramos, como entretención”.

Dadas estas declaraciones, las compañeras que no la quisieron delatar, se empezaron a parar declarando en qué ramos se habían anotado notas Falsas, hechas por esta compañera, pero estaban arrepentidas, por el giro que estaba tomando el problema.

-Nunca pensaron que eran tantas las afectadas, ni que iban a enterarse sus papas o que serian tratadas como delincuentes.

Fue un hecho Inédito en la Historia del Colegio.

Al año siguiente, solo continuamos Rosa Marrapodi y Yo, al resto del Curso, se le canceló la MATRICULA, tuvimos puras compañeras nuevas.

       Esta fue una de las experiencias que más me marcó en mis Desconocimientos de la vida.


viernes, 6 de agosto de 2010

Comentarios al capítulo 40

Como ya hemos planteado en varias ocasiones, tenemos que considerar que el cuerpo es el asiento del inconsciente, vale decir que todas las memorias traumáticas y bloqueadas a nuestra mente consciente se encuentran almacenadas en el cuerpo.

El trauma se “fija” en un determinado segmento corporal dependiendo de lo que lo ocasione y de las emociones ligadas al mismo.

En el caso de la sexualización por abuso, el trauma surge frente al contacto y se producen fenómenos disociativos.

Los fenómenos disociativos son modos de experimentar y guardar registro consciente de situaciones en que las emociones o eventos se separan artificialmente, de modo de poder “negar” o bloquear los afectos o detalles propios de una situación que tal y como fue vivida causa demasiado conflicto. Por ejemplo en algunos casos cuando un padre es golpeador o alcholico, esos "detalles" se separan de la imagen general del padre y se guardan apartados en la memoria, al punto de que pueden incluso no recordarse. Asi tres hijos de un padre alcoholico pueden tener recuerdos dispares del mismo padre, uno lo recuerda como un horrible alcoholico abusador y otro lo ve como una persona distante, que si... alguna vez me acuerdo, se emborrachó y rompio la puerta que no le habrían, mientras que el tercero con quien el padre podría haber sido más amable no recordaba de su alcoholismo y agresividad en absoluto.

Podríamos decir que la mente censura su registro de la experiencia, sepultando en el inconsciente (el cuerpo) los elementos de esa experiencia que son intolerables de recordar o asociar con la totalidad del evento, la imagen del padre en el ejemplo.

En el caso del abuso sexual es muy habitual generar disociación entre la emoción de miedo e impotencia y la experiencia estimulación sexual que suele ser “agradable” aun provocada de manera inadecuada. Esto no se refleja en el caso de Antonieta, pero si es habitual en el abuso que se da en forma reiterada.

Cuesta mucho trabajo de integrar las emociones y recuerdos de estas experiencias traumáticas pues suelen ser ocultas, o excepcionales, surginedo además el imperativo del silencio para separarlas del resto de la vida cotidiana. Por ello es que es necesario restaurar en la terapia los esquemas normales de asociación, ya que en el cuerpo las cosas estan indisolublemente mezcladas y no asi en la mente. Entonces las sensaciones ligadas a lo que no se "logra" recordar cuasan mucho conflicto y sufrimiento.

Concretamente en el caso de Antonieta, las experiencias de abuso, sumadas al abandono afectivo y otra serie de elementos la llenan de miedo y la llevan de algún modo a vivir de manera disociada. Separando sin integrar su vida escolar de su vida de barrio en el club, comportándose sometida al miedo en un ambiente y como líder positivo en el otro. La historia de amor representa la primera instancia de la vida de Antonieta que fuerza a unir sus dos mitades, las características de su pretendiente la hacen al mismo tiempo temer (emoción propia de Antonieta Montecinos alumna del colegio a quien todos ignoran) y sentir interés y atracción (emociones propias de la Toñi, presidenta del club)aunque ella no tenga consciencia de ello, de modo que la rabia en que se ha convertido su anterior impotencia sale disparada como un volcán y se apodera de ella sin permitirle elegir otra cosa más que maltratar a este niño, que aunque se acerca postivamente la vulnera en sus límites causando el eco del abuso que la mueve a defenderse y atacar

viernes, 30 de julio de 2010

CAPÍTULO 40: “Mi primer amor, el Pato Álvarez” 6 de agosto

ADOLECENCIA
Cuando yo cumplí 13 años y el club y tenía un año de existencia, llegó a vivir al barrio un niño nuevo. Se corrió la voz rápidamente entre los niños, especialmente entre las niñas, que lo vieron llegar. Decían que era súper lindo y tenía el pelo crespo y era grande.


Todo el CLUB estaba expectante al acontecimiento del recién llegado, que apenas se asomaba a la calle, trabajaba bastante ayudando a la mudanza.

El 3er. día salio por el barrio a andar en bicicleta y todos lo pudimos ver al fin.

El miró al grupo displicentemente y se puso a andar sin manos en la bicicleta, o manejaba de espaldas, o subía arriba del fierro de la bicicleta.

¡Todos quedamos boquiabiertos!

El Pato, mi primo, en tono picado dijo: “Trabajará en algún circo el huevón”, y todas la niñas le gritaron:”Picado, picado”. El personaje se mostraba bastante huraño y nos miraba con desconfianza cuando pasaba cerca del grupo, ni sonreía siquiera.

Pasaron los días y el extranjero no daba señales de amistad ni de acercarse a nosotros, sino, mantenía una actitud huraña y malhumorada, nada sociable.

Salía sólo a jugar a la pelota y hacia tales juegos de pie, que todos lo quedábamos mirando.

El nos miraba de reojo y se lucía, a propósito, mostrando sus grandes habilidades deportivas.

Pero el 4° día, la que tenía mas personalidad, Wilfred, que era inmensa de alta y andaba todo el día en zancos, tenía una familia de artistas e intelectuales, así es que no le faltaba desenvoltura para hablar con quien quisiera. Entonces, se le acercó a hablarle:

“Hola ¿eres nuevo aquí?”

“¿Que no se nota?”, fue su hosca respuesta.

“¿Y de donde venís?”

“De Tocopilla”

“¿Y cómo te llamas?”

“Pato”

“¿Pato qué?”

“Pato Álvarez”

“Y, ¿Por qué parece que estai enojado? ¿No queris jugar con nosotros?

“Estoy enojado porque me da la gana y porque no me gusta esta porquería de Santiago, me gusta Tocopilla”. Y hablaba con la cabeza gacha, dando bote constantemente a su pelota.

Wilfred muy relajada, pensaba como interesarlo y establecer amistad.
De pronto, ¡Vino la idea genial! Como veía que él ponía mucha atención a todas las piruetas, que hacia Wilfred con los zancos, comprendió que le llamaban la atención. Entonces Wilfred le preguntó:


“Y ¿sabes andar en zancos?”

“No”, respondió secamente

“¿Te gustaría aprender?, yo te enseño a andar en zancos y tu me enseñas a andar sin manos en bici”.

Lo pensó un rato, luego respondió:

“¡De acuerdo!”

“OK”, dijo Wilfred, “Mañana empezamos las clases”

“¡Chao!”

Y se vino en sus zancos hasta el grupo y nos contó toda la conversación que había tenido con él.

Las niñas le preguntaban que qué edad tenia, “Eso no se lo pregunté”, dijo Wilfred” Mañana se lo pregunto”.

Así comenzó la amistad con el Pato, por medio de Wilfred se fue acercando al grupo y comenzó a participar en algunos juegos: Football, naciones, bolitas, bicicleta, equilibrios, porque le encantaba subirse a las tarimas y caminar peligrosamente por ellas.

Ya, mi primo Pato, que al principio le caía mal comenzó a admirarlo, porque nos ganaba a todos en los deportes.

Tenía una fuerza para tirar la pelota, corría a toda velocidad y metía todos los goles. Además de lucirse reteniendo la pelota en sus pies, para torturar al contrincante antes de meter el gol.

Yo lo miraba con desconfianza: “Este cree que se las sabe todas”, pensaba, “No hay que hacerle tanta fiesta porque más se va a creer.” Ya tenia un club de fans que aplaudía todos sus logros y el se sentía muy orgulloso.

Yo era la única que no le hablaba y me mantenía alejada de él. Él me miraba, pero no me hablaba tampoco.

Luego se comenzó a hacer amigo de mi primo Patricio y salían a jugar juntos.

Yo lo miraba y al mismo tiempo lo temía. Era tan arrogante y pedante, pero había algo en él que me ponía nerviosa.

Era un muchacho de catorce años, fornido, con pelo negro crespo, más alto que los niños de su edad, de rostro atractivo y varonil, de mirada directa y penetrante, casi impertinente. Tenía la destreza de un gato montes, era moreno, tostado y tenía una sonrisa burlesca, era franco y directo, decía lo que pensaba sin problemas. Tenía una fuerte personalidad, muy dominante. Se creía la muerte porque sabia que las niñas se morían por él y el no miraba a ninguna.

Él y yo nos mirábamos de lejos, como presintiendo al enemigo. Éramos dos personalidades fuertes y desconfiadas.

Un día hubo un cumpleaños en casa de Manuel, un socio, y mi primo lo invitó y él aceptó.
Cuando estábamos en la fiesta, llegó el Pato en blue-jeans, camisa formal, zapatos y no zapatillas, como todos llevábamos.


Lo quedamos mirando al entrar, parecía un cowboy, se movía lentamente como un gato salvaje y miraba alrededor despectivamente. Al verlo entrar todas las niñas se reían y comentaban lo buen mozo que era.

Se acercó mi primo y Manuel a recibirlo. “Pasa”, dijo Manuel, “¿Quieres una bebida?”, y lo llevó a la mesa. Yo estaba con mis jeans, zapatillas y una polera roja, mi pelo era negro azabache y largo hasta la cintura. Ahora no era tan delgada y tenía bastante busto para mi edad.

El miró alrededor y clavó sus ojos en mí, en forma impertinente y no apartó su mirada de mí. Me miró de arriba a abajo con descaro. Yo me sentí como si me hubiera desnudado con la mirada. Continuó bebiendo con Manuel y mirándome.

Yo estaba con Wilfred y ésta me dijo: “Este se hace el tonto, pero tu le gustas ¡Qué manera de mirarte!” Yo me puse nerviosa, porque también pensaba como ella.

Luego, gritaron:” ¡Manuel, pon música para bailar!”. Todas las niñas querían bailar con el Pato, pero este se daba su tiempo y dejó pasar tres bailes sin bailar con nadie.

A mí me sacó a bailar el dueño de casa que tenía doce años y era muy poco entendido en baile. El se dio vueltas y me miraba bailar con Manuel, sonriendo, burlón.

De pronto se acercó y dijo a Manuel:” ¿Me permites?”, y me sacó a bailar interrumpiendo nuestro baile. Eso, ningún niño lo hacía.

¡Yo quedé sin habla! Me dijo:” ¿Manuel estaba muy aburrido, no?”.

Me tomó con firmeza la cintura y yo sentí un estremecimiento, ¡nadie nunca me había tomado así!

Ni siquiera hablamos, él se acercó a mí, bailando muy apretado para mí gusto, un disco lento.

Me miraba muy cerca de mí, con una forma dominante, como de:” ¡Aquí estoy yo!”, y no nos hablábamos.

“¿Así es que tu eres la jefa?”, me dijo.

¿Y cómo te llamas?

“Antonieta”, respondí cohibida.

“¿Antonieta qué?”

“Montecinos”, dije apenas.

Me sentía terriblemente incómoda con su cercanía, sus modales y su actitud tan de macho, como dueño de sí.

“¿Qué edad tienes?”

“Trece años”, respondí.

“¡Pero si apenas pareces unas niña asustada!”

Me empezó a molestar su actitud, tanto interrogatorio y su prepotencia, y le dije, reaccionando:

“Bueno, ¿Me invitaste a bailar o a un interrogatorio? Y no me gusta bailar tan apretado”.
A él le hizo gracia mi respuesta y pedantemente sonrió, burlón: “Perdón mi reina, solo quería saber mas de usted, ¿Por qué, le molesta mi cercanía?”


Ese aplomo que el tenía, esa confianza en si mismo, esa actitud burlona y esa superioridad de macho, me ponía nerviosa. Me sentía invadida, desarmada. ¡Eso no me podía estar pasando a mí! Esto yo no lo había sentido antes, con ningún otro niño.

Terminó el disco y yo me fui a tomar una bebida, estaba sofocada, agitada, sentía que perdía mi control.

El se quedó mirándome de pie, con un pie doblado apoyado en el muro, igual que los cowboys. Y no me dejó de mirar descaradamente en todo el rato, sonriendo como con superioridad.

Se le acercó mi primo y unas niñas a invitarlo a comer algo. El caminó con flojera, siempre mirándome de reojo y sonriendo con un rictus de burla.

Yo por primera vez, me sentía dominada, nerviosa, molesta, no hallaba como reaccionar. Y decidí irme, no lo pude soportar.

Fui a buscar mí chaleco y las niñas me preguntaron:” ¿Te vas?”

-“Si”, respondí.

-“¡Pero si son apenas las 8:30! ¡Tu nunca te vas tan temprano!”

Todos gritaron a coro:” ¡No te vayas, no te vayas!”

Manuel preocupado, me dijo:”Si tu te vas todos se van a querer ir, y mi fiesta se va a ir al agua”.

Yo le pedí disculpas y le dije que me tenía que ir.

Implacable, yo había tomado la decisión de “huir”, rápido, porque no me gustaba nada sentirme así, tan vulnerable ¡Siempre era yo la que dominaba la situación!

No quería sentirme humillada ante mis socios, ni menos demostrar la más mínima turbación.

Yo no iba a ser parte de su corte ¡Jamás!

Al salir, como decía Manuel, varios se fueron conmigo y quedaron solo los dos Patos y alguna que otra que se quedó por él.

Al pasar por su lado cuando íbamos saliendo dijo:

-“¡Se va la Reina, se acaba la fiesta, se va el cortejo!”

Yo ni siquiera lo miré, estaba furiosa.

Llegué a mi casa, me tendí en la cama, luego me acosté, pero no me podía dormir.

Algo estaba pasando en mí, era una mezcla de agrado y furia.

La imagen de Pato, sus palabras, su actitud, su personalidad, su desenvoltura, su manera de tratarme de “usted”, daban vueltas y vueltas en mi cabeza.

Al día siguiente yo estaba rara cuando llegué del colegio y no quise salir a jugar. Me puse a tocar el piano, como todos los días. Me vinieron a buscar para ir a jugar, pero no quería verle la cara al Pato y su petulancia y no quise salir.
Pero no pude tocar, no me podía concentrar, me fui al dormitorio a leer un libro, pero era imposible, el Pato venía a cada rato a mi cabeza. Me daba cuenta que este sentimiento me estaba impidiendo estudiar, leer, tocar el piano, jugar.


-“Esto no puede ser”, me dije, “A mí nadie me va a impedir hacer lo que me gusta.”

Decidí salir y enfrentar la situación. El estaba sentado en el balcón de mi casa, jugando al emboque. Me vieron salir y todos gritaron: “La Toñi, la Toñi” y me abrazaban. Yo les propuse jugar a las carreras alrededor de la cuadra.

Tiré una raya de tiza en el suelo, marcando la partida y con un pito avisaba la partida.

Se pusieron en parejas, los de la misma edad con los de la misma edad.

Entonces el Pato, manos en el bolsillo, se acercó y me habló al oído:

-“Se hizo esperar la reina”

Yo hice como que no lo había oído, pero estaba furiosa para mis adentros.

Partieron los primeros, todos gritaban a su favorito. Así iban echando competencia de a parejas. Al final el ganador recibía un aplauso y un chupete.

Era un griterío. Las niñas les secaban la cara a los corredores y les daban agua.

De pronto, se volvió a acercar a mí el Pato y me pregunto burlón:

- “¿Usted no corre?”

-“No”, respondí, “Ellos son menores que yo ¿Qué gracia?”

-“Entonces le falta alguien de su altura para competir. Yo puedo competir con Ud.”

Sentí que me hervía la sangre mientras hablaba. Es cierto que yo era muy buena corredora, pero el tenía catorce y yo trece, y, además, el era macizo y yo mucho mas delgada.

Pero los niños empezaron a gritar:

-“Si, si, ¡que corra la Toñi contra el Pato!

Y no se callaban.

Yo me arriesgaba a perder mi prestigio de buena corredora ante mis amigos del club. Pero ante tanta insistencia y mas encima como no me decidía, se me acercó y dijo bajo: “¿Me tiene miedo?”

Esto ya me colmó y grité: “Está bien, competiré con él”

¡Bravo!, aplaudieron.

Yo tenía miedo por mi fama de corredora a gran velocidad, no sabía cuanto corría el Pato y a juzgar por todos los deportes que tan bien dominaba y su estatura, capaz que me ganara e hiciera el ridículo ante todos.

Pero ya había empeñado mi palabra y no iba a dar marcha atrás.

Nos pusimos en la línea y mi primo Pato, dio la partida con el pito.

“PARTIERON”, gritaron todos. Gran expectativa por esta carrera de la mandamás contra el Pato.

En cuanto sonó el pito, Pato salió a toda velocidad con los gritos de sus admiradoras.
Yo, en cambio, partí más lento, no quería gastar mi energía al comienzo. En la primera cuadra llevaba una carrera a velocidad moderada, el Pato ya había doblado la esquina. Yo continuaba la segunda cuadra a paso constante el Pato iba como media cuadra delante de mí.


Luego en la tercera cuadra, el Pato comenzó a correr más lento, hasta que lo alcancé y dijo:“Te estoy dejando ganar porque eres niña, yo no compito con niñas”, y se reía.

Yo le respondí: “Eso es típico de cobardes, poco hombres que dicen que se están dejando ganar cuando ya no se la pueden. Tienes miedo que una niña te gane, machito”, le dije, “Yo sé que eres un cachiporra, cobarde”.

Esto lo enojó tanto que salió corriendo a toda velocidad. Yo comencé a apurar el ritmo parejo y mucho más veloz, hasta alcanzarlo en la tercera cuadra.

Faltaba cuadra y media para la meta. Yo aumenté velocidad y el se notaba cansado. Los niños me vieron aparecer primera y empezaron a gritar:” ¡Viva la Toñi! ¡Viva la Toñi!”

Ya estaba a ½ cuadra de la meta y aumenté al máximo mi velocidad de carrera, llegando a la meta Pato venía cansado y transpirando.

Llegó a la meta, cuatro casas después que yo.

Yo, feliz, me alegré, que se tragara sus palabras pero no se lo dije. Solo le dí la mano, como se acostumbraba, y todos los niños me dieron el chupete.

Yo creo que para él fue la humillación más grande, que le haya ganado una mujer.

-“Eso sirvió para que no siguiera siendo tan despreciativo y pedante”, pensé para mis adentros.

Pero en su orgullo dijo:

-“Uno no puede ser primero en todo”, dijo amostazado, “No quiero seguir jugando”, y se fue a su casa.

Pasaron unos meses y Pato ya estaba completamente rendido de amor, no le importaba disimular sus sentimientos.

Le había contado a mi primo. Pasaba toda la tarde esperando que yo estudiara piano, hiciera las tareas, sentado en mi ventana esperando que yo saliera. Don Aldo el almacenero italiano de la esquina, le contó que a mí me encantaban las calugas de leche, entonces el Pato todos los días le compraba y le contó a él sus sentimientos. Don Aldo le puso a las calugas “calugas Antonieta”. Yo quería morirme de vergüenza cuando me lo dijo. Detestaba que anduviera publicando manifestando públicamente sus sentimientos, que en el “Slam-book” pusiera que me amaba que yo era su vida, su sol y un sartal de cosas más.

Pero a mí no me decía nada porque yo no le daba oportunidad y cada día me sentía mas acosada por él y yo me moría de vergüenza cuando los niños le hacían tallas y a él no le importaba nada. Se mostraba tan rendido que parecía esclavo.

Un día fuimos al cine “Baquedano” todo el club y yo me aseguré de sentar a Wilfred a un lado mío y a Lily al otro. Pero de pronto sin darme cuenta estaba a mi lado sentado.

-“¿Y Wilfred?”, pregunté.

-“Es que ella me cambió el puesto porque yo quería sentarme a su lado”, me dijo.
Yo estaba nerviosa, Patricio me desconcertaba, a la vez me gustaba y lo rechazaba. Entonces él me dijo:


-“¡Que pelo tan lindo tienes!”

Y me lo empezó a acariciar. Yo creía que el corazón se me salía por la boca. Luego me tomó la mano, tembloroso.

-“¿Por qué es tan esquiva conmigo?”, decía mientras se acercaba y acariciaba mi mano. Se acercó a mi oído y me dijo:” ¿Puedo decirte Toñi como los demás?”.

“Toñi, Toñi”, repetía suavemente.

Después de ese acercamiento yo comencé a sentir unos extraños sentimientos cada vez más violentos contra él. Él me enfurecía y a la vez me encantaba. Yo no comprendía porqué.

Luego puso su cabeza en mi hombro hasta terminar la película. En cuanto encendieron las luces yo lo separé bruscamente.

Otro día estaba tocando piano y el Pato, como yo no salía a jugar, me empezó a gritar, desde el tragaluz, que saliera.

Yo le grité que se bajara de ahí y que estaba estudiando, y como él insistiera en volver a hablarme por el tragaluz. Yo me levanté con tanta furia y cerré con todas mis fuerzas el tragaluz, no dándole tiempo a bajarse y le apreté los dedos con el tragaluz. Sentí un puro quejido y se cayó al suelo.

Yo estaba tan furiosa que ni siquiera fuí a verlo, ni le pedí disculpas. El no me dijo nada. Supe que se fue a poner los dedos en hielo y nada más.



Esta situación, que yo no podía entender ni controlar, empezó a afectar de tal manera mi vida, que hasta asco empecé a sentir por él.


Me sentía como acorralada, acosada, ya no podía estar tranquila nunca. No podía estudiar, ni el colegio, ni el piano, ni leer, ni programar actividades para el club. Tenía como un “bloqueo”. Odiaba que él aguantara tanto desprecio sin decirme nada, como si fuera un ser despreciable que yo tenía que aniquilar.

Pero, para mí, lo que más me molestaba era su sumisión en público, que parecía que disfrutaba que yo lo dañara frente a los demás.

Cada vez que jugábamos naciones era lo mismo. Siempre estábamos en equipos opuestos y ambos éramos los goleadores.

Entonces él, con la puntería y la ira que tenía, se desquitaba con mis compañeros de equipo, que eran todos menores que él y que yo los quería mucho. Los mataba con unos pelotazos tan formidables, que algunos caían hasta el suelo del dolor. Yo sentía su ira y comprendía que, cobardemente, se desquitara con ellos y no conmigo.

Ellos iban ganando lejos, porque el Pato los mataba a todos de la misma forma. Luego quedaba sólo yo que era la goleadora y me preparaba para que me disparara, pero no, a mí me entregaba suavemente la pelota en las manos regalándome la jugada.

El quedaba en evidencia, que me estaba regalando el juego, pero a él no le importaba, igual como hizo en la carrera.

Todos sus compañeros lo retaban y le gritaban insultos, que me estaba regalando el juego, que estaba baboso por mí, etc.

Después que había por poco masacrado a mis jugadores, a mí me tiraba la pelota a las manos. Yo, enfurecida por su actitud, le gritaba insultos

-“¿Qué te pasa, manos de muñeca? No necesito que me regales la pelota. Idiota ¡Tira como hombre!”

Pero el no hacía caso, continuaba con esa actitud, hasta que yo maté a todos sus compañeros y ganamos. Pero era un triunfo que era una ofensa, un insulto, porque el me regalaba los tiros y me humillaba públicamente, porque todos le hacían burla, que estaba enamorado de mí, y lo retaban porque los hacía perder. Y todos mis compañeros quedaban adoloridos con los pelotazos feroces que les daba él.

¡Yo no hallaba que hacer! ¡Era una confusión de sentimientos!

Un día le dije:

-“¿No eres tan machito? Métete con las de tu porte y no te desquites con las niñas pequeñas. Cobarde, mano de guagua ¿No te da vergüenza las cosas que te dicen los niños? ¿No tienes dignidad?”

-“Ante usted, mi reina, no tengo dignidad, no valgo nada, no me importa lo que me digan, pero a Ud. yo jamás la tocaría, ni con el pétalo de una rosa ¿Cómo se le ocurre que yo la voy a quemar a Ud.?, me respondió.

-“Estúpido”, le respondí y me fui furiosa.
Pensé y pensé en mi casa como terminar con esta situación humillante, entonces al otro día dije:


-“Juguemos a las naciones”

Todos se miraron y como que nadie se animó a exponerse de los de mi equipo.

-“Muy bien”, dije, “Jugaremos los que quieran jugar”

Sólo se ofreció Pato, Patricio, mi primo, y Wilfred.

Éramos cuatro jugadores, dos goleadores y dos jugadores, pero esta vez puse a Wilfred de goleadora mía y Pato como goleador adversario y mi primo como único jugador. Nadie entendió este juego tan raro.

Comenzamos nosotras, Wilfred me pasó la pelota a mí, como habíamos quedado, no trató de quemar a mi primo. Luego yo tomé la pelota y maté a mi primo. Le tocaba salir a jugar a Pato.


El juego no duró un minuto, porque a mi primo lo maté al tiro. Luego entró Pato al juego y como era su costumbre, cuando yo disparaba el no se movía del puesto y se dejaba quemar por mí, sin defensa. Entonces yo con toda mi furia acumulada, tomé impulso y disparé contra él con la mayor fuerza que pude y tiré la pelota en la parte más “delicada” del hombre.

Pato cayó de rodillas al suelo doblado del dolor, sus ojos se enrojecieron y se le cayeron las lágrimas.

Mi primo y otros niños lo fueron a levantar y lo llevaron a su casa. Y se acabó en tres minutos el juego.

Yo me quedé parada como una esfinge, sin la menor demostración en mi rostro. Wilfred me miró y pareció comprender mis sentimientos. Me tomó de la mano y me llevó a mi casa, como quien lleva a una enajenada.

No me preguntó nada, no me criticó nada, no me habló nada. Sólo me miró y al despedirse me dio un beso y me dijo: “Tienes las manos heladas”.

Entré en la casa como una autómata, me senté en la cama y mis lágrimas empezaron a correr:

-“¿Por qué hago esto? ¿Por qué lo rechazo? ¿Por qué esta furia? ¿Por qué no puedo aceptar su amor?”, me preguntaba, “¿Por qué no puedo manifestarle mis sentimientos verdaderos, mi amor, mi admiración, mi ternura?”

Y parecía escuchar una voz dentro que me decía:

-“Nadie puede tocar tu cuerpo. El sexo es asqueroso”

Por eso yo, inconscientemente, lo quise matar a pelotazos y defendía mi corazón como una coraza, dura como una roca.

Después de este episodio, yo sentí miedo de mi misma, pensé que estaba loca, que algo me pasaba y decidí mejor echarlo del club y así terminaría todo, porque estaba segura que el nunca se iba a rendir.

Pensé bien lo que le iba a decir cuando me lo encontrara. Pasaron dos días que nadie vio al Pato.

Después de esos dos días, iba yo a mi colegio en la tarde y lo veo atravesar la calle y dirigirse hacia mí y tomando mi brazo con fuerza me dijo:

-“Necesito hablar contigo”

-“Pero yo voy al colegio y estoy atrasada”, respondí nerviosa.

“Te acompaño entonces y conversamos en el parque”

-“¡Pero no puedo faltar a clases! ¿No puede ser en otra ocasión?”

-“No”, respondió, “Tiene que ser ahora. Faltarás al colegio, esto es mas importante”, dijo sin soltar mi brazo con fuerza.
No hallaba que hacer. Por un lado yo también necesitaba hablar con él, pero por el otro, lo temía.


Caminamos hacia el parque en silencio y cuando llegamos, tomó mi bolsón, lo puso en la banca y me empujó hacia el asiento y se sentó frente a mí, inquisidor, mirándome a los ojos:

-“Quiero saber por qué me odias ¿Qué te he hecho a ti? Yo te quiero, pienso todo el día en ti. Incluso hasta voy a perder el año por ti, no puedo estudiar ¡Y no entiendo que hago mal! ¿Que te molesta de mí? Sólo pienso en ti, tú eres todo para mí. He tratado de demostrarte mi amor de mil formas y tú no haces más que rechazarme, ofenderme, maltratarme ¿Qué tienes contra mí? El otro día me tiraste la puerta del tragaluz en las manos, ¡Mira como me las dejaste!”, y me mostraba sus dedos dañados, “Dime que hago mal que yo lo eliminaré al tiro. Anteayer me golpeaste brutalmente en una parte muy delicada del hombre, tú lo sabes. Sin embargo en el cine parecías aceptarme y luego cambiaste bruscamente ¿Por qué eres así? Yo se que tu no eres una niña mala, al contrario, yo te admiro y hasta siento celos por lo tanto que quieres a los niños, por eso me desquito con ellos, por celos.”

La verdad es que yo me había hecho mil veces esa pregunta:” ¿Por qué soy así? ¿Por qué no creo en el amor ni en la bondad de nadie, sobretodo los hombres? ¿Por qué este rechazo violento hacia alguien que yo quiero y que nunca me ha hecho ningún mal?” No tenía respuesta. Sólo dije:

-“Pato, mejor es que te olvides de mí y seamos amigos no más, porque yo no quiero seguir haciéndote daño. Yo tampoco tengo una respuesta a porqué tengo este rechazo, esta ira sin control. Yo tampoco me entiendo, perdona, no es tu culpa. Tu no tienes nada malo, al contrario, eres una persona buena que me trata con cariño. Si es a mí a la que le pasa algo raro. Seamos amigos mejor ¿Ya? Ojala te alejes del club y tengas otras amigas que, estoy segura, te van a querer como tu mereces.”

Lo besé en la mejilla y me fui. El se quedó plantado mirándome, restregándose las lágrimas con la manga.

El Pato se fue del CLUB. Un año mas tarde me encontré con él, era un jovencito de 15 años. Ya hacia un año que no nos veíamos, yo tenía catorce años.

El tuvo otros amigos, creció, se puso más hombre, le cambió la voz, estaba mucho más atractivo. Ya andaba en fiestas con amigos y amigas.

Yo también crecí, mi cuerpo ya no era el de una niña. A los catorce años tenía un cuerpo muy atractivo y contorneado, aun conservaba el pelo negro y largo.

El CLUB comenzó a desintegrarse poco a poco, unos se fueron, otros crecieron, etc.

Yo comencé a tener otros intereses. Estudiaba piano, hacía clases particulares. Comencé a ganar mis primeros pesos enseñando a niños con dificultad de aprendizaje escolar. Silvia se cambió de barrio.

Sólo quedaba mi amiga Wilfred, que fue mi amiga toda la vida.

Continuaba en el colegio, no perdí ningún año, pero nunca tuve ninguna amiga, ni me podía entretener inventando actividades para el CLUB ya.

Continuaba sola en los recreos y mi única compañía era la Virgen que visitaba todos los recreos y le contaba mis penas.

Mientras tuve el CLUB, llevé una doble vida, una “feliz” en el CLUB del barrio y otra “infeliz” en el colegio.



(1963, 23 años)

Y como esta vida es tan rara y el mundo es mas chico que un pañuelo, nos volvimos a encontrar en una fiesta de María Elena Dovauchelle, que era amiga mía, y no tengo idea como apareció él, en la fiesta. Ya tendría el unos 24 años y yo 23 años.

Parecía un encuentro de película norteamericana. Hacia una hermosa noche de luna y tuve deseos de ir a fumarme un cigarro al patio, que estaba solo. Estaba mirando la luna y fumando y escuché tras mío una voz familiar que dijo:”Círculo en la luna, novedad ninguna” y una mano que se posaba en mi hombro, por detrás me dijo:” ¡MARIA ANTONIETA!”.

Yo no me moví del asiento al oír la voz, la reconocí al instante y se escuchaba la música desde el living que tocaba:”Love is the many splendor thing”, una de mis canciones favoritas, por lo romántica.

Me puse de pie y no lo podía creer: “¡PATO ALVAREZ!”, dije, “¿Qué haces tú aquí?

-“La misma pregunta te hago yo a ti ¿Será el destino que nos quería juntar?”, dijo riendo. Me tomó de la mano y dijo: “Bailemos jefa”.

Yo sentí un estremecimiento, me cogió de la cintura con la misma firmeza de entonces. Yo estaba como viviendo un sueño. Tantas veces pensé volver a verle, darle alguna explicación, decirle que yo también lo amaba, que me perdonara. Tantos años pasaron y ahora se dió la ocasión. No podía creerlo parecía una película, estaba frente a mí otra vez, bailando apretado como acostumbraba y con aquella sonrisa burlona que yo tanto recordaba. De pronto me dijo:

“Yo te amé mucho cuando era chico y tu me trataste muy mal”

“Es verdad Pato te traté muy mal y me faltaron años para arrepentirme”, le dije, “Yo también te quería y no sé porqué fui tan estúpida. Perdóname. Lo único que deseaba era encontrarte en la vida, para decirte que te quise mucho y que me perdonaras”.

A pesar del tiempo la atracción que había entre los dos no había muerto. Bailamos toda la noche. Fue una noche de cuento romántico, apasionado, de recuerdos, de risas y también de lagrimas.

Me vino a dejar en el auto. Se despidió con un largo beso, como que se estuviera despidiendo para siempre.

A los dos días después fue a mi casa con toda la decisión de conversar conmigo. Lo recibí en el living. Él estaba nervioso, se paseaba y fumaba y no me hablaba nada. Yo entonces le dije:

“Bueno y ¿que querías hablar conmigo? ¿Por que no te quedas quieto?

El hizo un esfuerzo y como siempre fue tan frontal dijo:

“Lo nuestro es imposible. Anoche no te lo pude decir porque era echar a perder ese momento mágico, donde nos sentimos envueltos, como que el tiempo no existiera. Todo era tan extraordinario, volverte a encontrar, la luna, la noche, la música, evocar el pasado, la declaración de tus verdaderos sentimientos que siempre negaste. La felicidad de volverte a encontrar y por primera vez sentirme correspondido al fin por ti. Era una nueva María Antonieta, muy distinta, que me respondió, con pasión, con sinceridad. La otra sola me maltrató y me rechazó. Fue una noche inolvidable. Pero hoy, bajo ha realidad, tengo que decirte la verdad. Tu sabes que no soy un hombre para engañar, no va conmigo ¡Es tristísimo para mí!”, y se le cayeron las lágrimas, “Después de tanto tiempo de rechazo, encontrarme ahora que tus sentimientos eran igual que los míos. Pero ahora no puede ser, no puede ser”, repetía.

“¿Qué pasa Pato? ¿Eres casado? ¿Es eso lo que me has ocultado?”

“No aun”, respondió, “Pero me tengo que casar”

“¿Cómo es que te” tienes” que casar?, pregunté.

“Porque tengo una polola embarazada y no la puedo dejar con un hijo mío”

“Pero, ¿la quieres?”

“Un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer”.

“Pero, ¿la quieres? ¿O te casas por cumplir?”

“Eso no interesa. No podría ser feliz con la infelicidad de otros. Yo no soy un hombre para abandonar a una mujer embarazada y a un hijo mío”

“Pero, ¿Tu aún me amas?, pregunté, “Aquella noche parecía que me amabas, como siempre ¿O estabas fingiendo?”

“Tu sabes que no sé fingir. Cuando te amé lo proclamé a cuatro vientos, sufrí como animal y tú me trataste con crueldad. Ahora han pasado DIEZ AÑOS y te encuentro de nuevo como una aparición y parece que el tiempo no hubiera pasado, mis sentimientos estaban aún en mi corazón. No sé porqué justo ahora este encuentro, ahora que ya nada se puede hacer. Yo jamás iría contra mis principios.”

“¡Qué curioso!”, le dije, “Me pregunto entonces para qué Dios quiso que nos volviéramos a encontrar si ya nada se podía recuperar.”

“No sé, no sé. Cosas de Dios, tú eres la que sabe ¡Qué sentido tiene este encuentro!”

Yo también sentí que mis lágrimas corrían:

“Yo tampoco entiendo qué sentido tiene, pero es claro que no es para continuar juntos. Tal vez era sólo para reconciliarme contigo y para que tú supieras que tenías razón y yo estaba equivocada. Bueno Pato, adiós, que te vaya bien, te deseo todo el bien del mundo”, le dije.

El sólo atinó a decir:“Perdóname, perdóname”.

Después de aquella tarde nunca más nos vimos.


CIERRE DE CAPITULO

2009, 69 años

“Mi primer amor, el Pato Álvarez”

Como antes dije en el capitulo XXVII(“Los famosos parientes de mi padre”), después de estas vivencias “traumáticas” de los 12 años para adelante, yo comienzo a tener muchos problemas en mis relaciones amorosas con el sexo opuesto a raíz de este “bloqueo mental”, que me produjeron estos parientes para toda la vida.

Pato es el primero que sufre mis maltratos brutales e inexplicables a la edad de trece años. Esta conducta mía quedó para siempre en mi mente como algo que nunca entendí y me preguntaba cada vez que me ocurría:” ¿Por qué actúo así?”, sin obtener jamás una respuesta.

Largos años de terapia me han esclarecido que la “raíz” de todas mis relaciones amorosas fracasadas y conflictivas, venían de estos hechos, agregada la “represión social, familiar y escolar” expresada a través de “sueños” interpretados con posterioridad.

Por salud mental, mis terapeutas recomiendan ir cerrando estos capítulos dolorosos de mi vida, una vez entendida la razón que los produjo.

Debo dejar atrás como superado y sanado en mi mente y mi corazón y seguir adelante con mi vida. Ya no más “culpas”, “remordimientos”, “arrepentimientos”, ni sentirse “perversa”, “malvada”. No mas preguntarme:” ¿Por qué lo hice?”.

Solo puedo responderte querido Pato que: yo también fui una “VICTIMA” que sufrí toda mi vida, estas dolorosas relaciones a causa de estos hechos. Tu fuiste el primero que padeciste, por eso te digo que gracias a ti, que me diste un amor tan dulce, tan generoso, tan sensible, tan bueno y tierno. Gracias al recuerdo de éste, tu primer amor, que no terminé en la “AUTODESTRUCCIÓN TOTAL”.

Tú me salvaste de vivir la vida entera odiando, dudando, rechazando, destruyendo el amor sin contemplaciones, porque cuando comenzaba a “destruir otra relación” siempre recordaba que ese, el primer amor, fue puro, sencillo, sincero, inocente, en extremo generoso, y eso me hacia volver a creer que algún día encontraría otra vez ese “amor redentor”.

Gracias Pato, porque ese amor primero, me llevó a encontrar, por fin, el verdadero amor en mi esposo.

Gracias porque a través de ti pude reconocer un verdadero amor en mi vida, gracias a esta llamita de fe que pusiste encendida en mi corazón.

GRACIAS y perdóname por tanto daño. Que el Señor te regale tanto amor como tú supiste dar en la vida.

Donde quiera que estés, en el Cielo o en la Tierra, recibe mi eterna gratitud.